Más allá de la distancia: la evolución del amor virtual




A lo largo de los siglos, el concepto de ‘amor de pareja’ ha evolucionado notablemente –influenciado por factores culturales, sociales e individuales– hasta llegar a la era digital en donde se ha redefinido la forma en que las personas nos vinculamos. De la mano de los avances tecnológicos y conexiones virtuales, las formas de amar se han reinventado, dando paso a la proliferación de citas en línea, coqueteos a través de redes sociales y relaciones a distancia, que no solo desafían las limitaciones geográficas, sino que también redefinen las formas de entender el amor.

Este es el caso de la pareja chileno-mexicana, Antonio (31) y Sara (22), quienes se conocieron durante la pandemia en 2021 en una exposición virtual en la plataforma Discord, centrada en la industria de la cinematografía y la animación. Después de unirse a un grupo de amigos latinoamericanos con intereses similares, Antonio ofreció clases virtuales sobre la ilustración y Sara con mucho gusto decidió tomarlas.

La relación se consolidó a través de conversaciones, juegos en línea y dinámicas dentro del grupo, hasta que Antonio decidió tomar distancia de la plataforma por temas personales. Fue Sara quien decidió escribirle y retomar el contacto. A pesar de la distancia geográfica, la conexión emocional fue creciendo a medida que iban compartiendo pensamientos profundos sobre la vida y sus ideales.

Antonio cuenta que esa etapa duró cerca de tres meses. “Formamos una relación muchísimo más cercana y profunda, porque a los dos nos gusta mucho conversar sobre psicología, religión, sobre la vida, Dios y el universo”.

No fue hasta finales de 2021 que se vieron por primera vez a través de videollamadas y fotos. “Yo creo que el mostrarnos con nuestras imperfecciones, sin filtros y presentarnos tal y como éramos realmente, ayudó a crear la confianza y seguridad para iniciar nuestra relación”, reflexiona Sara. El 26 de diciembre de ese mismo año decidieron empezar su pololeo virtual oficialmente. La relación pasó por altibajos, y tras una breve separación, ambos decidieron que era clave conocerse físicamente y a la vez establecieron reglas para manejar posibles conflictos en el futuro.

Después de consolidar la conexión emocional con mucha comunicación y madurez, decidieron abordar la parte física y las inseguridades personales. Así es como fueron fortaleciendo la confianza y transparencia hasta llegar a su primer encuentro físico. En diciembre de 2022, Antonio viajó a México para encontrarse con Sara, marcando así un hito en su relación.

Sara cuenta que ambos tenían un poco de miedo, ya que “de forma virtual puede ser todo muy bonito, pero cuando te encuentras físicamente con la persona quizás ya no te atrae tanto”. Ambos se alegran de afirmar que no fue así. “Fue curioso; cuando llegué al aeropuerto, empecé a buscarla y cuando me encontró nos besamos de una vez, y nos abrazamos. Fue conexión de inmediato, y todos esos miedos se derrumbaron”, complementa Antonio.

A pesar de la emoción y felicidad del encuentro, este no fue libre de complicaciones. Ambos reconocen que enfrentar la resistencia de la familia de Sara ha sido de los desafíos más grandes que han tenido que superar.

“Mi mamá tuvo un poco de dificultades en aceptarlo en un principio, más que nada por el hecho de que Antonio es extranjero, es de Chile, nos conocimos virtualmente y es mayor. Al igual que el resto de mi familia, decía que no lo conocía”, confiesa Sara. “Mucha gente tiene el prejuicio de que las relaciones a distancia, o no duran, o no son relaciones consideradas como reales. Piensan que no nos conocemos, que hablamos súper poco, pero en realidad yo diría que las parejas que están lejos son las que más se conocen, porque estamos obligados a hablar para saber del otro”, agrega.

El viaje a México fue una experiencia intensa. La madre de Sara todo el tiempo quiso convencerla de que terminara con Antonio. Por eso él recuerda ese viaje como bonito, pero por otro, como caótico. “Como muy drama mexicano”, describe. A pesar de los desafíos con la familia, decidieron no dejarse influenciar negativamente.

