Los 70 de Isabel Allende

Acaba de dejar la presidencia del Senado y está en campaña para presidir el PS. Cumplió 70 en enero pero dice que no se siente de esa edad, que está llena de energía y que la jubilación la ve lejos, aunque le preocupan sus lagunas previsionales. Entre sus placeres hoy está jugar Scrabble con amigas y compartir con su sobrina nieta de 4 años. La pareja, dice, ni siquiera es tema.




Paula 1170. Sábado 28 de marzo de 2015.

El living y el comedor de la casa de la calle Guardia Vieja donde vive Isabel Allende, en Providencia, están llenos de ramos de flores. Tantos, que al entrar huele a lirios y a rosas. Es el día después de que dejó la presidencia del Senado, cargo que por primera vez ocupó una mujer en 203 años, y las flores son las muestras de cariño y felicitaciones que recibió.

Y ahí está la senadora. Con 70 años, alta, vestida con una chaqueta entallada color damasco, bien peinada, a pesar de que viene llegando de Valparaíso, y ha tenido una apretada agenda  toda la semana. Además de ser el día en que dejó de ser presidenta de la Cámara Alta después de un año, el 11 de marzo también fue el día en que Chile cumplió 25 años del retorno a la democracia. Casi el mismo tiempo que ella lleva en la primera línea de la política nacional: en 1994 comenzó su carrera parlamentaria como diputada y en 2010 asumió como senadora por la Región de Atacama. Le quedan tres años para terminar su periodo y hoy se prepara para enfrentar, el 29 de abril, las elecciones por la presidencia del PS, en las que compite con Camilo Escalona. Si gana sería la primera mujer en presidir el Partido Socialista.

La casa donde vive es la misma que el arquitecto Fernando Castillo Velasco construyó en 1947 y que su padre Salvador Allende compró siete años más tarde, 16 años antes de convertirse en el primer Presidente socialista del mundo elegido democráticamente. Ahí vivió de niña con su familia hasta que tuvo que irse al exilio en México tras el Golpe Militar. Volvió 15 años después, y fue la gestora del Museo de la Solidaridad y de la Fundación Salvador Allende, institución donde aún participa.

La familia atesora la casa de Guardia Vieja, porque es ahí donde los Allende han vivido parte de la historia familiar. Por una idea de Maya, hija de su hermana Beatriz, hace dos años que la propiedad se abre para el Día del Patrimonio. Hasta 180 personas han llegado, incluso de regiones, para ver el larguísimo comedor extensible que diseñó el pintor Pablo Burchard, donde Salvador Allende almorzaba, o la pequeña biblioteca donde recibía a sus cercanos. Ahora sigue siendo el epicentro de la vida familiar, el punto de encuentro de sobrinos y amigos que viven en el extranjero. Aunque nunca vivieron con ella en esa casa, también compartió ahí varios momentos con los dos únicos hijos que tuvo de sus dos matrimonios: Marcia Tambutti y Gonzalo Meza, el mayor, quien se quitó la vida en 2010, alos 45 años, sumándose al dolor de otras muertes que han marcado la historia familiar. Primero, su padre; luego, su hermana Beatriz y después su tía Laura Allende.

Ahora vive sola, y mientras el boom inmobiliario ha rodeado la casa de edificios, ella y su familia se niegan a ceder ante las presiones. "Esta casa es de todos, algún día abriremos sus

puertas para que sea un museo", dice.

La casa está llena de flores. ¿Qué flores se echa usted por su gestión como presidenta del Senado?

Tengo la sensación de que pude manejar el sentido republicano del Senado, generando un ambiente plural de consenso. Eso es reconocido por todos. Las palabras del senador Alberto Espina fueron bien impresionantes: "jerarquía, ecuanimidad y valentía", así describió mi periodo.

"Hoy, la gente que no me quiere no se acerca, así que recibo puro cariño".

Durante el año que presidió el Senado se aprobaron cerca de 150 proyectos de ley. ¿Cuáles la llenan de orgullo?

Varios, las reformas de la Presidenta, como la creación de la Subsecretaría y de la Superintendencia de Educación Parvularia y el término al lucro con financiamiento público. El binominal, sobre todo con la inclusión de 40% de candidatas mujeres. Y, por supuesto, la reforma tributaria, sin ella no es posible imaginarse los recursos para todos estos proyectos. También, para mí es un especial motivo de orgullo el reconocimiento del derecho a voto de los chilenos en el exterior porque viví en el exilio. Y tantas más, como el AUC, que es un gran paso porque estoy convencida de que Chile debería tener matrimonio igualitario. Así de claro.

