Aprender a dejar ir




La primera vez que vi Los puentes de Madison quedé con una sensación amarga porque no podía creer que Francesca Johnson (Meryl Streep) no se fuera con Robert Kincaid (Clint Eastwod). Para mí era una historia de amor y tenía que terminar en un final feliz. ¡Súbete a esa camioneta!, pensaba. Pero con los años entendí que las relaciones no sólo se tratan de pasión y amor, sino que son profundamente complejas. Y en parte eso es lo que me inspiró a dedicarme a entender los vínculos entre personas.

“Ya no quiero estar más contigo” es una frase que no quisiéramos oír nunca. Sentarme frente a frente, mirar a los ojos y verbalizar un pensamiento que ha estado navegando en la cabeza y que al decirlo puede desmoronar a alguien que, a pesar esa frase, sigues queriendo.

El cine, el teatro, la literatura y, especialmente la poesía, han tratado de darle forma a una experiencia humana tan común pero a la vez tan difícil de expresar. La poetisa uruguaya Idea Vilariño en su poema Ya no, lo dice en una estrofa:

Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro no sabré dónde vives con quién ni si te acuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche nunca.

No volverá a tocarte.

No te veré morir.

Dejar ir, despedirse de una relación a pesar de todo lo bueno, a pesar de todos los años, a pesar de todos los proyectos, requiere de mucho valor. Ser capaz de expresar asertivamente a alguien que has amado que ya no quieres estar más ahí. ¿Cuántos fantasmas se te aparecen? ‘Mejor me espero, debe ser una crisis que ya pasará' ‘¿Y si no encuentro nunca a nadie más?’ ‘Las relaciones son monótonas, así es la vida’.

Dejar ir muchas veces puede ir acompañado con emociones como culpa, tristeza y miedo. Miedo a herir a alguien que amaste y que ahora quieres de manera distinta. Culpa de que otros sufran por tu decisión. Tristeza porque esa cotidianidad se disuelve y ya no estará ahí su olor, su risa, su voz, su presencia. A veces no podemos lidiar con todas esas emociones y pateamos la decisión para más adelante, lo que puede generar una agonía innecesaria y que termina hiriendo más a ambas personas.

A mis ojos es importante entender que las relaciones humanas son dinámicas, circulares, complejas y que no hay un solo motivo para dejar ir.

Sin embargo, es importante hacernos cargo que somos parte de una relación y que la responsabilidad afectiva no es sólo mientras ocurre el vínculo, sino que también cuando decido cortarlo. ¿Es tarea fácil? Sin duda que no, pero podría ayudar que pensáramos honrar esa relación y decir que porque te conozco, te quiero y te respeto, te digo mirándote a los ojos que ya no quiero estar contigo.

* Dominique es Psicoterapeuta -sistémica, centrada en narrativas- y magíster en ontoepistemología de la praxis clínica. Se desempeña como docente universitaria y supervisora de estudiantes en práctica. Atiende a adultos, parejas y familias. Instagram: @psicologianarrativa.

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