El placer de volver a hacer cosas con las manos

Con el boom de la industrialización muchos dejamos de hacer cosas con las manos. Sin embargo, cada vez son más quienes deciden ocuparse en oficios casi extintos que requieren tanto del despliegue de su creatividad, como del uso de su cuerpo. Y esto, según confirma la ciencia, nos ayuda a vivir en el presente, tal como si meditáramos. Esta es la historia de tres artesanas que han visto el impacto de sus oficios en su creatividad y salud mental.




Aunque actividades como tejer tus calcetas, preparar tu propia mermelada o hacer una manualidad para regalar desde cero no están del todo obsoletas, sí han sido violentamente desplazadas por lo industrializado. Entre la vida ajetreada de la ciudad, el poco acceso económico y el poco interés hacia los objetos hechos a mano, terminó siendo más fácil y barato para la mayoría comprar algo hecho en China, por máquinas.

Sin embargo, hay quienes impulsadas por el aprecio al arte y a la calidad de lo bien hecho hacen que la industria de lo hecho a mano siga andando con sus creaciones. Algo muy valioso no solo porque son la resistencia a la obsolescencia de las cosas hechas a mano, sino también porque su oficio –que involucra constante movimiento y despliegue de la creatividad– las conecta con el presente y la realidad. Y es que, según confirma la ciencia, hacer cosas con las manos ha demostrado ser un buen remedio para el ánimo y un gran medio para lograr estar en el presente como una herramienta de mindfulness y bienestar integral.

Según la neurocientífica del comportamiento estadounidense, dra. Kelly Lambert, el acto de hacer algo a mano requiere tiempo, paciencia y atención al detalle, lo que aumenta ciertos neuroquímicos. Crear libera serotonina, la “hormona de la felicidad”, y mejoran la atención plena. Hoy en día se ha redescubierto como un antídoto para la disforia actual, gracias a su uso en terapia cognitiva y su historial comprobado de reducir la ansiedad, controlar el estrés y mejorar tanto el sueño como la concentración.

Si bien este no es un remedio para la depresión, la psicóloga Stefanella Costa, Investigadora del Centro de Estudios en Neurociencia Humana y Neuropsicología y del Centro de Estudios en Psicología Clínica y Psicoterapia de la UDP explica que ser capaces de hacer cosas útiles con nuestras manos propicia un sentimiento de autosuficiencia y se relaciona con beneficios al ánimo. “Hay estudios que muestran cómo las personas reportan sentirse mejor después de hacer cosas con las manos. Yo creo que esto ocurre porque concentrarse y hacerlo nos obliga a conectar con el momento presente”, dice.

Así, desde el aquí y ahora, hacer cosas con las manos te saca de los pensamientos enfocados en el futuro o en potenciales peligros a los que no te tienes que enfrentar en este momento, que suelen producir más ansiedad y te dejan en una paradoja de tener que escapar de algo que no está ocurriendo y que entonces tampoco tienes cómo escapar, explica Costa.

Como se ha visto que las actividades creativas tienen un efecto de relajación y de disminución del estrés similar al de la meditación, la investigadora UDP asegura que puede haber una relación entre la reducción del cortisol, que es la hormona del estrés, y hacer cosas con las manos. “Las actividades relacionadas con la creatividad pueden tener un efecto más placentero y poderoso porque la satisfacción al ver el resultado que lograste llega a ser más grande. Las cosas que uno hace con las manos están ocurriendo ahí, tú estás a cargo del proceso y del resultado, y eso, al cerebro le encanta”, dice Costa

Al cerebro le encanta porque se activa su sistema de recompensa, que está ligado con la dopamina, que es un neurotransmisor que juega un rol en las sensaciones de placer y motivación. Al producirse placer, explica la investigadora Stefanella Costa, este sistema del cerebro interpreta que hay que volver a hacerlo.

Para Lambert, la falta de esta actividad práctica contribuye a la aparición de depresión, lo que probablemente contribuye a las elevadas tasas de trastornos del ánimo que vemos en el mundo actual. “Empiezas a sentir más control sobre tu entorno y más conectado con el mundo que te rodea. Esto reduce el estrés y la ansiedad y, lo más importante, genera resiliencia contra la aparición de la depresión”, asevera.

Pero no se trata solo de moverse, sino que de crear. “Hacer artesanías tiene un componente grande de placer que no está solo relacionado con hacer las cosas con las manos, sino que también con crear, algo que también se podría lograr haciendo actividades creativas que no necesariamente implican tanto las manos, sino que otras partes del cuerpo como escribir o cantar”, explica Costa.

Así, pintar, hacer pasteles y diseñar vestuario se han transformado en un espacio que alimenta el espíritu creativo de estas tres artesanas que hoy comparten con revista Paula su experiencia haciendo cosas con las manos.

