Siria y Consejo de Seguridad de la ONU



En una calculada operación militar, Estados Unidos en coordinación con Francia y Reino Unido atacaron al régimen de Basher Assad en Siria, luego del ataque con armas químicas en ese país en el que murieron al menos 48 personas. Al margen de la gravedad de lo sucedido, el hecho vuelve a revelar la ineficacia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, principal órgano resolutivo de esa instancia multilateral y el único con facultades para autorizar el uso de fuerza armada, según lo establecido por su Carta constitutiva. De acuerdo al mandado otorgado hace más de 70 años, el Consejo debe mantener la paz y seguridad y cooperar en la solución de problemas internacionales. Objetivos que, a la luz de lo sucedido en los últimos años y particularmente en la situación de Siria, no ha sido capaz de cumplir.

Por ello es razonable insistir en una reforma que modifique la composición de ese órgano resolutivo de la ONU que, exceptuando la ampliación de miembros de 11 a 15 en 1965, no ha tenido mayores cambios desde su creación y sigue respondiendo a un esquema obsoleto, surgido de la Segunda Guerra Mundial. Solo las potencias vencedoras de ese conflicto -Francia, Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, además de China- son miembros permanentes, con derecho a veto. Mientras no se concrete esa reforma, parece difícil evitar que ante crisis internacionales algunos países sigan actuando en forma unilateral o sin contar con la venia del Consejo, lo que podría terminar llevando a la irrelevancia a ese organismo.

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