El control de esfínter no se entrena

El control de esfínter no se entrena

Basta con hacer una rápida búsqueda en Internet sobre “cómo dejar el pañal” y aparecen recetas como: ‘ocho trucos para quitar el pañal al bebé’, ‘cómo dejar el pañal en tres días’ o ‘el mejor entrenamiento para dejar el pañal’. Sin embargo, Constanza Olivares, Enfermera Especialista en Incontinencias Pediátricas, es enfática en señalar que “el control de esfínter no se entrena, se va desarrollando según la madurez de cada niño”. Y al ser un proceso madurativo, lo lógico es que dejemos que ellos sean los protagonistas.




Cuando el hijo de Brenda estaba por cumplir los 2 años, ella y su marido comenzaron una “carrera” por conseguir que el niño dejara los pañales. En marzo siguiente entraría al jardín y allí le habían indicado que debía entrar controlando esfínteres. Cuando lo matricularon pensaron que esto era posible porque en el caso de su sobrino mayor, esto había resultado: él había dejado los pañales justo cuando cumplió los dos años. Pero quedaban dos semanas para el ingreso y el niño se seguía haciendo pipí en la ropa todas las veces.

La ansiedad y desesperación se apoderaron de la familia. “Un día recuerdo que estaba en medio de una reunión por zoom, sentada en el comedor de la casa. Me habían aconsejado que sentara en el baño a mi hijo cada una hora, pero la reunión se alargó. De pronto, vi que se agachó en un rincón y acto seguido, el pipí comenzó a correr por su pierna. Pegué un grito, sin tener en cuenta que el micrófono estaba abierto. Me morí de la vergüenza, tuve que pedir disculpas en la reunión, pero lo peor de todo, es que mi hijo se asustó tanto por el grito y por lo agobiada que me vio, que comenzó a llorar y no paró varios minutos después”, recuerda. Dice también que nunca más olvidará la cara de susto de su hijo, que la hizo pensar que en ese proceso algo no andaba bien.

Así como le ocurrió a Brenda, para muchos padres y madres el hito de dejar el pañal, es difícil y en algunos casos, muy estresante y frustrante. Para Constanza Olivares, Enfermera Especialista en Incontinencias Pediátricas (en Instagram @happypopopis), esto tiene su origen en la presión social. De hecho, cuenta que la mayoría de los pacientes que consultan, lo hacen en el momento en que tienen que salir de su núcleo seguro que es la casa: cuando entran al colegio, cuando van a ir al jardín y les dicen que necesitan que controle esfínter.

En enero del 2018 el Ministerio de Educación publicó una circular que establece claramente que no se puede negar o condicionar el ingreso al jardín a que un niño o niña deje los pañales. Tampoco corresponde que lo envíen nuevamente a sala cuna, que le reduzcan la jornada o alguna otra medida de discriminación arbitraria. Pero esto es reciente y es por ello que más allá de la norma, la estandarización del control de esfínter se ha transformado en una cuestión cultural. Basta con hacer una rápida búsqueda en Internet sobre “cómo dejar el pañal” y aparecen recetas como: ‘ocho trucos para quitar el pañal al bebé’, ‘cómo dejar el pañal en tres días’ o ‘el mejor entrenamiento para dejar el pañal’.

Sin embargo, Constanza Olivares es enfática en señalar que “el control de esfínter no se entrena, se va desarrollando según la madurez de cada niño”. Y al ser un proceso madurativo, lo lógico es que dejemos que ellos sean los protagonistas. “Estamos acostumbrados a estimular a los niños; somos los adultos los que les movemos el juguete, los sentamos –llenos de cojines para que no se vayan hacia el lado–, los paramos cuando están cercanos a cumplir un año porque alguien nos dice que en ese momento tienen que caminar, etc. Pero nada de eso es necesario porque cuando un bebé está en un entorno en el que se siente seguro, cuidado, respetado, y en el cual se le da el espacio de mostrarse, puede tomar las decisiones, como qué objeto tomar o cómo moverse”, explica la kinesióloga Camila Puschmann, en otro artículo.

Con las idas al baño, ocurre lo mismo, explica Olivares. “En algún momento nos dijeron que a los dos años se debe sacar el pañal y así lo mantuvimos por mucho tiempo, entonces se normalizó y todos los padres e incluso los jardines infantiles entendieron que así era. Que había que entrenar a los niños para que cumplieran ese hito “a tiempo”. Pero los avances médicos han demostrado que, por ejemplo, hay niños que no gatean, que se saltan esa etapa y directamente caminan. Antes se pensaba que era raro, pero hoy nos hemos abierto un poco más a las flexibilidades del desarrollo de los niños y niñas”.

