"Por teléfono se avisó que Frei podía estar siendo envenenado, pero lo desestimamos"

Patricio Siva
10 de Mayo 2017 Entrevista a Patricio Silva, procesado como autor del homicidio del ex Presidente Eduardo Frei Montalva y el ex doctor de la DINA. Imagenes tomadas en su departamento de Providencia. Foto: Reinaldo Ubilla

Una nueva pieza se sumó al caso del asesinato del ex mandatario Eduardo Frei Montalva -a cargo del juez Alejandro Madrid-, donde el doctor Patricio Silva Garín es imputado como autor. Es un peritaje del experto español Aurelio Luna, que concluye que los restos del ex presidente no presentan residuos tóxicos. El médico, encargado de la segunda operación a Frei Montalva, aborda el estudio y también otras aristas de la causa.




El médico Patricio Silva Garín (88), sindicado en 2009 por el juez Alejandro Madrid como uno de los responsables del asesinato del ex Presidente Eduardo Frei Montalva, ha visto su situación procesal con algo de optimismo en los últimos días.

Un peritaje realizado por el experto español Aurelio Luna pone en duda el envenenamiento del ex mandatario con gas mostaza y talio, que fue consignado por Madrid como la causa de muerte. El informe discrepa de un estudio anterior, realizado en 2008 por la anatomopatóloga Carmen Cerda y la toxicóloga Laura Börgel -ambas chilenas-, que tras analizar los restos del ex mandatario concluyeron que contenían sustancias tóxicas. El informe del tanatólogo español, quien también estuvo a cargo de los peritajes a los restos del poeta Pablo Neruda, además, señala que la muerte del líder DC -en 1982, en la Clínica Santa María- es compatible con un "shock séptico".

El nuevo peritaje fue encargado por Madrid tras reabrir el caso en marzo de 2016, a petición de la hija del ex presidente, Carmen Frei. Los restos de ex jefe de Estado fueron exhumados por segunda vez en septiembre de ese año.

Por esta causa también están procesadas otras cinco personas, tres de ellas médicos. Sin embargo, sólo el doctor Silva Garín enfrenta el cargo de autor del homicidio. El magistrado le atribuyó esa responsabilidad por su condición de cirujano a cargo del equipo médico que intervino por segunda vez al ex mandatario, el 6 de diciembre de 1981. La primera operación, que tuvo lugar el 18 de noviembre de ese mismo año, fue dirigida por el doctor Augusto Larraín.

Tras los últimos acontecimientos, Silva Garín se refiere por primera vez al tema. Lo hace con tranquilidad, mientras toma once en su departamento de Carlos Antúnez, donde vive solo desde la muerte de su segunda esposa, en 2013, y recibe visitas de sus hijos. Se encuentra con libertad bajo fianza por el caso Frei desde el año 2009, estatus que logró después de estar cerca de 20 días en prisión preventiva en una cabaña de una unidad militar de Peñalolén.

"Aunque digan que soy un bandido, no me pongo nervioso, porque sé que no lo soy. Si me pusiera nervioso parecería que tengo algo que ocultar. Y soy inocente", asegura.

¿Qué le parece el resultado del último peritaje?

Bien. Se confirma que la causa de muerte fue la septicemia.

Han existido varios peritajes y estos son contradictorios entre sí. ¿Por qué creer en este último?

Porque estoy seguro de que la causa de muerte fue una septicemia y no envenenamiento, como ha sostenido el juez. Creo en el reciente peritaje, que señala lo mismo que estudios extranjeros previos y sólo difiere del hecho por Cerda y Börgel.

¿Cómo explica que Carmen Frei reste valor al peritaje al sostener que es sólo una pericia más después de un proceso larguísimo y, además, asegura haber conversado con el doctor Luna, quien le señaló, después de que se realizó "la segunda exhumación", a mediados de 2016, que "lo que quedaba (de los restos) era poco" y "era bastante difícil llegar a una conclusión"?

A pesar de lo dicho por Luna, ellos (la familia Frei) pidieron el peritaje y les salió el tiro por la culata: no se encontró nada. Se concluye que Frei Montalva murió por un shock séptico.

Dados los nuevos antecedentes, ¿qué acciones judiciales van a tomar?

El juez se encuentra con licencia. Cuando vuelva, vamos a pedir el sobreseimiento del caso. Pero si éste prosigue, no descartamos recurrir a una corte internacional.

Un militar en La Moneda

Durante la extensa entrevista, el octogenario médico sólo se para una vez de la mesa. Se ausenta unos minutos y vuelve con una foto enmarcada entre sus manos. En ella aparece vestido de militar. "Llegué a ser coronel, como se indica ahí", dice. Durante sus 31 años de servicio activo en la institución desempeñó los más altos cargos en el Hospital Militar. Tal fue su cercanía con el mundo castrense, que después de pasar a retiro, en 1985, siguió en funciones en dicho recinto asistencial. Recién dejó su cargo como médico contralor a fines de 2008.

¿Por qué un reconocido cirujano como usted se interesó en seguir la carrera militar?

En el año 1955 ingresé a la carrera de Sanidad Militar de la Escuela de Infantería por invitación expresa del director de Sanidad del Ejército, doctor Jorge Castro.

¿Por qué en su condición de oficial de Sanidad optó por seguir cursos en la Escuela de las Américas, entidad que se ha relacionado con muchos de los golpes de Estado en los años 70 en América Latina?

