Columna de Sebastián Izquierdo: Liceos emblemáticos: ¿Democratización fallida?

Contrario a lo que el ministro sugiere, las recientes políticas han erosionado la excelencia en lugar de democratizar la educación. Los liceos emblemáticos, están siendo afectados por una igualdad mal entendida, que más bien quita los patines. La verdadera democratización se logra a través de la calidad; la excelencia no debe ceder ante la mediocridad.



La desaparición de los liceos emblemáticos en el ranking PAES no es accidental, es un resultado deliberado. Nos enfrentamos a un sistema que ha abandonado el mérito y ha obstruido la escalera de la movilidad social, privilegiando lo privado y dejando en penumbras a la educación estatal. Este descenso no es solo cuestión numérica; es una alarma que nos lleva a interrogarnos sobre la trayectoria de nuestros jóvenes más desfavorecidos y a reflexionar sobre quiénes tomarán su lugar en las aulas de las más prestigiosas universidades. Una educación de excelencia que nutre el talento basado en el mérito, independientemente de la cuna, es vital para cultivar una élite diversa y representativa.

Mientras los rankings de la PAES inquietan a algunos, el desplome del Instituto Nacional del 9° al 267° lugar en dos décadas resuena alto y claro. Sorprenderse ahora o refugiarse en críticas metodológicas es esquivar la realidad: la PAES, aunque no diseñada para medir la calidad del sistema, inequívocamente señala que ciertos liceos emblemáticos han dejado de ser pilares de excelencia y movilidad. Desatender esta evidencia es renunciar a la mejora que Chile reclama.

La cultura del mérito y el esfuerzo, pilares de los liceos de excelencia, ha sido socavada por decisiones políticas. Primero, la Ley de Inclusión, al cuestionar la selección académica, no sólo la eliminó, sino que también estigmatizó la meritocracia, dispersando aquel talento “inmerecido y descremado”, todo esto sin lograr un avance general en la calidad. Reducir la excelencia de estos liceos a la mera selección fue un error. Aunque la practicaban, su esencia radicaba enriquecer las capacidades de sus estudiantes más allá de sus resultados académicos iniciales. Segundo, la introducción del ranking de notas de enseñanza media el año 2013 tuvo efectos adversos, particularmente para los proyectos educativos de altas exigencias. Esta medida propició que estudiantes sobresalientes se trasladaran a establecimientos menos exigentes. Y tercero, los paros y las interrupciones prolongadas, a menudo impulsados por agendas políticas, han restado incontables y valiosas horas de aprendizaje.

Contrario a lo que el ministro sugiere, las recientes políticas han erosionado la excelencia en lugar de democratizar la educación. Los liceos emblemáticos, están siendo afectados por una igualdad mal entendida, que más bien quita los patines. La verdadera democratización se logra a través de la calidad; la excelencia no debe ceder ante la mediocridad.

Para retornar a la excelencia, se requiere decisión. Es imperativo reinstaurar el debate sobre la selección por mérito académico antes de los 18 años, reconociendo su papel en promover la movilidad social. Además, es crucial cerrar las brechas a través de políticas públicas efectivas, tomando como ejemplo los Liceos Bicentenario. Por último, se necesita mejorar sustancialmente la ley que pone fin a la municipalización de la educación estatal mediante los SLEP. Es imperativo actuar ahora; de lo contrario, la próxima PAES será un déjà vu: sorpresa para algunos, incomodidad para otros. No podemos ser espectadores pasivos, Chile merece más.

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