El triste récord de Altamira, la ciudad más violenta de Brasil

brazilweb
Policías de Altamira junto a un hombre asesinado, en 2016.

En 2015, esta urbe de poco más de 100 mil habitantes en el estado de Pará, registró 124,6 homicidios por cada 100 mil habitantes, más de cinco veces la tasa de Río de Janeiro.




"Princesita de Xingú", en alusión al río que la circunda, y "capital de la Transamazónica", por su ubicación en el trazado de la tercera mayor carretera brasileña, son algunos de los títulos que tenía la ciudad de Altamira, en el norteño estado de Pará. Pero ahora esta urbe de poco más de 100 mil habitantes ostenta un nuevo y poco gratificante rótulo: ser la ciudad más violenta de Brasil.

Así lo dejó al descubierto un estudio hecho por el diario O Globo para el proyecto "La Guerra de Brasil". Tomando en cuenta las estadísticas de 2015, en ese año el municipio de Altamira registró 124,6 homicidios por cada 100 mil habitantes, muy por delante de ciudades que suelen copar los noticieros por los tiroteos y las balas perdidas, como Río de Janeiro y Sao Paulo, que exhiben tasas de homicidio mucho menores: 23,4 y 13,5, respectivamente.

Sonia Fonseca, de 54 años, se mudó a Altamira con su madre y hermanos en los años 70. Ella conoce de cerca la violencia que azota a la ciudad. Tres de sus hijos -todos con edades entre 27 y 28 años- han sido asesinados. Los dos últimos, en 2015, en un intervalo de sólo tres meses. "Él había ido a la vulcanización para lavar la moto. Recibió un tiro en la espalda cuando sostenía la mano de sus hijos. Sólo escuché los tiros", dijo Sonia a O Globo.

Con una superficie de 159.533 km2, Altamira es mucho más que el mayor municipio de Brasil: su extensión supera el tamaño de 37 de los 53 países europeos. Pero a diferencia de las naciones desarrolladas, sólo el 46% de los habitantes de la ciudad paraense cuenta con educación básica completa.

Además de las particularidades geográficas, Altamira necesita lidiar con las dificultades de la explosión poblacional. Incentivada por grandes proyectos, como la construcción de la central hidroeléctrica Belo Monte, la ciudad vio saltar su población de poco más de 77 mil habitantes en el año 2000 a más de 111 mil en la actualidad.

Según los investigadores de la Fundación Instituto de Encuesta Económica Aplicada (IPEA), este desordenado crecimiento impulsó la violencia. "Un crecimiento rápido y desordenado de las ciudades (como sucedió en Altamira, con la construcción de la central de Belo Monte) puede tener serias implicancias sobre el nivel de criminalidad local", señala el estudio.

Un diagnóstico compartido por Jaime Luiz Cunha de Souza, investigador de la Universidad Federal de Pará y coautor del estudio "La Hidroeléctrica de Belo Monte y sus Efectos en la Seguridad Pública". "La demanda por seguridad pública generada en los municipios cercanos a Belo Monte se consolidó antes incluso del inicio de las obras (...) Un flujo considerable de personas se dirigió a los municipios ubicados en las proximidades del proyecto, lo que causó un crecimiento poblacional abrupto y una demanda gigantesca por la policía", comentó Cunha de Souza a La Tercera.

Para imaginar el cambio de vida en Altamira, basta volver al año 2000, cuando la ciudad registró sólo ocho homicidios y una tasa de 9,1 muertes por cada 100 mil habitantes. En 2009, cuando la compañía Eletrobras solicitó la licencia previa de Belo Monte, la tasa ya era de 50,6 muertes por cada 100 mil personas. Seis años después, esa media saltó un 147%.

"La violencia social, y no sólo la de homicidios, ha aumentado drásticamente a partir del año 2010. Esto se refleja en todos los demás índices que he constatado, de violencia sexual, de conflictos familiares, de violencia contra la mujer y de tráfico de drogas", dijo al portal UOL Assis Oliveira, estudioso de los fenómenos de violencia y profesor de la Universidad Federal de Pará.

"Actualmente la mayor preocupación en el municipio son los homicidios. Crímenes con características de ejecución y con fuertes indicios de vínculo con cuestiones del tráfico de drogas", comentó a O Globo Silvio Maués, director de la Policía Especializada de Pará.

Un fenómeno que Cunha de Souza confirma con estadísticas. "En Altamira, el número de registros de tráfico de drogas pasó de 4 por cada 100 mil habitantes en 2007, a 165 por cada 100 mil habitantes en 2013, lo que representa un el aumento del 4.025%", afirma el experto.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.