Uno de cada tres escolares se ausentó por 20 o más días durante el 2015

Estudio indica que ausentismo crónico es más alto en colegios municipales y en enseñanza media.




Si los niños no van a clases, no aprenden. Cada día cuenta. Pero muchos padres, ya sea porque llueve o porque el menor no se siente bien, deciden que falte. La preocupación es cómo justificar esa ausencia y conseguir la materia y pocos lo asumen como un problema. Pero lo es. En Chile uno de cada tres escolares presenta ausentismo crónico, es decir, faltó por 20 días o más durante el 2015, lo que equivale a un mes de clases.

Es lo que concluye el estudio del Programa Presente que muestra que el 33% de los alumnos en Chile tiene niveles de ausentismo crónico, y sólo un 67% tiene una asistencia regular.

Las regiones más afectadas con este fenómeno son Atacama 43%, Magallanes 43% y Metropolitana 38% (ver infografía).

Carolina Larraín, directora del Programa Presente, dice que antes de su investigación  ningún organismo estudiaba el ausentismo escolar en Chile. “El ausentismo crónico es un tema en otros países, pero acá no habían estudios, y para enfrentar el problema hay que saber cómo es la situación”. Por ello, realizaron el reporte basándose en datos del Ministerio de Educación.

Larraín indica a modo de ejemplo, que en Estados Unidos las cifras de ausentismo no superan el 10%, y cada estado tiene políticas enfocadas para revertirlo. “Y acá, donde a nivel general tenemos una cifra mayor al 30% y en las escuelas municipales el 40%, no tenemos políticas públicas de ausentismo, sólo se recalca que tenemos una asistencia promedio de 90%, pero no se analiza cuántos alumnos faltan demasiado y cómo se ven afectados por eso”, se queja.

Para Julia Marfán, directora de Pedagogía en Educación General Básica, de la Facultad de Educación de la U. Diego Portales, en estos casos se olvida algo fundamental: se aprende yendo al colegio. “Ir a clases e ir sistemáticamente es lo que les permite aprender, porque el aprendizaje es acumulativo, y se aprende asistiendo a la escuela, y en las interacciones con otros, adultos, pares o  niños más pequeños”, dice.

Un día importa

Para Juan Pablo Valenzuela, del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la U. de Chile, no es irrelevante que los niños falten a clases. “Es un indicador muy valioso de gestión escolar, son mediadores para aprender más y mejor”.

Estudios realizados por Valenzuela muestran que el desempeño del Simce, por ejemplo, presenta una relación significativa estadísticamente con el ausentismo: donde la tasa de asistencia es mayor los resultados son mejores. “Controlando todas las variables, asistir en forma regular tiene efectos en el tiempo. La asistencia sí importa, el tema del ausentismo crónico si es una variable importante”.

El alumno no aprende y además se queda atrás en la relación con sus pares. “Se trata de un problema que afecta la convivencia escolar, ya que el niño se siente cada vez más ajeno a su curso y le cuesta más aprender”, dice Larraín.

Marcela Marzolo, directora ejecutiva de Fundación Educacional Oportunidad, explica que en kínder y pre kínder de escuelas públicas, el 65% de los niños faltaban más de 10%. “Eso se cataloga como ausentismo crónico temprano, lo que tiene repercusiones en lenguaje, matemáticas, y consecuencias en lo académico y aspectos socioemocionales”, aclara.

Consecuencias que se extienden en el largo plazo y que podrían incluso determinar su futuro laboral. “Un niño que falta demasiado no forma los hábitos que se requieren para la vida adulta, como son esfuerzo y resiliencia. Estudios muestran que se trata de adultos más irresponsables, que faltan a su trabajo y tienen peores sueldos”, indica Larraín.

¿Por qué faltan?

Para Valenzuela, las causas no se explican por motivos de pobreza o ruralidad, lo que se aprecia en el alto porcentaje de ausentismo de la Región Metropolitana (38%). “No es un tema de pobreza,  lo que tenemos tiene mucho que ver con la gestión y compromiso de las familias con los procesos de aprendizaje. Se trata del hábito de la responsabilidad no es que lleguen atrasado, es que no van”.

Marfán dice que muchas veces se debe a  un grupo familiar que sobreprotegen exageradamente a los niños. “Está el temor en invierno de que no enfermen, y no van, o que el niño se cansa y los dejan en la casa, hay muchos padres que operan desde ahí”.

Además, no existe una conexión entre el asistir al colegio de forma regular y el éxito futuro, aclara Larraín. “Para muchas familias la asistencia es pasar de curso y si faltan, la preocupación es cómo presentar un justificativo. No hay esa conciencia de que si vas a clases todos los días, sirve para superar problemas mayores cuando sea adulto, para un futuro mejor, pero la asistencia se asume en Chile desde el ministerio hacia abajo sólo como un tema administrativo”.

Para Marzolo, por una parte están las enfermedades, especialmente en niveles iniciales y también temas culturales, como no valorar la asistencia dentro del proceso pedagógico, a lo que se ha sumado la inasistencia por niños que son víctimas de bullying.

Liliana Cortés  directora de Fundación Súmate, indica que los niños deben  sentirse protagonistas de su proceso educativo, “y para eso tiene que ir a clases, tiene que haber presencia y recurrencia, lo que va de la mano de la autoestima”.

El rol del profesor es clave, dice Cortés. “Sí importa que el niño no esté, y a quien le tiene que importar,  es al profesor. Alguien que no está con recurrencia genera brechas que provocan frustración y desmotivación”, explica.

Los colegios, además, deberían tener modos de ayudar a que recuperen ese tiempo.

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