Tony Mifsud: "Si hacen falta sacerdotes, no es mala idea ir pensando en hombres casados"

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Sacerdote jesuita y director de revista Mensaje analiza un artículo publicado en el medio que encabeza, donde se plantea que individuos puedan ejercer ese ministerio desde su matrimonio. Asegura que este tema ya se ha abordado al interior de la Iglesia Católica en Chile y que ha visto interés por parte de algunos diáconos para dar ese paso.




"Me pareció un artículo muy bueno, por eso lo publicamos". La frase es de Tony Mifsud, sacerdote jesuita y director de la revista Mensaje, perteneciente a la misma congregación. Sus palabras hacen referencia al reportaje que va en la portada del último número, titulado: "¿Sacerdotes casados?". Este aborda la posibilidad de que hombres que estén con su matrimonio vigente puedan ejercer el sacerdocio católico.

Mifsud fundamenta los motivos para publicar este documento en la revista fundada por San Alberto Hurtado en dos razones: "Son dos teólogos alemanes que presentan un problema que está en muchos países de Europa y, en segundo lugar, porque es un tema que interesa a muchos países, en especial a América Latina, donde hay escasez de sacerdotes".

En su texto, los dos autores alemanes -Helmut Hoping y Philipp Müller- abordan la realidad religiosa de su país, donde la falta de sacerdotes complica al clero. Ante eso, proponen que hombres que están casados puedan convertirse en presbíteros.

"Para encarar la falta de sacerdotes proponemos, bajo ciertas condiciones y dispensándoles del impedimento del matrimonio, se ordene a hombres que están en el grupo de diáconos permanentes y participan ya del orden sacramental", sostiene el texto.

Los teólogos alemanes complementan su postura en que quienes lleguen al sacerdocio tienen que ser viri probati (hombres probados). Además, dentro de las condiciones que proponen, está que tengan ciertos estudios teológicos y formación espiritual.

"Para poder ordenar como sacerdotes a hombres casados hay otros presupuestos que deben cumplirse (...). Se requiere un acuerdo expreso de la esposa para que el marido pueda ser ordenado sacerdote. Pensamos que la edad no debe ser menor de 50 años, y la educación de los niños tiene que haber terminado", son otros de los aspectos que mencionan.

El director de Mensaje reconoce que este tema ya ha sido hablado dentro del mundo eclesiástico criollo. Y dice que ve con buenos ojos la posibilidad de que se implementen hombres casados como sacerdotes, principalmente en zonas extremas del país, donde hay párrocos que están a cargo de varias iglesias o celebran una gran cantidad de misas al día. "Solo un sacerdote puede celebrar la eucaristía. Entonces, donde no hay sacerdote, no se puede celebrar la misa. Y tampoco se puede celebrar el sacramento de la confesión, que es tremendamente importante para una persona. Esas son funciones estrictamente sacerdotales".

¿Cree que la sociedad chilena está preparada para aceptar que hombres casados se desempeñen como sacerdotes?

En muchas diócesis la presencia de diáconos (casados) ha sido muy importante. En especial, en aquellas partes donde entre un pueblo y otro hay mucha distancia. Eso da buenos frutos y la gente lo acepta. Creo que hay que ir preparándose para el siguiente paso, si es que se hace necesario. El hecho de que haya diáconos casados hace que se esté acercando y abriéndose la posibilidad del siguiente paso.

¿Sabe si este tema se ha debatido al interior de la Iglesia chilena?

Creo que es un tema que, obviamente, se está pensando. No tengo más detalles a nivel de la Conferencia Episcopal. Pero obviamente es un tema que se está pensando por razones pastorales. A mi juicio, lo más importante aquí es que el sacerdocio está al servicio de la comunidad. Básicamente, es el servicio de la comunión, unirla como vida y reconciliación. Entonces, la pregunta clave para mí es: ¿Cómo servir mejor a la comunidad? Entonces, si hacen falta sacerdotes, no es mala idea ir pensando en hombres casados.

¿Cree que podríamos ver eso en un plazo corto?

Creo que va a tomar su tiempo. No es algo que sea inmediato. Pero hay escasez de sacerdotes y a veces no se puede celebrar la eucaristía ni la conciliación. Quizás por ahora no, pero pronto será necesario y a largo plazo puede ser que venga. En esto, como en otros temas, somos nosotros, los viejos, a los que nos costará más adecuarnos. A las generaciones jóvenes les costará muchos menos, porque están más abiertas al cambio.

¿Ha visto a hombres casados que quieran ser sacerdotes?

Para el sacerdocio sí he visto a algunos que están dispuestos. Ojalá haya interesados. Todas las cosas toman su tiempo, porque significa un cambio cultural. Tampoco hay que apurarse. Que aquel casado que quiera acercarse al sacerdocio lo haga como un servicio.

Los autores del texto publicado en la revista postulan una serie de requisitos. ¿Está de acuerdo con ellos?

Me parece clave lo que dice relación con estudios teológicos. En cuanto a la edad, yo no lo he pensado tanto, pero me parece que sean de cierta edad tiene la ventaja de que sea un matrimonio sólido. La relación con su esposa tiene que ser no solo buena, sino excelente. Ella debe de estar de acuerdo de corazón, porque o si no habrá problemas después. Yo creo que debe ser una preparación de al menos cuatro años, porque a la persona, a la pareja, a la familia, les van a cambiar muchas cosas, y su estilo de vida de alguna manera.

¿Cuál podría ser el principal aporte que podrían tener los hombres casados en esta materia?

Será muy interesante la perspectiva que tenga un casado. Por ejemplo, en la misma prédica. Seguramente, la manera de predicar sobre la familia va a ser algo de su experiencia. Pueden ser una gran contribución, porque son más cercanos a la vida cotidiana que nosotros, los sacerdotes. A veces, un sacerdote utiliza un lenguaje que la gente no entiende, mientras que un hombre casado sabrá utilizar un lenguaje que llegue. Creo que serían un don para la Iglesia.

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