Columna de Javiera Arce-Riffo: El primer año



A pesar de que América Latina ha avanzado en democratización, estas democracias cada vez se han vuelto más frágiles, lo que ha derivado en inmediatez y superficialidad de los liderazgos para mantenerse en el poder. Ya no hay espacio para lunas de miel en los primeros meses de mandato; y no ha sido distinto para Gabriel Boric. La aprobación medianamente alta con que contaba apenas ganó las elecciones no ha hecho más que bajar, y ya no supera el 27%.

En efecto, esa constante tentación de convertir cada una de sus acciones y las de sus ministros en un hito histórico/simbólico, terminaron por abrumar a la población, mayormente inconexa con esta tendencia InstaGovernment. Como resultado, se vieron lindas postales de gobierno, mas no fueron suficientes para tapar los sucesivos errores del amateurismo propio de quien nunca ha gobernado.

La incorporación de mujeres políticas con más experiencia ha logrado estabilizar al Ejecutivo, pero no ha sido suficiente.

El triunfo del Rechazo fue una primera y gran derrota política para el gobierno. Sin embargo, y como el ser humano suele tropezar con la misma piedra, de poco sirvió para que el Ejecutivo aprendiera y desligara su devenir del proceso constituyente, estrellándose nuevamente, esta vez, contra las alianzas electorales para las candidaturas al Consejo Constitucional.

Y aunque así fue como se ganó popularidad en el pasado, una de las lecciones que nos deja este primer año es que no se puede construir un proyecto político de gobierno sobre la base de la crítica y la performance, puesto que, en democracia, todo se cobra luego a través de los órganos representativos.

Una vez en el poder, se requiere más que buenas ideas y una bonita puesta en escena para hacer funcionar el aparato estatal. Un Presidente comprometido y luchador como Gabriel Boric, debe saber elegir sus batallas y evitar transformarlas en eventos electorales, en plebiscitos a su gestión. Todavía queda espacio para aprender y demostrar que se ha aprendido, y el cambio de gabinete que se viene será una buena prueba para ello. Se requiere convocar a las mejores personas para cambiar la percepción del gobierno, que sigan la buena senda que se vio en la gestión de los incendios y, más que para esquivar golpes con los ojos cerrados y en una inamovible postura, sirvan para tender y crear lazos con la oposición y aquellos sectores más díscolos de la coalición.

Por Javiera Arce-Riffo, cientísta política, Red de Politólogas.

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