Columna de Jaime Bellolio: Un año más, ¿qué más da?



La canción “Un año más”, escrita por Hernán Gallardo y popularizada por los Vikings 5, es uno de los himnos del Año Nuevo, infaltable cuando ya la cuenta regresiva terminó y celebramos el fin de la noche vieja, y entregamos abrazos y buenos deseos para el año que recién despunta.

Esa noche se suele hacer una reflexión y evaluación del año que pasó, así como el propósito de comenzar algo nuevo con la excusa del nacimiento de otro. Claro, si no fuera un simbolismo no tendría sentido alguno celebrar como si fuese el paso de un día a otro cualquiera.

Y como es un renacer, entonces vienen esperanzas y augurios de algo mejor: ahora sí que sí es el momento de cambiar, y el impulso del día primero nos tendrá que ayudar. Pero como todo impulso, sin constancia y persistencia, lo más probable es que no pase más allá de la resaca fiestera.

El año que pasó fue uno malo para la política -otro más, qué más da- que termina con mayor polarización y desconfianza ciudadana, así como con menor capacidad de resolución a los problemas cotidianos de las familias, en especial en sus seguridades, como la grave crisis de delincuencia, la estabilidad de los trabajos y la espera en salud, vivienda y educación. Esto ha afectado muy negativamente a la sociedad en su conjunto, que vive en un futuro de corto plazo, y ve con desesperanza la falta de consensos básicos a los problemas urgentes.

“Un año más, cuántos se han ido ya”.

Fue uno malo para la economía, que termina con crecimiento prácticamente nulo, con inversión estancada, con mayor destrucción de empleo, aumento de la incertidumbre y persistencia de la “permisología” burocrática e ideológica que estancan nuevos proyectos.

“Si has gozado, también has sufrido. Si has llorado, también has reído”.

No todo ha sido malo, por cierto, destacando especialmente los Para y Panamericanos y nuestro Fiu, que “La memoria infinita” va por el Oscar, las lluvias aliviaron la megasequía (pero produjeron grandes daños) y muchas cosas más.

Creo que también es para celebrar el que quienes nos gobiernan hayan cambiado su mirada en un conjunto de materias, como pasar de rechazar todas las medidas que apoyaban a Carabineros, los proyectos de ley en seguridad, el estado de excepción producto del terrorismo en La Araucanía, la Defensoría de Víctimas y un largo etcétera, a celebrar la agenda de seguridad y aprender a respetar y valorar a nuestras policías y FF.AA. Falta mucho trecho, pero es un avance sustantivo hacia el futuro.

“No importa los años que tienes, es el tiempo el que no se detiene”.

Seguimos en deuda en materia de pensiones, sala cuna, listas de espera, viviendas sociales. Las recetas que funcionan las conocemos, pero cuesta que el ideologismo no le gane al sentido común.

El 2024 vendrá sobrecargado de elecciones y con grandes dificultades de entendimientos. ¿Será posible que para el 2025 celebremos más cosas que uno más? Sino nos dirán muy masivamente: ¿qué más da?

Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB

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