La violencia durante el embarazo




Según un estudio realizado a mujeres víctimas de violencia durante el embarazo y postparto, atendidas en centros de atención primaria de salud en la comuna de Recoleta, se encontró que el 5,7% de ellas sufre violencia durante la gestación por parte de sus parejas (Mella et al., 2021). Porcentaje menor en relación al reportado por la Organización Mundial de la Salud durante el año 2013 en América Latina, en donde se evidenció una prevalencia de violencia física y sexual entre 14-17% a 58,5%.

La violencia contra la mujer durante el embarazo es un hecho que la sitúa en una situación de vulnerabilidad crítica, viéndose enfrentada a graves consecuencias que afectan tanto su salud física como psicológica, pudiendo desembocar en abortos, partos prematuros, malformaciones fetales, así como en un deterioro general de su salud, aumentando su riesgo de contraer infecciones y sufrir desnutrición. A esto se suman, altos niveles de estrés, ansiedad y depresión, que agravan su situación de vulnerabilidad y afectan su calidad de vida.

La falta de redes de apoyo, nivel socioeconómico, nivel educativo, así como la situación migratoria, son algunos de los factores que contribuyen a la aparición y prevalencia de la violencia contra la mujer durante la gestación. Lamentablemente, nuestro país carece de suficiente información y de datos que evidencien la magnitud del problema, y de cómo este afecta y pone en riesgo no sólo a la mujer, sino también el desarrollo de su embarazo y del hijo/a en gestación. Aún cuando el abordaje de esta problemática ha sido una “urgencia” durante años, seguimos siendo testigos de los altos casos de violencia intrafamiliar en nuestro país y como estos conducen a lamentables femicidios.

El trabajo para la erradicación de todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres requiere de una mejora en la periodicidad de la recolección de datos que relaten esta situación y que permitan la creación de políticas y programas sociales que respondan de manera efectiva a las necesidades particulares de las mujeres que sufren violencia y que promuevan el empoderamiento de ellas como medida preventiva. No obstante, este trabajo va más allá, en tanto necesitamos un cambio de mirada en nuestra sociedad y modernización que permitan fortalecer la prevención y la protección para las víctimas, generando una mayor cohesión en las instituciones, asegurando que no haya lugar para dudas en su actuar y que las víctimas encuentren finalmente un resguardo seguro.

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