María José Espinoza (@_pasteleriaeva)

“Cuando veo el resultado de eso que creé, como esa torta que tanto me imaginé y que solo era una idea, muchas veces me siento muy orgullosa de lo que hice. Alimenta mi espíritu creativo. Es muy entretenido después ver que funcione y que quedó mejor de lo que uno esperaba. Para mí eso me hace ser más creativa porque me doy cuenta de que lo que pensé se hizo realidad y eso les abre la puerta a millones de otras ideas que también pueden hacerse realidad.

El valor de las cosas hechas a mano es algo que me pregunto siempre porque necesito ponerle uno a las cosas que creo. Para mí algo de hecho a mano tiene un valor infinitamente más grande que algo hecho de manera industrial porque hay un trabajo por detrás que es mucho más minucioso en los detalles. Verlo así te hace tener más consideración incluso por el oficio de otros porque entiendes cuánto costó. Es un proceso mucho más lento, mucho más caro y al mismo tiempo más valioso porque es irrepetible.

Creo que mi oficio y otros ayudan mucho a combatir la obsolescencia de las cosas hechas a mano en una época en la que ni siquiera nos preguntamos de dónde vienen las cosas que compramos. Muchas veces se compara el precio de un producto industrializado con el precio de algo de una pastelería pequeña, ¿por qué voy a pagar más si puedo pagar mucho menos en la torta del supermercado? se preguntan muchos y claro es por la calidad de lo que se ofrece. La gente que aprecia eso hace que esto siga andando.

Hacer mi trabajo mejora mi ánimo mucho porque necesito siempre estar en movimiento. Es un poco una maldición porque a veces me duelen mucho las piernas por estar literalmente todo el día de pie, pero ya estoy muy acostumbrada a combinar la actividad mental con la física. Tanto así, que muchas veces me llega la inspiración andando en bicicleta, caminando o haciendo deporte. Yo creo que es por tener la mente de quizás un poco más despejada”.

Mara Faúndez (@maramaria__)

“Siempre es gratificante y satisfactorio ver los resultados de un proceso de trabajo. Más allá del resultado final, es lindo darse cuenta de cómo la práctica constante de un oficio trae frutos consigo. El hacer a mano requiere de principalmente estar concentrado, focalizado en aquello que se construye, que se arma. Algo que se hace a mano es el producto de una intención, una dedicación, que claro, hay formas y formas de llegar a un resultado, pero para mí, lo valioso, es el tiempo, el estudio o reflexión, y la entrega a esa materialidad, a ese cuerpo.

Aunque no creo que lo hecho a mano esté obsoleto, todo oficio impone una resistencia a lo inmediato, a la industria, que cada vez va cavando más profundo el pozo de lo irreversible. De alguna forma debemos hacerle frente al problema y pensar dos veces a quién estamos apoyando.

Los procesos creativos pueden ser mentalmente muy exigentes, requieren de estar concentrados, resolver problemas y tomar decisiones, momentos que pueden ser desafiantes por cuestiones de ansiedad y estrés, pero cuando existen dos tareas -lo mental y lo físico- que suponen coordinación y ocupación, inmediatamente -sin saber realmente por qué- nos creamos un espacio mental en el que hacer y resolver es posible.

Definitivamente existe una mejora en cuanto a mi estado de ánimo, me desconecta del mundo real en el momento en que me encuentro inmersa en la pintura, en sus colores, su textura, la técnica. Desde el momento en que aprendo a confiar en el material, es cuando más segura y creativa me siento”.

Catalina Guaico (@guaicoestudio)

“Es súper satisfactorio ver algo que creé. Ser parte de todo el proceso de crear una prenda desde que piensas la primera idea y aplicar técnicas de confección aprendidas me ayuda a creer en mis capacidades, ayuda a elevar mi autoestima y a apreciar este oficio que me proporciona autonomía. Desde que me dedico a la confección de ropa valoro mucho más las cosas que están hechas a mano, valoro los procesos lentos y bien acabados. Sin duda un objeto hecho a mano tiene una esencia o alma especial que no puedes encontrar en algo producido en serie industrialmente.

Esto también me ha hecho reflexionar sobre todo lo que uno consume en la cotidianidad y en todo lo que tiene que pasar antes que llegue a mis manos. El escenario es complejo desde que se implantaron con éxito los nuevos modelos de moda rápida. Sin embargo, desde que hubo un auge de nuevos diseñadores y marcas de diseño independiente que han vuelto a poner en marcha a la industria local, hemos logrado atraer a un público que aprecia nuestra propuesta y que ha re-valorizado el enorme aporte del trabajo a mano. Las personas se dan cuenta que están comprando algo único y duradero.

Para mí crear es emocionante y motivador. Aunque a veces en el proceso también hay frustraciones, es muy enriquecedor cuando llega el momento de tener la sesión de fotos de una nueva colección que llevó meses de trabajo, por ejemplo. En el proceso de creación voy a los diversos lugares donde compro las telas y allí surgen ideas al ver los colores y texturas que tengo a disposición. A veces ya tengo un boceto y solo necesito encontrar el tejido adecuado. Investigo sobre las tendencias de temporada para así crear nuestra propia versión. Trato de no tener pasos establecidos en mi proceso creativo, es más bien un proceso abierto para no cerrar opciones”.

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