Soy felizmente soltera




Este año cumplo 30, y hace un tiempo, empecé a sentir la presión social por estar soltera. Incluso el algoritmo de redes sociales me lo recuerda, porque constantemente me muestra contenido sobre cómo a los 30 años te conviertes en “vieja”, u otro que da cuenta de que ser adulta “funcional” implica de alguna forma tener y/o vivir con la pareja, casarse, tener hijos, y todo lo que asociamos a la idea de familia.

En un comienzo este tema me generaba una presión tan alta que me daba muchísima ansiedad; sentía que no encajaba o que algo estaba mal en mí. ¿Cómo era posible que la mayoría de mis conocidos del colegio o de la universidad ya estuvieran “sentando cabeza”, viviendo con sus parejas, casándose y/o teniendo hijos y siguiendo el esquema tradicional de la sociedad, mientras yo estaba sola con mis perros y viviendo con mi mamá? ¿Era yo la del problema?

A eso se sumaba que mi entorno estaba siempre pendiente de mi situación amorosa. Me hacían preguntas invasivas sobre mi vida sexual, mis relaciones amorosas, hasta sobre mi orientación sexual. Y no faltaban los nefastos comentarios como: ‘tengo un amigo soltero, puedo hacerte gancho’ o ‘si te arreglaras más serías más femenina y conocerías a alguien altiro’.

Para qué hablar de mi familia. Soy de la región del Maule, una zona “huasa”. La mayoría de mis familiares son personas mayores que se criaron con esta mentalidad de casarse y tener hijos. Cada vez que los veía, la primera pregunta después de saludarme, solía ser ‘¿Y el pololo?’. Nunca sobre mis estudios, mi trabajo o mis pasatiempos, y de paso, asumiendo mi orientación sexual. Cuando les respondía que no tenía interés y que tenía otras prioridades, siempre me miraban con disgusto y decepción, acompañado con frases del tipo ‘póngase las pilas entonces o se le puede pasar el tren’.

Pero las cosas cambiaron radicalmente cuando empecé a conocer a personas que son parte de las disidencias sexuales. Conocer gente que no es parte de la norma me abrió la mente increíblemente; aprendí lo que era la heteronorma, la alonorma, los distintos tipos de amor y un montón de cosas que me ayudaron a darme cuenta de que vivimos en una sociedad que desde niños nos crea un patrón de vida que no considera otros vínculos importantes como la familia y los amigos, porque nos dicen que el amor real es sólo el que te da una pareja. Eso nos lleva a creer que si no cumples con este patrón, más siendo mujer –porque el reloj biológico corre– hay algo malo en ti.

Ahora he aprendido muchísimo sobre los amores platónicos –esos amores sin lazos sexuales ni románticos, como amigos y/o familia– y me gusta explicarle a la gente que tengo otras prioridades en mi vida y en mis relaciones. Que prefiero tener amigos, o incluso estar sola y hacer las cosas que a mí me gustan sin depender de alguien.

Soy súper extrovertida, me encanta conocer gente, aprender y hacer cosas nuevas, y pienso que si tuviera pareja, estaría muy limitada en tiempo para hacer todas las cosas que me gustan. Tengo varios pasatiempos, amo estar y pasear con mi perro, salir con mis amigos y a veces simplemente quedarme viendo redes sociales en mi cama por un rato sin tener que dar explicaciones de por qué lo hago.

Sin embargo, a muchos les cuesta entenderme porque creen que estar soltera es la peor maldición para una mujer. Existe esa visión de que poco más vives echada en la cama con depresión rodeada de perros o gatos, que sufres porque nadie te ama, que no puedes realizarte como mujer, o que eres amargada porque no tienes placer sexual, como si el tener pareja fuera la única forma de experimentarlo.

Me di cuenta de que la limitante del amor romántico de que sólo eres feliz con tu media naranja es sólo eso, una limitante. Para mí, pasar tiempo con mi familia, con amigos, con gente que me apoya y aprecia, es igual o hasta más importante y reconfortante que el estar en pareja.

El tener vínculos platónicos me llena y satisface muchísimo porque tengo la libertad de amar a muchas personas sin tener algo romántico de por medio. Además, puedo diversificar el amor que puedo llegar a sentir y si me falta uno, no es el fin del mundo, sino que es solo una parte de la vida, y puedo aprovechar esa energía en otras áreas. Ese amor no se pierde, se puede convertir en muchas cosas, que incluso pueden ser mucho más profundas, lindas y llenadoras que el amor romántico.

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