María Ignacia Urzúa, y el boom de los bookstagramers

María Ignacia Urzúa (26), Bookstagramer



En junio de 2019, María Ignacia Urzúa (26) creó la cuenta @te.conlibros –un bookstagram, o comunidad de lectura– sin imaginar que poco tiempo después vendría una pandemia que nos haría pasar días, semanas y meses encerrados en nuestras casas. Y es que, según cuenta, el confinamiento fue terreno fértil para que se generara un boom de bookstagramers, como se les conoce a los creadores de estas cuentas.

“Con la pandemia mucha gente empezó a reencontrarse con la lectura porque ya no sabían qué más hacer, llevaban demasiado tiempo metidos en el celular, y los libros funcionaron como una especie de escape”, asegura. Desde entonces, se ha ido generando un boom de lectura que se manifiesta en situaciones como lo que ocurrió el mes de mayo –por poner un ejemplo– en donde tuvimos la visita de tres autoras españolas (Elisabet Benavent, Maria Martinez y Joana Marcus), que si bien son muy conocidas, de manera inédita llenaron el Teatro Oriente, con jóvenes que hicieron una fila de más de 12 horas afuera del Teatro solamente para verlas. “Esto, según yo, antes de la pandemia no habría ocurrido”, dice Ignacia.

En abril del año pasado, Ipsos junto a la Fundación La Fuente presentaron el primer informe de su estudio de hábitos y percepciones lectoras en Chile. Allí, en el apartado ‘Frecuencia de lectura e impacto de la pandemia’, se determinó que casi la mitad de los chilenos y chilenas (47%) tiene el mismo hábito de lectura que antes de la pandemia, sin embargo, un 29% declara leer más de lo que lo hacía previo al Covid-19.

Pero hay otro dato relevante, y es que a un 82% de los chilenos y chilenas le gustaría leer más de lo que lee actualmente. “En Chile, aunque se crea lo contrario, hay un público lector súper fuerte. Está la idea de que los jóvenes no leen nada, pero yo estoy totalmente en desacuerdo. Es una generación que ha ido dejando atrás el imaginario del libro como algo denso, y ven la literatura como una actividad entretenida”.

Y el origen de este cambio –agrega Ignacia– está en las redes sociales. Ella, por ejemplo, en su cuenta tiene casi 40 mil seguidores que fielmente comentan y dan like a cada una de sus publicaciones. No es la única, en Chile y en el mundo los últimos años han proliferado los bookstagrammers que en buena parte apuntan a un público juvenil que es el que mayoritariamente usa las redes sociales. Pero también hay cuentas que conectan con un público más adulto.

Y también están los llamados Booktokers, que hacen videos cortos en Tiktok recomendando lecturas. “Son muy entretenidos”, dice Ignacia sobre sus “colegas”, que han ayudado a que esta red de lectores avance hacia las nuevas generaciones.

¿Con qué te encontraste cuando creaste Té con libros?

Me encuentro mucho con gente que me dice que antes leía y que dejó de hacerlo por distintas razones, y que ahora, con Instagram u otras redes, han logrado engancharse con un libro a partir de una recomendación.

Es que hay gente que se queda atrás en libros, me refiero a que se queda en los libros que nos leímos hace años, como Crepúsculo, por ejemplo. Después viene un período en blanco porque no saben qué leer. Y eso es lo que han encontrado en las cuentas de bookstagrammers; recomendaciones de libros entretenidos que no sabían que existían.

Me escriben muchas personas que por no saber qué leer, habían perdido el hábito, pero lo quieren retomar.

¿Entonces no es que la gente no quiera leer sino que no saben qué leer?

Sí, porque en los medios tradicionales no hay tantos programas de libros. Las personas no reciben recomendaciones, no encuentran sus intereses literarios porque no hay espacio para explorar. Por eso las cuentas de recomendaciones han sido tan exitosas.

Cuando me preguntan cómo empezar a leer les digo algo que puede sonar obvio pero que en realidad no muchos hacen: elegir el libro que tú quieres leer. No todos los libros son para uno.

Si no tengo tiempo, no me puedo lanzar a leer una novela de 500 páginas. Tengo que partir con una de 100 y con suerte, ojalá tuviera menos de 100. Un libro de fin de semana, rápido, que me enganche al tiro. Porque hay mucha oferta, pero hay que saber dentro de toda esa oferta, cuál es el libro para mí.

En mi cuenta trato de orientar a la gente para que sepa cuál es el tipo de libro con el que se van a encontrar y así decidan si es el libro para ellos en ese momento, aquel que los va a hacer reencontrarse con la lectura.

¿Crees que falta en los colegios alguna asignatura en la que te enseñen a buscar lo que quieres leer, más que obligarte a leer?

A veces doy charlas en colegios y parto diciendo que yo –aunque desde niña leía mucho– no me leía todos los libros del colegio porque había unos que los encontraba terriblemente fomes. Las profes me preguntan cuáles son entretenidos, y les digo un montón, porque yo estoy convencida de que leer es una actividad para pasarlo bien, pero los niños y niñas tienen que aprender a descubrir cuáles son sus intereses. Si leen sólo por obligación, el libro que les toca, nunca van a conectar con la lectura, les va a parecer una lata.

Los niños y niñas deberían tener la opción de elegir porque cuando la persona elige se puede equivocar y eso es un aprendizaje también.

¿Esa sería tu recomendación para los padres y madres que quieren fomentar la lectura en sus hijos e hijas?

Diría que un primer paso es dar el ejemplo. Cuando uno ve a la mamá y al papá leyendo, uno lo hace también parte de su rutina, de lo que es habitual o normal en esa casa. Pero además hay que pasarlo bien leyendo, demostrarle eso a nuestros hijos e hijas. Y también darles la posibilidad de elegir, llevarlos a la librería y decirles que elijan un libro, aunque sea por la portada, o porque tiene dibujos. Para mí fue un momento muy importante cuando mis papás me dijeron que llevara un libro para las vacaciones y que podía elegir el que quisiera. Yo elegí un libro cien por ciento por la portada, pero fue el libro que me hizo leer toda mi vida.

Porque al final en lectura nos imponen mucho; nos dicen que hay algunos libros que sí o sí tenemos que leer. Yo no estoy de acuerdo. Es nuestra vida y nosotros debemos elegir qué leer y debemos darles a los niños y niñas esa libertad también.

Su novela

El año pasado María Ignacia publicó su primera novela: Una promesa de cien años. “Me demoré seis años en escribir, un proyecto largo y ambicioso. Una novela de fantasía épica juvenil, que mezcla lo mágico con lo medieval”.

Fue de hecho el origen de su cuenta de bookstagram. “Un poco antes de la pandemia terminé de escribir y pensé cómo podía hacer que se vendiera, y que no la compraran sólo mis amigos y mis familiares. Ahí surgió la idea de armar el perfil en Instagram que después derivó en los comentarios de libros”.

¿Cómo ha sido la experiencia de publicar una novela?

Muy emocionante. La primera vez que terminé un libro de fantasía, a los 10 u 11 años, me dije a mí misma: Yo también quiero hacer esto. ¡Y lo hice! Lo mejor es que ha tenido muy buena recepción. La gente vio crecer el proyecto conmigo porque yo iba publicando y entonces cuando lo publiqué algunas personas lo compraron casi como un premio a mi esfuerzo. Ha sido un sueño hecho realidad.

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