Relación sana




Partí esta columna varias veces porque a medida que avanzaba, sentía que estaba elaborando un decálogo del buen amor. Y no, no es mi intención. La psicología históricamente se ha dedicado principalmente a reparar aquello que está roto, trizado, que duele. Y respecto del amor, ha sido más la filosofía la que se ha encargado de entender este tema plagado de concepciones como pasión o desborde.

Me detengo en mi compromiso contigo, es decir, en reflexionar en esas parejas que sí funcionan, que aportan en transformaciones profundas del otro, que ayudan a que salga lo mejor de ti y del otro. Cuando me refiero a que funcionan, no me refiero al amor eterno, si no a las relaciones nutritivas, que aportan en mi propio crecimiento y evolución.

Muchas veces me preguntan en la consulta sobre qué es amar bien, cómo se construyen vínculos de parejas sólidos, duraderos, sin terremotos, pero que no sean “fomes”. Y es ahí donde empezamos a revisar los vínculos que hemos construido, para ver y entender cómo hemos amado y cuándo es que nos animamos a amar. A amar distinto, no el amor que aprendimos en las novelas o a través de historias contadas. Amar “bien”.

Desde que empecé el ejercicio de mi profesión, las parejas llegaban derrotadas, con historias desgarradoras, culpándose unos con otros. La terapia de pareja era el último estertor antes de la muerte de la relación.

En estos 22 años, he visto cómo eso cambió radicalmente y las parejas consultan con mucho amor para poder mejorar su relación.

Si hacemos un ejercicio rápido tanto en artículos de divulgación científica como no, se identifican múltiples factores que se resumen en lo popularmente llamando relaciones tóxicas, pero poco se estudia sobre cómo es una relación saludable de pareja.

Y creo que es importante preguntarnos en mayúsculas ¿QUÉ ES UN AMOR SANO? ¿CÓMO ME DOY CUENTA QUE ESTOY EN UNO? ¿CÓMO LOGRO CONSTRUIRLO?

Hay autores que indican que para poder relacionarme de manera sana con otro, primero tengo que tener un vínculo sano conmigo mismo. ¡Uy! Primera abstracción difícil de operacionalizar ¿Cómo sé que estoy listo o lista? ¿Me dan un diploma? ¿Alcanzo esa relación sana conmigo para siempre o es más bien un estado?

Ok, supongamos que esta afirmación es correcta, que si no tengo resuelto ese vínculo en mí, sería muy difícil querer bien a otra persona. Lo entiendo, pero tres cuartos de la humanidad, quedaría eximida de amar bien. De lo que sí estoy de acuerdo, es que podemos hacernos cargo de construir una relación con nosotros mismos, con vernos, con nuestras luces y sombras. Responsabilizarnos de lo que nos hace felices por nosotros mismos. No en función de los otros, sino que del reconocimiento de lo que saca una sonrisa profunda en mí.

Reconocer que mucho de mí es valioso e importante en la relación y no es el otro el que viene a completar un vacío. Resulta tanto más sana una relación de pareja cuando se encuentran dos personas que ya estaban conformes con quienes eran.

Sin embargo, las relaciones sanas de parejas no funcionan así porque sí. Implica trabajo, ponerse manos a la obra, y sí, lo que es una parte más latera, porque pareciera que siempre tenemos que esforzarnos por el amor. Pero preguntémonos, ¿Tú perro te quiere porque sí o porque has intentado vincularte amorosamente con él, teniendo como resultado que se desborde de felicidad cuando llegas a casa? En la pareja, ocurre lo mismo.

Una vez pasado el estado alterado de conciencia (el enamoramiento) que dura entre 6 meses y 3 años, donde estamos más enamorados de nosotros mismos, viéndonos enamorados, de ahí muchos monógamos sucesivos, pero da para otra columna, viene lo que se conoce como amor. En ese momento, las relaciones sanas provocan placer y calma.

¿Qué es sano? Es cultural, cambio de sociedad en sociedad, no olvidemos el macabro dicho “El que te quiere te aporrea”. Como les indicaba, la psicología no tiene definiciones publicadas respecto de esto, pero sí comparto con ustedes una definición de un sitio que menciona que “Una relación sana de pareja es donde ambas personas se sienten seguras, respetadas, valoradas y no existe una distinción de cariño y falta de apoyo. Una relación sana de pareja tiene características como confianza, apoyo, crecimiento personal mutuo, empatía, honestidad, etc”

Con esta definición me dan ganas de cerrar el computador y volver a mi serie.

Pero, respiremos. No estoy aludiendo a la perfección, sino que a la esencia de la relación sea sana. Y lo primerísimo es elegir bien “pero Domi! Cómo lo hago?! Me abro al amor, pero no resulta”. “¿Y pensaste en qué quieres?” “Un amor bueno”, pero eso no basta. Ponerle cabeza parece muy poco romántico, elegir qué queremos, cómo y con quien deseo compartirlo.

La joya de la corona es la buena comunicación, todos saben que existe pero no todos acceden a ella.

“Quieres que lleve mi libretita con un cuestionario”, no, pero sí te invito a pensar en temas que de pronto no has pensado. ¿Cómo me gusta que me hablen? ¿Cómo siento que me aman concretamente? ¿Cuál es mi idea del amor? La mía, no la de mi madre, de mi mejor amiga o de la película de moda. La mía. Otra pregunta crucial es reconocer ¿cómo necesito que demuestren ese amor?

Si llego a este punto, es importante saber si el otro lo ve como tú. Si no somos capaces de establecer una buena comunicación con esa persona desde las bases, probablemente no funcione la relación porque hay incompatibilidad de cómo entendemos el amor.

Otra vuelta a la cabeza es preguntarse sobre los valores del otro ¿son compatibles con los míos? ¿Lo que es esencial para él también es importante para mí? ¿Sus proyectos de vida son compatibles para mí?

¿Sientes que el poder es equilibrado en la relación? ¿Los dos tienen poder para decidir? ¿Ambos dan y reciben? No olvidemos que ambos quieren estar en esa relación libremente (por lo menos en los casos a los que indico aquí).

La joya de la corona es la buena comunicación, todos saben que existe pero no todos acceden a ella. No se trata de evitar pelear, lo importante es cómo lidiamos. A veces salir a dar un paseo, pedir un espacio para no decir algo hiriente, conversarlo con otra persona puede ayudar a descomprimir y resolver. No necesitamos resolver ahora ya. Se hablan los problemas, sin eufemismos, claros, decir lo que te pasa para entender al otro. Tu pareja aunque te ame, no es vidente, no lee tu mente.

Ligado con lo anterior, si decides estar en una relación de pareja, de base hay empatía y si al discutir veo que el otro no puede o sufre, detente, puedes retomar después. Existirán desacuerdos, pero ver que al otro le duele es un límite infranqueable.

Ser tal cual somos es fundamental, porque si no, tarde o temprano mostramos la hilacha. Ser auténticos es un pase a la intimidad, sin miedo, saber que eso que contaron está en buenas manos.

Y sí, el amor tiene condiciones, condiciones que explicitamos desde el día 1.

Seguro hay mil formas más de amar bien, aquí te propongo algunas. Cuéntame las tuyas y las reflexionamos.

* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.