También se ha mantenido clara con respecto a la despenalización del aborto.

Realmente no concibo que una muchacha de 12 años, violada sistemáticamente por un padrastro, por ejemplo, que tiene un embarazo y que incluso es inviable tenga que llevarlo a término, me parece de una crueldad inconcebible.

¿Cuál es su postura hacia el aborto abierto?

Estoy confiada que con el curso del tiempo va a ser posible. La maternidad es voluntaria y, si de verdad no deseas a ese hijo, no me imagino que tengas que estar obligada a tenerlo. Entonces, antes que todo está la mujer: su sentimiento, su cuerpo. Es ella la que decide, ella y no otro.

También se firmó el proyecto de ley que crea el Ministerio de la Mujer.¿Ha sentido discriminación en su carrera política?

Me ha pasado un par de veces que he dado mi opinión y luego un hombre repetía lo que yo decía y lo citaban a él, no a mí, como que se valida más la voz de un hombre. Ahora, en mi caso reconozco que hay un sesgo distinto, como llevo un nombre tan conocido.

Llevar el apellido Allende, ¿ha sido un privilegio o una carga?

Las dos cosas, estoy orgullosa de los padres que tuve y me siento honradísima de ellos. Evidentemente me ha ayudado, por ejemplo, nunca le he provocado una derrota electoral al Partido Socialista y sería una falsa modestia de mi parte no reconocer que es el apellido Allende el que la gente conoce, respeta y quiere.

¿Y cuál ha sido la parte difícil?

Muchas veces siento que la gente me mira con una exigencia mayor. Me acuerdo que tenía 12 años cuando una profe de Historia me preguntó algo que no supe contestar y me dijo: "estás más colgada que los carteles de tu papá". Fue una agresión brutal que me quedó marcada. Pero la vez que realmente lo pasé mal fue cuando Insulza, entonces ministro de Relaciones Exteriores, gestionó el regreso de Pinochet de Londres a Chile: fue un periodo agresivo, la gente me gritaba cosas muy violentas, recibí amenazas. Hoy, la gente que no me quiere no se acerca, así que recibo puro cariño.

EL AMOR Y EL DOLOR

Se la ve rodeada de gente, pero en la intimidad ¿es solitaria?

Me rodeo de mi familia y de mis amigas, que son mi refugio. Son tres amigas y a dos de ellas las conocí en el año 62 cuando entré al Pedagógico a estudiar Sociología. ¡Imagínate la cantidad de años e historias compartidas! Cuando uno no tiene pareja la amistad es un sustituto fantástico porque pasan los años y uno rescata las amistades, es muy bonito.

Estuvo casada dos veces y luego ha hablado de dos parejas importantes. ¿En qué está hoy en el amor?

El amor es maravilloso, pero no lo veo ni de cerca en este momento. No creo que sea por falta de atractivo ni mucho menos, sino porque el tipo de vida que llevo no deja espacio para eso, francamente no lo veo. Además, con 70 años uno se vuelve mañosa, más egoísta con su libertad. Me daría una lata extrema tener a alguien metido en mi pieza, compartiendo clóset, baño… ¡No! A estas alturas mis espacios son sagrados.

"Es cierto que esta familia ha estado marcada por tragedias, tres de ellas con un denominador común (...) Tengo la sensación de que en su fuero íntimo, mi hijo Gonzalo, de alguna manera, pensó que nos liberaba de los líos que estaba empezando".

¿No le hace ni un poquito de falta entonces tener pareja?

Para nada, eso es lo más terrible. Reconozco, eso sí, que me encantaría encontrar a la persona que estuviera dispuesta a decir: "ok, solo para fines de semana o para hacer un viaje de vacaciones", pero ni muerta para estar compartiendo la casa.  Es difícil, además, encontrar a un varón dispuesto a una vida más pública, de no estar inhibido de salir a la calle y que la gente te salude… muy difícil.

Su hija Marcia estrenó recién el documental Allende, mi abuelo Allende en el Festival de Cine de Guadalajara. ¿Qué suscitó en la familia esta retrospectiva íntima de la vida de su padre?