“Teníamos dos opciones”, precisa Antonio. “Separar caminos y tomar la situación como una ‘señal’ de que no iba a funcionar, o verlo como una confirmación oculta, como una prueba de que, si queríamos estar juntos, debíamos continuar y no dejarnos abatir por las fuerzas de la sociedad o de la familia. Tomamos la segunda opción y establecimos que pasara lo que pasara, íbamos a seguir igual”.

Un segundo tiempo

El periodo posterior a México es descrito por ambos como “más relajado”. “Lo recuerdo como una etapa de disfrute de la relación, porque en un principio, estábamos concentrados en conocernos y enfrentar desafíos, sin embargo, luego de conocernos físicamente nos sentimos más en confianza, entonces no hubo discusiones. Empecé a involucrarla más en mi vida, en la distancia, sí, pero la involucraba más. Tratamos, en la medida de lo posible, de mezclar nuestros dos mundos, aunque sea de manera virtual, para que esto se sintiera como una relación más normal”, cuenta Antonio.

La segunda vez que se vieron fue el invierno de 2022 en Estados Unidos. Antonio tenía una conferencia en Chicago, por lo que no dejaron pasar la oportunidad para volver a verse. En esa semana experimentaron un período más armonioso. “Se disfrutó más que en México porque no había gente externa que estuviese tratando de meterse en la relación”, comenta él.

Sara concuerda. “Ahí en Chicago nos dimos cuenta de que en realidad ambos sabíamos tomar la mejor decisión juntos, sin pelear ni discutir. Fluimos muy bien, todo estuvo tranquilo”.

Los meses siguientes han sido de crecimiento para la pareja; de muchas videollamadas y de proyecciones para su futuro. Sara explica cómo su relación ha ido evolucionando a través de diferentes etapas. “Si tuviera que dividir nuestro pololeo en etapas, la primera sería cuando nos conocimos y comenzamos a derribar muros de inseguridades. La otra etapa vino después de México, cuando fuimos profundizando más en la relación y juntando nuestros dos mundos para ver si funcionabamos así, a distancia. Diría que ahora estamos en la etapa tres. Ya sabemos que tenemos una base sólida, ahora queremos construir algo más allá de eso. Tenemos muchos planes tanto profesionales como personales”.

Después de casi un año y medio sin verse, finalmente se reunieron en Chile, donde Sara pudo conocer a la familia y amigos de Antonio. También pudo explorar el país al que considera mudarse en el futuro.

Códigos a distancia

Cuando ambos hablan de cómo han logrado mantener su relación a distancia, coinciden en la importancia de la comunicación, la planificación de encuentros futuros y el conocimiento de los lenguajes del amor del otro. “Un consejo es que después de que termina cada viaje, comiencen a planear el siguiente. Esto nos ha servido para tener la esperanza y que se sienta la seguridad de que nos vamos a volver a ver”, recomienda Antonio.

Además, subrayan la necesidad de establecer bases sólidas para la relación a través de conversaciones significativas y realistas sobre los desafíos que implica la distancia. La transparencia y claridad en la comunicación son claves, ya que la ausencia de lenguaje corporal en la interacción virtual requiere expresar abiertamente pensamientos y sentimientos.

“La distancia te obliga sí o sí a tener esas conversaciones difíciles porque si no, la relación no va a funcionar. Todo tiene que estar muy claro, o sea, esas típicas indirectas como quedarse más callada porque hay algo que te molestó, en vez de decirlo, acá no funcionan”, dice Sara. Antonio agrega: “Virtualmente, no tienes el lenguaje corporal. Por ejemplo, si Sara se enoja, yo no puedo saber si está enojada, a menos que me diga que está enojada y por qué lo está”.

Los dos reconocen que la relación a distancia puede experimentar momentos difíciles a veces. Como dice Antonio: “Es clave saber que van a haber momentos en el que el amor incluso va a desaparecer un poquito. El aceptar que será complicado ayuda a que nada te parezca muy sorpresivo o te dañe mucho. Es como subir el Everest. Es difícil, gente se ha muerto por subirlo. Entonces uno se tiene que preguntar ¿Qué tengo que hacer yo para subir esa montaña? ¿Cómo me preparo? ¿Cómo nos preparamos?. Una vez que se tenga eso definido, solo queda subir. Y en ese camino, las nuevas tecnologías son grandes aliadas”.

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