Columna de Gabriel Alemparte: El Rey va desnudo

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Como nos enseña Andersen en su fábula, el rey permanece desnudo creyendo que la sociedad no lo mira, o que con esta estrategia pasará esquivo, delegando en ministros que ya cometen errores de tanto sostener al Presidente.



Mientras Chile se estremece entre secuestros y rehenes que terminan muertos por sus captores, o bien delitos de toda naturaleza, imposible no es recordar la vieja fabula del danés Hans Christian Andersen “El traje nuevo del Emperador”. Un cuento que narra la historia de un rey que, engañado por timadores, es convencido que viste un traje invisible. El pueblo advertido corre a ver la procesión del rey, quien a base de creer que nada pasa, desfila desnudo frente a la multitud. Los vecinos impactados no se atreven a decir nada, anonadados frente a la insólita escena, todo ello ocurre hasta que un niño grita lo evidente: “El rey va desnudo”.

Pareciera que la nueva estrategia del Gobierno es la del rey. Mantener al Presidente Boric en todos los “temas blandos”. Así, un mandatario que “no lee la prensa”, no se entera que su traje es invisible, quizás pensando que era estafado. Mientras Tohá comete errores garrafales que pueden tener consecuencias gravísimas en la seguridad de todos nosotros, tratando de hacerse cargo de una agenda compleja, mientras el segundo piso naufraga en la trama de mentiras que confunden fechas y cobran la “Omertá” de Catalina Pérez en el caso Fundaciones, mientras todo aquello ocurre el Presidente juega al “congelao”, veía partidos en los Panamericanos, jugaba con el pajarito Fiu y hoy nos sorprende con una matutina subida en bicicleta al Cerro San Cristóbal que su barra brava celebra. Todo ello frente a un país donde campea el desaliento de una sociedad que ve como espacios públicos dan paso a la delincuencia desatada, donde la migración ilegal despliega su mano más violenta paseándose a lo largo y ancho del país, todo ello, mientras el Instituto Nacional de Derechos Humanos denuncia los daños y violaciones a derechos fundamentales en la Araucanía producto del terrorismo.

Pareciera así que el Gobierno naufraga, y en un país presidencialista por opción, el Presidente desfila desnudo ante los ojos de todos quienes asistimos a la larga agonía de un Gobierno al cual aún le queda la mitad del mandato. Corrupción, delincuencia, incapacidad para enfrentar la crisis de la salud pública (léase listas de espera y ley corta de Isapres), el desastre educativo del cual los gobernantes fueron sus principales promotores, sin salida ni horizonte claro. Mientras ello ocurre, Boric se abraza en la histórica galería de los Presidentes de La Moneda con un pajarito que pareciera ser su único gran triunfo.

No se trata de ser alarmista, sencillamente los chilenos exigimos que un Presidente esté a cargo de los problemas que nos aquejan. En un mundo de imágenes -como la del rey desnudo- pareciera que el Presidente no está y carece de guión después de los 50 años del Golpe y los Panamericanos. Se hace urgente una corrección, de lo contrario, como ya empiezan a mostrar las encuestas, el Presidente nuevamente descenderá a las profundidades de su voto duro (acaso si no es aquel piso el que le acomoda, hablarle a su propia tribu). El gran problema de ello es que, en este orden de cosas es imposible alcanzar los grandes acuerdos que requiere para gobernar y acordar soluciones con el Parlamento cada vez más esquivo, incluso entre sus aliados.

Como nos enseña Andersen en su fábula, el rey permanece desnudo creyendo que la sociedad no lo mira, o que con esta estrategia pasará esquivo, delegando en ministros que ya cometen errores de tanto sostener al Presidente. La pregunta, como el niño, no es sólo cuándo dejará de estar desnudo, sino cuándo se dignará efectivamente a enfrentar los problemas del país.

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