Siento una emoción profunda. A mi hija le tomó ocho años hacer este documental. Ella es bióloga y viviendo en México coordinaba a un grupo de científicos de primer nivel en el Instituto de Biodiversidad, y jamás en su vida había incursionado en esta área. Y de repente lo dejó todo por hacer esto y se vino a Chile. Estoy muy conmovida por cómo se presenta ella, con mucha honestidad, frente a esta familia que no habla, que quiere evitar cosas. Y ella, empujando por saber más. Hay momentos de auténtica emoción, es un registro muy valioso sobre mis padres, el Chicho y la Tencha. Queremos estrenarlo en Chile en junio, cerca del natalicio de mi padre, aunque no tenemos fecha ni el lugar exacto.

¿Cree que el dolor, marcado por cuatro suicidios en su familia, se ha traducido en silencio?

Uno se protege contra el dolor y no habla. Es cierto que esta familia ha estado marcada por tragedias, tres de ellas con un denominador común. Primero, no puedo sentir más que orgullo por el padre que tuve y su consecuencia con sus actos. No me habría imaginado jamás a mi padre en el exilio. No. Todos sabíamos que si llegaba a ocurrir algo, él iba a estar donde iba a estar. Son pocas las personas que en circunstancias como esas son capaces de hacer lo que hacen, entonces es excepcional. Luego, lo de mi hermana Tati (Beatriz) es puro dolor. La entiendo porque ella siempre sufrió mucho: era muy apegada a mi padre y, viviendo en Cuba, se transformó en una especie de símbolo y creo que eso es tremendo y entró en una depresión muy fuerte y fue lo que fue. Y en el caso de Laura (hermana de Salvador Allende) fue un acto de rebeldía total. Ella tenía un cáncer hace muchos años y sabía que estaba en las finales y no la dejaron volver a morir a Chile. Lo que hizo fue su forma de protestar porque no la dejaron entrar.

¿Y su hijo, Gonzalo?

Caso aparte es Gonzalo. Las cosas son lo que son, pero es curioso porque siempre he tenido esta sensación que es difícil definir, pero siento que Gonzalo supo lo que hacía y, de la forma que él lo miraba, sabía que iba a ser un problema menos. Él estaba complicado, se había metido en cosas dolorosas, se le ocurrió ponerse a jugar poker... Al final, él tenía una convicción absoluta de cómo hacerlo, se las arregló para no despertar la menor sospecha. Tengo la sensación de que en su fuero íntimo, de alguna manera, pensó que nos liberaba de los líos que estaba empezando.

Entender estos elementos, ¿la ha ayudado a vivir con esta pena?

Sí, pero el dolor siempre está. Vivo con eso. Me duele lo que hizo, pero respeto su elección. Siento que al final, uno no tiene derecho a decirle a otro "esto no", porque cada persona tiene derecho a decir "este es mi camino". Primero está la persona y su camino. Por eso estoy tranquila.

¿Cuál es su alegría hoy?

Los hijos de mi sobrina Maya, a los que considero mis nietos, me traen profunda felicidad. Ella tiene dos hijos, Fernando, que tiene 14, y Beatriz, que tiene 4. Con esta chicoca me pasó algo muy especial porque nació solo cinco días después de que murió Gonzalo. Entonces hay una conexión muy fuerte, potente. Cuando nació yo estaba en la clínica y la tomé en mis brazos y eran horas de horas mirándola: sentí que ella traía la vida en ese momento. Fue fuerte, muy curioso, y se da recíprocamente. Cuando me ve grita "abuela" y corre a mis brazos. Es una relación muy bonita.

CIUDADANOS IRRITADOS

¿Cómo es el PS que usted aspira a dirigir?

La decisión por esta candidatura no fue personal. Aquí se juntaron prácticamente todas las corrientes del Partido Socialista; de no haber sido así no hubiese aceptado la postulación. Tenemos la convicción de que necesitamos una dirección muy cohesionada y ahora más que nunca porque es tal el descrédito que hay en relación a los parlamentarios y políticos, que debemos mostrar un cambio con medidas drásticas o vamos a seguir cayendo en este nivel de desconfianza que le hace mucho daño a la democracia y al país.

Hablando del descrédito de la política, ha afirmado que tiene un profundo dolor por los bullados casos Penta y Caval.

