Parque en Buchupureo

A las largas playas de Buchupureo, sus buenas olas para el surf, sus bosques y casas coloniales, se suma otra atracción a esta zona de la VIII Región: el Parque Las Nalkas, un complejo con cabañas construidas sobre árboles y senderos de trekking. Se inaugura en septiembre y ya está en marcha blanca.




Paula 1149. Sábado 7 de junio de 2014.

A las largas playas de Buchupureo, sus buenas olas para el surf, sus bosques y casas coloniales, se suma otra atracción a esta zona de la VIII Región: el Parque Las Nalkas, un complejo con cabañas construidas sobre árboles y senderos de trekking. Se inaugura en septiembre y ya está en marcha blanca.

"Doblen a la izquierda hacia el valle y, donde están las casas arriba de los árboles, ahí es", dice un hombre con sombrero y poncho, montado a caballo, cerca de la ventosa costa de Buchupureo, una zona de la VIII Región donde los huasos andan con sandalias, se cultivan papayas, y casi siempre hay sol. Por un camino, atravesando pircas y acequias, se llega al Parque Las Nalkas, una reserva privada de bosque nativo que alberga geométricas construcciones arriba de los árboles, y que fue levantado a pulso por el surfista Paulo Lombardi (31). Primero se ve una cabaña de tres pisos en la copa de un pino, más allá otra sobre añosos eucaliptos y, en el centro, una pasarela roja rodeada de nalcas por la que se llega a una piscina coronada por un buda, rodeada buganvilias, plátanos y palmeras.

Viajero y con un fuerte sentido de protección a la naturaleza, Lombardi empezó a desarrollar un lodge y una reserva forestal casi sin proponérselo. Llegó a la zona de adolescente, en busca de buenas olas y, tras pasar varias temporadas, quiso comprar un terreno en la costa. Pero no encontró nada que lo convenciera. Cuenta que, desanimado, se fue a tomar una cerveza al único almacén del lugar, cuando el dueño le ofreció mostrarle un campo a la venta. Él quería algo con vista al mar, así que se decepcionó cuando el vendedor le dijo que doblara hacia la cordillera. De pronto se adentraron en un cajón lleno de boldos, peumos, robles y vertientes. Las nubes de la costa quedaron lejos y brillaba el sol. "Eran 32 hectáreas de bosque nativo, y costaba lo mismo que un terreno de mil metros en la costa. Lo compré altiro. Llevé mi casa rodante, busqué la mejor vista al valle y nunca más la moví de ahí", cuenta.

Junto a campesinos del lugar empezó a limpiar el bosque a machete. "Aparecían vertientes, quebradas, queules y boldos de troncos enormes", dice. En otras ocho hectáreas, que compró después, apareció una cascada gigante. Ese fue el lugar donde levantó la primera construcción: una casa que cuelga sobre el agua. "Es como un templo maya, pasar unas noches acá es una terapia", asegura. Le siguieron los bungalows, la piscina, tres casas arriba de los árboles, una casa club y un área de juego para niños. "Lo he construido todo yo. Saco la inspiración de mis viajes, y vamos improvisando. Esto no lo he hecho desde lo comercial, lo he hecho desde el corazón", dice Lombardi, sentado en un mirador con vista al valle hasta donde llega el ruido del mar mezclado con el canto de las loicas y los chercanes. Un refugio que tiene algo de Bali, de Jamaica y mucho de lo que, antes que llegaran las forestales, era el paisaje de la VIII Región. www.parquelasnalkas.cl

*En las cerca de 40 hectáreas del Parque Las Nalkas hay siete miradores y varios kilómetros de senderos de diferente dificultad que conducen a selvas de helechos y cascadas.

*Luego de ser testigo de la masiva tala que hizo una empresa forestal que compró un predio cerca del Parque Las Nalkas, el surfista Paulo Lombardi se propuso adquirir hectáreas de bosque autóctono en la zona para protegerlas. Ya tiene 67. "Quiero que el parque sea un oasis en medio de las forestales", dice.

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