Columna de Hernán de Solminihac: “Pasar de la reacción a la prevención”

"Es relevante definir la infraestructura crítica desde una perspectiva estratégica, analizando su importancia y redundancia a nivel de red, y considerar planes de uso del territorio para ubicarla en áreas menos expuestas a amenazas naturales, dada la impredecibilidad en su magnitud y ocurrencia."



En los últimos meses, Chile ha experimentado sistemas frontales que generaron consecuencias negativas, como inundaciones, cortes de luz, cierres de rutas, daños y aislamiento de comunidades en el centro y sur del país. Esto ha sido especialmente difícil para las familias que han perdido o visto afectadas sus viviendas, pertenencias y fuentes de trabajo.

La magnitud de los daños fue tal que el gobierno declaró Estado de Catástrofe en varias regiones del país (Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío). Según Clapes UC, los costos de recuperación estimados serían más de US$360 millones para las viviendas afectadas, más de US$460 millones en infraestructura crítica y una inversión cercana a los US$100 millones en políticas de recuperación. Estos números reflejan la intensidad de los fenómenos climáticos.

Chile se encuentra en un nivel de riesgo muy alto, ocupando el puesto 39 de 193 países de acuerdo al World Risk Report 2022. Su ubicación geográfica y geológica en el Cinturón de Fuego, junto con eventos hidrometeorológicos extremos, potencian la ocurrencia de terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas, inundaciones y aluviones.

Aunque es difícil evitar daños en escenarios como estos, que parecen ser cada vez más frecuentes, es posible mitigar sus efectos aprendiendo de las lecciones de los desastres pasados. Es fundamental anticiparse y prepararse para reducir los impactos de los eventos naturales. La planificación urbana y el diseño de redes viales resilientes son clave para reaccionar rápidamente ante una emergencia sin perder la conectividad y fragmentar los servicios.

Las imágenes de las inundaciones en Coltauco y Las Cruces, donde gran parte del territorio quedó bajo el agua, muestran que los diseños actuales no se adaptan al cambio climático. Es importante desarrollar diseños de infraestructura que consideren el cambio climático que estamos viviendo, una planificación de la ciudad eficiente y estrategias de mitigación para reducir el impacto socioeconómico de las catástrofes de manera preventiva no solo reactiva.

Para fortalecer la infraestructura, debemos revisar los estándares actuales de diseño y mantenimiento, especialmente en obras viales, que deben considerar no solo las cargas de tráfico y clima, sino también el enfoque de la infraestructura como una red interconectada. Es relevante definir la infraestructura crítica desde una perspectiva estratégica, analizando su importancia y redundancia a nivel de red, y considerar planes de uso del territorio para ubicarla en áreas menos expuestas a amenazas naturales, dada la impredecibilidad en su magnitud y ocurrencia.

Chile puede convertirse en un referente mundial en la exportación de su experiencia en resiliencia, como lo hicimos tras el terremoto y tsunami de 2010, y liderar la forma en que el mundo actúa frente al cambio climático. Solo si pasamos de la reacción a la prevención, podremos avanzar como sociedad y evitar que muchos compatriotas sufran los efectos y consecuencia de los eventos naturales que cada vez son más frecuentes.

* El autor es profesor titular Ingeniería UC, miembro Clapes UC y presidente Colegio de Ingenieros de Chile

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