Son casos muy distintos pero se meten en el mismo saco. Por un lado, hay un conglomerado de tal nivel de poder y riqueza que, como dijo el fiscal, se convierten en una máquina para defraudar al fisco. Por otro, no hay nada más desigual que entrevistarse con el vicepresidente de un banco porque el ciudadano común, el dueño de una pyme, jamás podría hacerlo. Eso genera una ciudadanía legítimamente irritada que piensa que políticos, empresarios y gente de poder son todos iguales. Es una sensación muy dolorosa.

Como madre, ¿hubiese puesto a un hijo en ese cargo?

Creo que de esto hay que aprender: nunca más. Nunca más debiera un hijo, hija, marido o esposa ocupar ese cargo, con esas siete instituciones de responsabilidad cuando existe una serie de gente calificada que lo puede asumir.

¿Cree que hubo una traición del hijo a su madre, que es la Presidenta de todos?

No lo llamaría traición, pero creo que fue de una ceguera completa. Porque el hijo y la nuera fueron imprudentes al no medir que estaban en una situación privilegiada que iba a provocar la ira que ha suscitado en la opinión pública y su incapacidad de entender el daño que le hicieron ala Presidenta; es muy injusto para ella como persona e imagino que lo debe estar pasando bastante mal. Pero aquí hay que ser líder yla Presidentadijo que la justicia actuará sea quien sea.

¿Cómo se revierte esta indignación social?

Se creó el Consejo Asesor Presidencial. A la vez, los parlamentarios no podemos abdicar de nuestra responsabilidad. Aquí hay una oportunidad, somos los parlamentarios los que tenemos que legislar junto con el gobierno y ser capaces de aprobar medidas severas. Tengo la convicción de que Chile no es un país corrupto, pero no está excento de riesgo y la mejor prueba es esto que está ocurriendo. Tomar medidas severas, como que los parlamentarios pierdan el escaño en ciertas circunstancias, puede devolver la confianza.

NO ME PIENSO JUBILAR

¿En qué minuto se permite estar más relajada?

Me tomé dos semanas completas en febrero. Mi relajo es ir a mi parcela en Curacaví. Cada vez que puedo voy sola o con mis amigas y jugamos Scrabble. No hay nada mejor que apagar el celular y sentarme debajo de un árbol a leer. Me gusta el silencio, estar con mis tres perros ovejeros alemanes, escuchar los pajaritos, aunque ahora estamos bien críticos porque hay sequía en la zona, se secaron los pozos y los canelos, paltos y damascos no dieron frutas.

"Reconozco que me encantaría encontrar a la persona que estuviera dispuesta a decir 'OK, solo para fines de semana o un viaje de vacaciones', pero ni muerta compartir la casa".

¿Qué libros leyó?

Leí siete libros, me gustan las novelas. El que más me gustó fue El nadador, de Joakim Zander, un abogado que trabaja en la Unión Europea y esta es su primera novela que habla sobre la forma de trabajar en los servicios internacionales, como la CIA. Muy entretenido. Tengo una amiga que es doctorada en Literatura y ella me nutre de nuevos títuos, como El estudiante, de John Katzenbach, que es la secuela del libro El sicoanalista, que me muero de ganas por leer y he buscado por todos lados y no está en las librerías.

¿Ve alguna serie?

Vi las primeras dos temporadas de House of Cards y ya no tuve tiempo para seguir viéndola porque si seguía iba a ser la perdición: es muy entretenida, aunque se les pasó un poquito la mano con los asesinatos, es muy ficticio. La que vi entera fue Scandal y encontré que el personaje principal, Olivia, era total. Ahora, estoy viendo la última temporada de Downton Abbey, que la dan los domingos, así que perdió el noticiario porque la dan a la misma hora.

Cumplió 70 hace poco. ¿Qué hace para mantenerse bien?

Hice yoga un año y, como estoy tanto rato sentada en las sesiones del Senado, sentí que necesitaba moverme, así que fui a la kinesióloga para compensar. No más que eso. No engordo, tampoco es que sea tan delgada, pero con tanta actividad es difícil subir de peso. Y no me hago nada en la cara, jamás me he hecho un estiramiento ni nada. Creo que la gente debe llevar con orgullo sus años y es parte de la riqueza de uno, por eso nunca he negado mi edad. Lo único que me hago son los visos cada tres meses –jamás tintura porque tendría que estar esclavizada en la peluquería cada 15 días– para tapar las canas.