Y no es que no deban existir ciertos estándares –en el caso del pipí, es normal que un niño o niña se haga hasta los 5 años– pues se necesitan para tener una referencia y estar atentos, agrega la especialista. “El problema es que la rigidez de estos estándares ha hecho que, aunque todos tengamos un discurso de que cada niño tiene su propio ritmo, si el niño o niña se arranca dos semanas de esa línea, empezamos con las intervenciones”. Para ella es necesario que esto se mire desde la perspectiva de la crianza respetuosa: “Yo lo entiendo como la posibilidad de darle el espacio al niño o niña para que manifieste dentro de sus capacidades, como ir avanzando en los hitos de su desarrollo”, dice.

Refuerzo positivo

Constanza cuenta que hay veces en que los niños le tienen susto al baño por conductas de los padres, porque los padres se frustran y los retan cuando llegan a sentarse mojados o cuando no hacen en el horario que establecieron. En su experiencia, cuando nos concentramos en lo que el niño o niña sí hace, y no solamente midiendo lo que no hace, empezamos a ver realmente lo que necesita.

Y es que, como cualquier otro hito del desarrollo, es importante ver las señales que da el niño o niña. “Por ejemplo, cuando les incomoda el pañal con pipí, o cuando empiezan a avisar. Ahí hay que ver cada cuánto avisa, qué tan mojado sale el pañal, pues son señales de que ya está haciendo una rutina de baño. También es bueno adecuar el baño, poner un banquito para que los pies no estén flotando. Todo esto, más que un entrenamiento, es generar las condiciones para que ellos desarrollen su propio proceso”, explica la enfermera.

Agrega que tampoco es bueno el método castigo y recompensa –tan usado en estos entrenamientos– porque genera un aprendizaje condicionado: que haga en el baño solo cuando va a tener un regalo. Constanza aclara que se puede reforzar con aplausos o caritas felices, pero no pueden haber caritas tristes, porque no hicieron algo mal, sólo están aprendiendo. “Yo entiendo que los padres y madres a veces se abruman con el proceso porque puede ser agotador que se hagan en todos lados, sobre todo fuera de la casa, pero por eso yo siempre les recomiendo que anden preparados, con mudas, para que el proceso no sea un estrés y que no limite la vida social de la familia”, dice.

Lo otro es que recalca la especialista, es esta idea de que la incontinencia infantil siempre se asocia a un problema psicológico: el niño está mañoso, justo nos cambiamos de casa, nació un hermanito. “Si bien hay hitos que pueden impactar como la separación de los padres u otro que afecte su cotidianeidad, se tiende a pensar que todo viene de un problema psicológico y no es así necesariamente. Puede haber algo a nivel fisiológico o madurativo”.

Que el baño deje de ser un tabú

Aunque el control de esfínter es un proceso natural del desarrollo humano, es un tema de conversación a puertas cerradas; nadie quiere hablar de lo que sucede en su baño. “Muchas parejas no hablan, por ejemplo de la caca, hasta cuando nace su hijo. Me pasó el otro día en una conferencia con personas adultas, dije algo como “se te escapa un gas” y todos se rieron, cuando se trata de algo tan normal. El problema es que la consecuencia es que abunda la desinformación y cualquier “anomalía” se trata como un problema privado”, dice Constanza, y agrega: “Si un niño o niña se hace pipí en el colegio, tratan de que no se note, llaman a los padres en silencio, y todo eso, genera la sensación de que es algo malo y por lo tanto un motivo de burla para los otros niños. Como un círculo vicioso. Cuando todos deberían entender que, hacerse pipí en el periodo en que se está avanzado en este hito del desarrollo, puede ser normal”.

Según la especialista es urgente que exista un cambio cultural. “Me pasa mucho que llegan niñas que están con incontinencia y me cuentan que la mamá siempre les dice que se aguanten cuando no están en la casa porque los baños están sucios. Mal ahí. Porque en esos casos, hay que estar preparados, andar con toallitas desinfectantes. Hay que educar a los niños y niñas para que se atrevan a decir, donde estén, que tienen ganas de hacer pipí o caca, que no que les de vergüenza. Y para eso hay que hablar de este tema”.

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