La columna de Guarello: Dónde jugamos

Hinchas de la Universidad de Chile en el Estadio Santa Laura, durante el duelo ante Palestino por la fecha 10. FOTO: AGENCIAUNO.

"No sé cuánto más podrá durar este estado de incertidumbre que tiene Universidad de Chile. A los problemas futbolísticos e institucionales, se suma el hecho de que ni siquiera saben si van a jugar el fin de semana siguiente".



Como ya ocurrió con Unión Española, ahora es el partido frente a Audax Italiano el que debe suspenderse. El motivo es de la era amateur: no hay dónde jugar. Es como cuando tenía diez años, nos metimos en una cancha de tierra y salió un tipo de anteojos oscuros y pistola a decirnos que ahí: “No se puede jugar”. Y era un descampado irregular y poceado, cuya única señal de que se trataba de una cancha eran dos rectángulos de madera que emergían en el erial. Estamos en 2022 y nuestro país inició hace catorce años un plan de renovación completa de todos sus estadios. En algunas ciudades, como San Antonio, una obra flamante se agrieta bajo el sol y el viento salobre porque nadie quiere hacerse cargo de su mantención. Esos lujos se da este país, lograr la paradoja de que un estadio sea tan nuevo, que ya fue abandonado y es una ruina conceptual. Como el poema de Juan Luis Martínez: “La casa que construiremos mañana, ya está en el pasado y no existe”.

Sobran estadios, faltan ganas de hacerse cargo del espectáculo. Ya se habló mucho del alegato de Gustavo Quinteros porque el duelo contra Universidad Católica se juega el domingo en la mañana y no el sábado en la tarde. Pueden exigirse gestos de “buena voluntad” y “solidaridad” con miras a la Copa Libertadores, pero el tema de fondo es tan evidente como brutal: el miedo a que un grupo de garreros vaya, con o sin entrada, a armar despelote. Los “reventones” en los últimos partidos en el Monumental son avisos contundentes.

Colo Colo zafa porque tiene su propio estadio. Pero la U no lo tiene. Y esto se agravó con las inescrutables y eternas remodelaciones del Estadio Nacional. Entonces, si el Santa Laura no está disponible o el rival, en este caso Audax, no puede usar el Municipal de La Florida porque es un vacunatorio, comienza el vía crucis. Nadie quiere recibir a la U, no por el club ni siquiera por el grueso de sus seguidores, sino por un grupo desquiciado y violento, que causa todo tipo de problemas cuando aparecen con la excusa, insostenible a esta altura, de alentar a su equipo.

Lo triste es cómo se valida, aunque sea de forma inconsciente, esta manera enferma de “alentar”. En el partido contra Palestino un adolescente de forma impune le estuvo apuntando un rayo láser a los ojos de Daniel Sappa, mientras que el resto de quienes estaban en esa grada se reía y celebraba al ingenioso. No hubo uno capaz de detenerlo, pese al daño a la vista que le podía causar a Sappa y los castigos, inminentes, que recibirá el club. Vaya mentalidad primitiva.

Un fanático azul apunta con un láser al arquero de Palestino Daniel Sappa. FOTO: AGENCIAUNO

No sé cuánto más podrá durar este estado de incertidumbre que tiene Universidad de Chile. A los problemas futbolísticos e institucionales, se suma el hecho de que ni siquiera saben si van a jugar el fin de semana siguiente. Los intendentes abren el paraguas y con razón, después deben responder políticamente por los asaltos, agresiones y comercios saqueados por los traficantes de la “pasión”.

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