Columna de Magdalena Merbilháa: Sin Dios ni Ley

Ni siquiera la seguridad privada pudo evitar la violencia en el Estadio Nacional.
Foto: AgenciaUno


Esta semana vimos nuevamente a la “Garra Blanca” en acción. No se destacan por sus luces, sino por sus sombras. La violencia en los estadios es algo que han enfrentado muchos países, pero en Chile es aún más complejo. Las llamadas “barras bravas” se han usado para fines políticos. Han sido útiles para aquellos que no estando contentos con los resultados democráticos deciden usar la violencia para lograr imponer lo que las urnas no les dio. En definitiva los que no creen en la democracia. Las “Barras Bravas” fueron la avanzada de la “Primera Línea”, delincuentes dispuestos a todo en el marco de la supuesta “protesta social”. Ellos siempre tuvieron “agenda propia”, si es que tenían agenda alguna. Ciertamente nunca tuvieron ni Dios ni Ley.

El Domingo recién pasado debió suspenderse la final de la supercopa entre Colo Colo y Huachipato, por conflictos entre la “Garra Blanca” de Colo Colo y carabineros. Los “hinchas” cruzaron las vallas de seguridad cuando los agentes policiales sacaban un lienzo que decía “Piñera y B$N enemigos del pueblo”. Los barristas quedaron prácticamente en la cancha y tras incidentes varios, que implicaron destrucción y quema de parte del mobiliario del estadio, el partido debió ser suspendido y quince personas resultaron detenidas. No respetaron a su equipo, ni a los asistentes y quemaron el memorial de los detenidos desaparecidos en el estadio. Sin Dios ni Ley. Eso es y ha sido “el octubrismo”, fuerzas destructoras serviles a otros y las “barras bravas” eran y son el emblema de eso, delincuentes desatados sin Dios ni Ley.

Abandonar a Dios no es simplemente no ir a misa o creer en la Iglesia, implica no aceptar el concepto de la medida de las cosas. lo que determina de modo objetivo lo bueno y lo malo. Dios y Ley en la historia estuvieron unidos hasta que el secularismo pavimentó el camino al socialismo e hizo aparecer una “religión” de sustitución que elevó al Estado y a la Ley como nueva medida de las cosas. La Ley Positiva se separó de la Ley Natural y “lo legal” reemplazó a “lo correcto” en la convivencia social. Muchas veces La Ley y El Bien pueden ir de la mano, pero otras definitivamente no. Por eso, frente a algo incorrecto, muchos se justifican diciendo “es legal”. Puede ser legal, pero no es correcto. Quienes tienen a Dios como medida, eso lo tienen claro, o al menos, debieran tenerlo. Sin Dios, solo queda la Ley. El problema social total aparece cuando la Ley tampoco norma el comportamiento y por tanto las “pasiones” liberan “la jauría de perros” que todos llevamos dentro y que implica siempre autocontrol. Esas pasiones desatadas son la característica esencial del llamado “octrubrismo”, los violentos antidemocráticos, anarquistas y oportunistas, los delincuentes sin Dios ni Ley que fueron usados por quienes hoy nos gobiernan para llegar al poder. Tras Octubre de 2019, Chile convulsionado y enloquecido hizo que muchos celebraran estos actos y a estos grupos. La prensa los llamaba “héroes” y los políticos antidemocráticos los recibían en el ex Congreso Nacional con honores. Era el mundo al revés, el mundo de “Las Maravillas” donde todos están locos y el más cuerdo es una “oruga que fuma opio”.

El “opio” y el delirio se les subió a muchos a la cabeza. Pero Dios y el tiempo se encargaron de ir recuperando la sensatez y el sentido de lo correcto. La condena a la violencia se hizo popular y solo los que habían llegado al poder por la violencia, no la condenaron abiertamente. Los dos procesos constitucionales y sus plebiscitos fueron sepultando a los “octubristas” mientras el gobierno, les pagaba con indultos y pensiones de gracia. La ciudadanía cada vez más consciente los aisló y condenó. Y de hecho, fue la muerte de Sebastián Piñera la que los terminó por sepultar. Pequeños grupos disfuncionales y violentos celebraron, mientras Chile se unía en el dolor. Por eso, la “Garra Blanca” con lienzos anti Piñera era esa lacra, escoria que Chile ya no quiere. Como no tienen Dios ni Ley, no respetaron ni la memoria de los detenidos desaparecidos, para ellos nada es sagrado. Sin embargo, a pesar de la gravedad de los hechos, las 15 personas detenidas fueron liberadas, como siempre pasa en este país. El gobierno en deuda con ellos debe pagar los “favores concedidos” y la justicia deja de ser justa cuando no da “a cada uno lo que es de propio suyo”. Muchos miembros del poder judicial son parte del apoyo a los “octubristas”, validan la violencia con fines políticos. Cuando la justicia se permea de ideología es cualquier cosa menos justicia, pasa a ser un ente más sin Dios ni Ley.

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