Columna de Magdalena Merbilháa: El peor ciego es el que no quiere ver



Al poco andar del gobierno de Gabriel Boric, sus cercanos hablaban de “Legado”. La palabra parecía más que poco adecuada para unos meses de llegados al poder. Un legado es lo que juzga la historia en el tiempo por las acciones de un gobierno específico. No es algo que se juzgue en vida. Es algo que otros en el tiempo, teniendo en cuenta las consecuencias de un gobierno en específico, consideran como tal. Algo que marcó y cambió el curso de la historia de modo positivo. Por eso al poco andar del gobierno del presidente Boric, hablar de legado parecía desproporcionado y hasta de mal gusto.

A dos años del gobierno, tampoco podemos hablar de legado. Pero sí podemos juzgar de modo objetivo la gestión y los números de lo que va de gobierno. Básicamente es posible evaluar si lo están haciendo bien o mal. Para esto, hay medidas objetivas que se pueden comparar numéricamente y que no tienen que ver con percepciones. Lo cierto es que analizando los números, y teniendo en cuenta que la mayor parte de ellos no les favorece, pareciera ser que quienes hoy son gobierno tienen una elevada autoestima y una nula noción de la realidad. Aunque el Presidente y sus cercanos digan abiertamente que " han mejorado la vida de los chilenos”, esto no es real. La minuta comunicacional desde el Ejecutivo fue instalar la ideas de “avances y logros”. Pero si se analiza área por área pareciera solo haber retrocesos. Ha aumentado la delincuencia y la percepción de corrupción. Los delitos violentos tales como, homicidios y violaciones crecieron, llegando a un máximo histórico. La inmigración descontrolada, terminó por instalar el crimen organizado, no como un potencial flagelo, sino como una realidad que cada día sorprende más a los chilenos. Nuevos delitos, entre los que están el secuestro y sicariato, han pasado a ser normalizados en la realidad nacional, lo que es un tema altamente complejo. Los migrantes ilegales ingresados a Chile se multiplicaron por 4 en el 2022-23 , llegando a 88.418 según el estudio del Observatorio de la Migración Responsable, realizado a partir de cifras de la PDI.

En el ámbito económico, no hay crecimiento y estamos en una abierta recesión que no responde a ciclos mundiales, sino que se agrava por las determinaciones tomadas en Chile. Se trata de la mayor contracción económica de los últimos 34 años. Si hasta el gobierno creó un “gabinete pro crecimiento” que en realidad ha brillado por su ausencia. El desempleo es otro de los flagelos que ha complicado al país. La única creación de empleos viene del mundo público y del mercado informal, con lo que no se han podido recuperar las tasas de empleo pre pandemia. Esto se complica aún más ya que varias de las medidas que el gobierno celebra como logros, entre las que están las 40 horas, el aumento del salario mínimo y a lo que se puede sumar la potencial reforma previsional, son factores que complican aún más este escenario. No ayudan, perjudican. La tasa de desempleo del trimestre noviembre – enero fue de 8,4% , un punto más alto que el año anterior. La inflación que parecía estar relativamente controlada, volvió a escapárseles de la mano por lo que con el acumulado anual, ya no se cumplirán las metas establecidas. Hay serios problemas en educación, vivienda y salud, los que están lejos de ser solucionados y las promesas de campaña en estas áreas, que nunca se ajustaron a la realidad, ya no les sirven de arenga para una ciudadanía cada vez más decepcionada. Siempre supieron que no podrían cumplir, por lo que fueron simples “voces vacías”. En Educación destruyeron la Educación Pública y los resultados del Simce retrocedieron a los niveles 2018, los niños no entienden lo que leen y no son capaces de resolver un problema básico de matemáticas. Una generación literalmente perdida. En Vivienda, a la carencia habitacional existente se suma el drama habitacional por los incendios. El gobierno no ha dado el ancho en la reconstrucción y el Plan de Emergencia Habitacional solo ha avanzado un 38% de la meta propuesta. Hay una clara decadencia país desde cualquier ángulo que se mire. Es evidente, pero ellos no lo ven.

Lo cierto es que pareciera ser que no hay nada que celebrar. Más bien, hay de que arrepentirse. El Presidente dice que “estabilizaron” el país y en cámara el periodista le aclara que ellos fueron los que desestabilizaron y celebraron la inestabilidad. Quemaron el país para lograr el poder, lo que evidenció que estaban dispuestos a cualquier cosa para lograrlo y mantenerlo. Usaron los problemas de las personas para lograr votos y han decepcionado a todos. Lo preocupante es que la falta de autocritica no augura unos mejores segundos años. Ciertamente la ideología nubla la mente e impide ver la realidad. El peor ciego es el que no quiere ver.

Por Magdalena Merbilháa, periodista e historiadora.

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