1KO: La red de apoyo femenino que surgió en Bajos de Mena




Cuando la pandemia por COVID-19 estaba en uno de sus momentos más álgidos, Melyna Montes, comunicadora social y activista de Puente Alto, recuerda que en el sector de Bajos de Mena -donde vive hace más de 25 años- se sentía el hambre. No había trabajo, tampoco dinero, y muchos apenas tenían qué comer. “Si no nos mataba el virus, nos mataba el hambre”, recuerda.

La situación era crítica. Es por eso que no dudó en llamar a su amiga Alejandra Mustakis, empresaria y expresidenta de la Asociación de Emprendedores de Chile para pedirle ayuda. Un empujón para poder salir adelante.

Mustakis -que había conocido a Melyna en un programa de televisión en el contexto del estallido social de 2019- no lo pensó dos veces y gestionó dichos apoyos con diversas empresas. Como resultado, se lograron levantar 30 ollas comunes, entregando más de 5.200 almuerzos diarios y 900 cajas de mercadería en total. Sin embargo, y pasada la contingencia sanitaria, la idea de hacer algo para generar redes de apoyo sostenibles en el tiempo quedó dando vueltas.

Además de tratarse de un tema económico, la pandemia -cuenta Melyna- develó una serie de problemas de salud mental en Bajos de Mena, especialmente en el caso de las mujeres cuidadoras que estaban en sus casas 24/7. Y no era la idea que volvieran a quedar solas terminada la emergencia.

Desde esa necesidad surge 1KO, una empresa social -con modelo de cooperativa- que busca crear oportunidades y destacar el valor del trabajo local realizado por tejedoras, muralistas y grafiteros del sector. “Partimos con este sueño que era una locura porque no sabíamos cómo lo íbamos a hacer. Ha sido lindo porque tenemos una propuesta donde todos nos valoramos y llevamos oportunidades a personas que no las han tenido. La idea es que puedan sentirse parte del modelo social, y valorados y dignos desde sus talentos”, cuenta Mustakis.

Liderados a nivel creativo por la diseñadora de alta costura Macarena Cortés, este equipo de 50 personas -de las cuales un 90% son mujeres- comercializa productos de ropa, hogar y decoración realizados a mano por vecinos y vecinas de Bajos de Mena, quienes reciben, a su vez, parte de las utilidades del negocio. Su éxito ha sido tal, que ya cuentan con alianzas comerciales con empresas como Wallmart y Falabella, desde donde venden sus productos a público general. “Nuestra meta es poder rescatar los oficios y armar un modelo de negocios que permita a las mujeres tener más oportunidades en la vida”, sostiene Montes.

Una de las vecinas que trabaja en 1KO es Mitzi Veloso (57), quien antes de entrar a la empresa, vendía artesanías en la feria y dedicaba gran parte de su día a cuidar a su marido que fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson. “Cuando me invitaron fue ideal para emplearme en algo y ganar un poco de dinero desde la casa, porque en pandemia lo hacíamos así. Ahora que ya vamos presencial, igualmente estamos cerca y lo bueno es que no tenemos que gastar tiempo y plata en locomoción. Entonces, esto nos permite tener un sueldo digno para vivir en el cotidiano. Mi esposo tiene una pensión por discapacidad que es malísima, entonces es una forma de salir adelante”, relata.

Como ella, dice Melyna, muchas de las trabajadoras de 1KO se dedican al cuidado de terceros, ya sea de hijos o padres. Y no solo eso: algunas ven este espacio como una manera de salir del círculo de la violencia doméstica. “Ya sea verbal, económica o física. O sea, tenemos una señora que entendió que no podía vivir solo del trabajo de su marido. Que ella también tiene herramientas para surgir. Entonces, en 1KO les entregamos ese poder de decir: puedo trabajar y elijo no seguir con este maltratador. Nuestro afán es que ninguna sufra situaciones de violencia, es por eso que las vamos empoderando”, relata Montes y puntualiza que, en este grupo, se ha dado un círculo virtuoso de acompañamiento y sororidad: “Ni siquiera tomamos esto como una empresa, para nosotros es una gran familia”.

Así lo ha sentido también la tejedora Mónica Riquelme (45), quien apenas se enteró de esta posibilidad laboral, no dudó en tomarla. Y es que el mundo textil no le era ajeno: había estudiado confección en un colegio técnico, lo que le entregó herramientas para más adelante dedicarse a vender artesanías en diversas ferias comunales. Es por eso que en 1KO tomó, de manera natural, un rol de líder frente a sus compañeras a quienes les ha enseñado todos sus conocimientos en costura. “Ha sido importante tener un ingreso, pero también apoyarnos y enseñarnos entre nosotras. Cuando nos juntamos aquí, compartimos, conversamos, nos reímos, lloramos. Hay compañeras que viven todo el día encerradas y cuando vienen acá, se desahogan. Es casi como una terapia”, cuenta.

Tanto para Mitzi como para Mónica el hecho de ver su trabajo en las vitrinas del retail ha sido algo inesperado y emocionante. “Es bacán pensar que los diseños que hacemos nosotras y que vienen de nuestras manos se venden a nivel nacional. Realmente maravilloso”, dice Mónica. “Se me eriza la piel cuando lo veo. Cada vez que voy al supermercado, me siento como promotora porque estoy buscando productos o los estoy comprando, y si alguien se acerca les digo: miren, esto lo hacemos nosotros en Bajos de Mena. Todas lo hacemos así porque nos sentimos muy orgullosas de este gran logro”, indica Melyna Montes.

La diseñadora Macarena Cortés cree que, tras varias horas de capacitación y trabajo de taller con las vecinas, finalmente en 1KO han logrado generar productos de alto nivel. “He visto un avance considerable. Hoy ellas están súper preparadas para hacer manualidades de alta gama en tejido y macramé”, destaca e indica que en la empresa han tratado de trabajar siempre con un enfoque desde la inclusión: “Es decir, se les da oportunidades a personas que muchas veces quedan relegadas, porque parte del diseño tiene que ver con eso: con cómo diseñamos para que cada una sea un aporte”.

En términos de proyección, Alejandra Mustakis explica que en 1KO esperan poder exportar este modelo de negocios a otras comunas con altos niveles de vulnerabilidad social para entregarles así una propuesta de valor sostenible y con impacto en el tiempo. “Esto ha sido un prototipo. Nosotros estamos soñando en grande porque entendemos que esto puede dar nuevas oportunidades a las personas. Así que estamos trabajando con empresas para llevar esto a otras comunidades en Chile”.

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