Columna de Jaime Bellolio: Postergar los SLEP



Esta semana, el ministro Cataldo recibió a las alcaldesas de Providencia, Vitacura, Las Condes y alcaldes de La Reina y Lo Barnechea, quienes le plantearon la inconveniencia de hacer el traspaso de los colegios públicos al Servicio Local “Manquehue”, programado para el 2025.

El ministro contestó que era “prudente pensar en esta reformulación del calendario” y sugirió que podría ser a fines del 2029. La razón: “no representa grandes complejidades del punto de vista financiero, administrativo ni pedagógico”. Ahora depende de la aprobación del Consejo de Evaluación y de la determinación final del Presidente Boric.

Es absolutamente necesario ponerle pausa a la creación de nuevos servicios locales, y no solo a las comunas anteriores, sino que en todas. Es hora de evaluar y corregir antes que sea tarde.

El Estado tiene la obligación de estar presente para garantizar el derecho a la educación, pero además procurar que ella sea de verdad un espacio de desarrollo de las máximas potencialidades intelectuales, físicas, emocionales y espirituales. Es desde allí donde se desprende la importancia de la libertad educacional, y que ella sea de calidad. Y como es evidente, no hay una única manera de hacerlo.

Dada nuestra concentración y geografía, es que la solución no podía ser la misma en todas partes. En este caso se optó por hacer el mismo molde, solo que en tiempos distintos.

El diagnóstico fue: la educación pública es mala porque hay un sistema diferente por cada comuna y porque no es la preocupación principal del municipio, con lo cual se gasta mal e invierte poco. La solución: juntar colegios y concentrar la administración para generar economías de escala (ahorros por un mayor número) y economías de ámbito (ganancias por la especialización y foco en educación). Y bueno, claro, que con este modelo ahora sí que sí volverían los colegios a ser realmente estatales.

Lo anterior tiene un problema base, ya que si bien es condición necesaria -higiénica- que las escuelas estén abiertas y tengan adecuado funcionamiento administrativo y financiero, la real diferencia está dada por lo que sucede humanamente dentro de la escuela: un entorno seguro, altas expectativas, compromiso con la excelencia, respeto y disciplina, entre otros. Eso que a veces es invisible a los ojos de una mayor burocracia.

Dentro de los grandes problemas de implementación están los traspasos de personas, la captura política, las deudas de arrastre, el agobio educativo, y más. Y por si fuera poco, en los próximos tres años habrá cerca de 60 mil estudiantes menos -dado los menores nacimientos- que generarán más problemas.

Pero la verdadera falla está en que el foco no es que los estudiantes aprendan, sino en que la estructura funcione. ¿Es demasiado pedir que sea una meta obligatoria que absolutamente todo estudiante sepa leer, escribir, sumar y restar en 4to básico?

Sin eso, es imposible pensar en generar la conciencia crítica que todos aspiramos sea esencia de una calidad educativa, y a continuación, de una ciudadanía para una mejor democracia.

Por Jaime Bellolio, director Observatorio Territorial IPP UNAB

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