¿Cómo aguanta sesiones de casi un día entero en el Senado?

¡Hemos tenido sesiones de hasta 23 horas de corrido! La adrenalina funciona: se discute fuerte y uno está atenta porque quiere que salga todo bien, eso te mantiene despierta.

Beatriz, la sobrina nieta de Isabel Allende, nació solo cinco días después de que su hijo Gonzalo se quitara la vida. "Hay una conexión muy fuerte. Cuando me ve grita 'abuela' y corre a mis brazos", dice la senadora.

¿Ni un cafecito siquiera?

No tomo café porque me hace mal al estómago. Solo tomo té, en las mañanas tomo uno de la marca Kusmi tea, que lo hacen en París desde 1820 y que encargo cada vez que alguien viaja porque no lo venden en Chile. Después de las 5 de la tarde solo tomo té rooibos sin teína porque soy muy sensible y, si no, me desvelo.

En 2013, en Paula, dijo que cuando dejara de ser senadora quería más libertad y viajar con sus amigas. ¿Todavía es el plan?

Es que me encantaría viajar por placer y no por compromiso porque siempre que viajo estoy en cosas de trabajo y no me puedo mover con libertad para conocer más del lugar. Además, algo muy triste, y que no lo dije en esa oportunidad, es que mis amigas están muy pobres, son todas jubiladas y no tienen plata para viajar.

Usted ya tiene 70. ¿Está pensando en jubilarse?

¡Para nada!

"He vivido del sueldo parlamentario. Mi máximo ahorro está en los créditos hipotecarios que estoy pagando. Para ser sincera, hay una cosa bien positiva en mi familia: cierta austeridad. Me siento orgullosa de que en mi familia nadie posea grandes riquezas".

Y si es que se jubilara, ¿estaría igual que sus amigas?

Estaría bastante más complicada que ahora, pero nunca como el nivel de mis amigas. Estuve 15 años en el exilio, entonces tengo lagunas previsionales. Antiguamente los parlamentarios tenían más beneficios, pero hoy día eso no existe. La única jubilación que tenemos es la de la AFP. Yoempecé mi ahorro previsional voluntario en 2005 y he sido muy disciplinada, porque esa va a ser mi jubilación.

Hasta la fecha serían 10 años de ahorro no más.

Me encantaría jubilarme con condiciones que me permitan viajar, pero lo veo difícil. Por lo menos que me alcance para mantener mi parcela. Compré un departamento en Copiapó, mi distrito, con un crédito a 8 años y lo voy a terminar de pagar justo cuando termine el periodo. Y también compré un departamento minúsculo en Valparaíso, que pienso vender cuando termine de ser parlamentaria.

Los entendidos recomiendan invertir en propiedades.

He vivido del sueldo parlamentario. Por eso, mi máximo ahorro está en los créditos hipotecarios que estoy pagando. Para ser sincera, hay una cosa bien positiva en mi familia: cierta austeridad en el patrimonio familiar. Me siento orgullosa de que en esta familia no hay nadie que posea grandes riquezas, que así como yo, mis sobrinos han comprado sus casas de manera normal, con créditos, como todos.

Si no está pensando en jubilarse, ¿qué va a hacer después de su periodo como senadora?

Ya me convencí de que el que nace chicharra, muere cantando. Aunque terminado mi periodo quiero disfrutar la vida, jamás estaré ciento por ciento jubilada porque con la Fundación Salvador Allende y los desafíos que tenemos siempre habrán muchas actividades.

¿Y qué responde a quienes la ven como candidata al sillón presidencial?

Nunca ha estado en mi imaginario. De hecho, debo admitir que me incomoda porque no estoy mirando una cosa como trampolín de la otra. Además, creo que el PS y el PPD deberían llevar una sola candidatura en una primaria, con un liderazgo más joven que tenga apoyo en la opinión pública.

¿Cuando habla de un liderazgo joven es porque no se siente con la energía?

Soy consciente de que tengo 70 años, pero jamás me he sentido, ni me he visto a mí misma como alguien de 70. Mis amigas se sorprenden de lo imparable que soy porque voy a reuniones, viajo, salgo temprano, llego tarde; siempre he sido igual. Las mujeres de nuestra edad tenemos más energía y somos más capaces de lo que la gente piensa. Y yo, me siento con energía y vitalidad para rato. ·

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