Columna de Ian Bremmer: El disminuido apoyo de Occidente a Ucrania

Militares ucranianos descansan en sus posiciones después de un combate, cerca de la ciudad de Bakhmut, en la línea del frente, en la región de Donetsk, el 11 de mayo de 2023. Foto: Reuters


Por Ian Bremmer, presidente y fundador de Eurasia Group y GZero Media

Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, el valor, la determinación y la habilidad de los combatientes ucranianos cautivaron rápidamente la imaginación de Europa y Estados Unidos. Una vez que las fuerzas rusas se vieron obligadas a abandonar sus planes de obtener una victoria decisiva, los líderes occidentales se movilizaron para ayudar a Kiev. Desde el principio, las autoridades estadounidenses y europeas se esforzaron por evitar una expansión de la guerra que llevara a la OTAN a un conflicto directo con Rusia, pero la ayuda militar, financiera y humanitaria occidental empezó a fluir en volúmenes cada vez más impresionantes.

Pero 21 meses de guerra han dejado claro que Ucrania tampoco puede obtener una victoria rápida. Las fuerzas rusas siguen ocupando alrededor del 18% del territorio ucraniano, y aunque las amenazas a otras partes del país se han limitado a ataques con misiles y drones, la tan esperada contraofensiva de Ucrania no ha conseguido cambiar la guerra. En la Ucrania ocupada y en Moscú, los rusos se han atrincherado en una guerra de desgaste que Putin cree que sus fuerzas están mejor equipadas que Ucrania para soportar.

Esta realidad ha planteado nuevas preguntas en Estados Unidos y Europa sobre cuánto tiempo pueden permitirse ayudar. Aunque los líderes occidentales ven que Putin tiene pocos incentivos para negociar con Zelensky, han empezado a presionar en privado para que se inicien conversaciones. En Estados Unidos, un número creciente de republicanos conservadores han adoptado las opiniones aislacionistas de Donald Trump, probable candidato presidencial de su partido en 2024, de que Ucrania se está aprovechando de los crédulos funcionarios de la administración Biden y de los atribulados contribuyentes estadounidenses. Además, muchos legisladores republicanos ven la ayuda a Ucrania como una moneda de cambio legislativa que pueden utilizar para obligar a los demócratas a hacer concesiones en otras cuestiones. Y dado el bien conocido escepticismo de Trump sobre el valor de las alianzas estadounidenses en general y de la OTAN en particular, la continuidad de la ayuda militar y financiera a Ucrania será un punto álgido en las elecciones estadounidenses del próximo año.

El Presidente Gabriel Boric junto al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en la ceremonia de asunción de Javier Milei en el Congreso de Argentina, en Buenos Aires, el 10 de diciembre de 2023. Foto: Agencia Uno

El Presidente Joe Biden comprende que los aliados de Estados Unidos, especialmente en Europa, teman que Washington vuelva a convertirse en un socio comercial y de seguridad poco fiable. Ha hecho de Ucrania una piedra angular de su política exterior y ha ofrecido repetidas promesas de que Estados Unidos respaldará a Ucrania “todo el tiempo que haga falta”, pero los europeos pueden ver que los legisladores republicanos utilizarán su estrecha mayoría en la Cámara Baja para presentar el apoyo de Biden a Ucrania como un costoso fracaso y que Trump planteará un serio desafío electoral. Washington proporciona la abrumadora mayoría del apoyo militar a Ucrania. Los europeos podrían llenar algunos de los vacíos creados por la política estadounidense, pero se enfrentan a la oposición de algunos sectores dentro de sus propios países a hacer más para reforzar Kiev, y no existe la capacidad militar para reemplazar el papel de Estados Unidos como “arsenal de la democracia” de Ucrania.

La administración Biden y los partidarios de Ucrania de ambos partidos en el Congreso ya han proporcionado a Kiev apoyo suficiente para continuar la lucha durante varios meses más. Washington incluso ha enviado a Ucrania cerca de 2 millones de balas y armas ligeras adicionales incautadas en un barco iraní. Pero funcionarios del Pentágono advierten de que los nuevos suministros se están agotando. Esta realidad obligará a Ucrania a cambiar sus tácticas militares hacia una mayor cautela en los próximos meses, limitando drásticamente las perspectivas futuras de la contraofensiva aún en curso y aumentando las dudas en Occidente de que Ucrania pueda retomar más de su territorio. De hecho, ya no está claro que Ucrania pueda impedir nuevos avances rusos hasta 2024, y mucho menos recuperar el terreno perdido.

Ahora la guerra se está convirtiendo también en un fútbol político en Europa. Desde el punto de vista financiero, Alemania, la mayor economía de Europa y el motor de la ayuda de la UE a Ucrania, se enfrenta a graves problemas fiscales propios y a divisiones políticas sobre cuestiones presupuestarias dentro de la coalición de gobierno de Olaf Scholz, lo que pone en peligro la financiación plurianual de Ucrania por parte de la UE. Otros gobiernos de la UE, enfrentados a un bajo crecimiento y altos tipos de interés, observan atentamente. Se retraerán ante cualquier responsabilidad de gasto en la guerra que se agrave por los retos políticos y económicos en Alemania.

Para complicar aún más las cosas, en la UE el primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha vuelto a amenazar con paralizar el apoyo a Ucrania y su propuesta de adhesión a la UE. Y aunque otros países no respaldan públicamente los últimos movimientos de Orban, los líderes políticos de países como Italia, Grecia y Eslovaquia, que quieren concesiones en las políticas de inmigración de la UE, apoyan en voz baja sus demandas de un mayor apoyo de la UE a su propio país. Nada de esto anula la eventual candidatura de adhesión de Ucrania a la UE, pero frena el impulso de Kiev en un momento en que el populismo antimigrante y euroescéptico está creciendo en todo el continente tras las recientes victorias electorales de los populistas en los Países Bajos, Alemania, Eslovaquia y otros países.

Para Ucrania, la coincidencia de todos estos problemas es preocupante. Las tensiones políticas internas -sobre todo entre el presidente Volodymyr Zelensky y el jefe militar Valery Zaluzhny- están empezando a salir a la luz pública. Los propios ucranianos están cada vez más frustrados por el incipiente estancamiento militar en su país, aunque una gran mayoría sigue rechazando las concesiones territoriales a Rusia.

Por ahora, Putin se ve obligado a jugar una partida larga, pero en la que cree que puede durar más que Occidente. Esa confianza es ahora mucho más escasa en Estados Unidos, en Europa e incluso dentro de Ucrania.

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