El año 67 fui mandado a esa escuela a tomar un curso de ejercicios de movimientos de tropas y aviación que duró 15 días.

En su hoja de servicio figura una destinación extrainstitucional a la Comandancia en Jefe del Ejército en 1981. En la dictadura, esa era la nomenclatura habitual para los funcionarios que eran destinados a los organismos represivos. ¿Cómo se explica esa destinación?

Como persona de confianza del Ejército, fui destinado a la Dirección de Sanidad del Ejército. Ahí asesoraba al director general de Sanidad Militar en temas como medicina preventiva y curativa.

¿Cómo describiría su relación con el Ejército?

Cuando estaba en la institución, tenía buena reputación, se me cuadraba medio mundo, me consultaban todo tipo de cosas. Siempre fui apreciado como médico, no como militar. Operé a muchos militares y a sus familias. Por eso, me invitaban a comer a sus casas. También operé a familiares del general Augusto Pinochet, como a su suegro. Pinochet me invitó a comer a su casa en ciertas ocasiones.

¿Esa relación explica su llamada a Pinochet para avisarle que operaría a Frei Montalva?

No hablé con Pinochet. Le avisé al general Verdugo (general de Sanidad del Ejército), que era mi superior, que me ausentaría del Hospital Militar para operar a Frei, y él le avisó a Pinochet.

Las "irregularidades" del caso

Reconocido como cirujano en 1970, el ex Presidente Frei no dudó en operarse de una hernia inguinal con Silva -entonces cuñado del ex ministro Patricio Rojas-. Once años más tarde, cuando el líder DC padecía de una hernia al hiato, convocó a una junta médica en su casa para analizar el caso. En ese encuentro, según ha declarado el cirujano a la justicia, él mismo recomendó al extinto gobernante que no se sometiera a un procedimiento quirúrgico. En vez de eso, le sugirió tratar el problema con un nuevo medicamento. Pese a sus consejos, Frei Montalva decidió someterse a una cirugía con Augusto Larraín. Durante ese procedimiento, Silva no participó. Pero su actuación fue clave a partir de la segunda operación a la que se sometió al ex jefe de Estado. Esta fue consecuencia de las complicaciones que surgieron tras la primera cirugía.

En el escrito judicial se expresa que no se hicieron los exámenes necesarios para descartar la presencia de elementos tóxicos. ¿Nunca se pensó que se estuviera envenenando a Eduardo Frei?

A través de un llamado telefónico se dio aviso de que podía estar siendo envenenado, pero como equipo médico lo desestimamos. Ni el equipo médico ni la familia decidieron investigar al respecto. No coincidía con el cuadro clínico.

El magistrado afirma en su resolución que al ex presidente se le aplicó un producto que se encontraba en fase experimental, Transfer Factor (factor de transferencia), lo que influyó en la evolución negativa de su salud. ¿Por qué se lo suministraron?

No estaba de acuerdo con suministrárselo, porque no servía para nada. Fue una indicación del inmunólogo Rodrigo Hurtado. Además, Madrid cuestiona el hecho porque no estaba aprobado por la FDA, pero en Chile se usan con frecuencia medicamentos que no cuentan con esa calificación.

El juez Madrid consigna también en su escrito las versiones contradictorias que existen respecto de la realización de una autopsia. ¿Usted supo si se efectuó o no dicho procedimiento?

Me enteré de su realización al día siguiente. El doctor Roberto Barahona, de la Universidad Católica, mandó a los médicos Helmar Rosenberg y Sergio González (quienes están procesados por encubrimiento en caso Frei) a hacer la autopsia, que en concreto fue sólo una pseudoautopsia, porque se llevaron los órganos para estudiarlos y no se realizó de acuerdo los protocolos. Además, ellos no hicieron lo que se debía: informar a la familia de los resultados de los exámenes de anatomía patológica, tal como lo ha dicho insistentemente Carmen Frei.

La Corte Suprema señaló en su oportunidad: "El médico (Patricio Silva) no otorgó a Frei Montalva el debido cuidado que requería la urgencia en que se encontraba". ¿Por qué no lo hizo?

Se perdió tiempo muy valioso al esperar para someterlo a una segunda operación, pero esa no fue decisión mía. Dejarlo en el pensionado fue una determinación de todo el equipo médico, no sólo mía. Le hicimos una UCI en el pensionado, porque era un paciente especial.

Las circunstancias de la muerte de Frei Montalva se han demostrado poco claras. Hay versiones de situaciones anómalas a todas luces. ¿Por qué creer en su inocencia?

¿Quién puede pensar que un médico va a operar a un paciente para matarlo? Se está convirtiendo la muerte de Frei en un tema político, que no tiene nada que ver con la cirugía. Como yo era cercano al gobierno militar, me involucraron en este caso.

El otro proceso

Aunque nunca militó en la DC, Silva Garín, como dirigente estudiantil, adhirió a las ideas de la campaña presidencial de Frei Montalva. Más tarde, por petición del ministro de Salud de la época, Ramón Valdivieso -del que fue alumno- se convirtió en subsecretario de esa cartera en el gobierno de Frei.

Durante ese periodo tuvo una actuación importante en el "Tacnazo", como se conoció al movimiento militar golpista liderado por el general Roberto Viaux. Su llegada con el mundo castrense le permitió jugar un rol importante en las negociaciones que dieron por terminada la sublevación. A pesar de ello, más tarde, el médico fue opositor al mandato de Salvador Allende. Hecho que lo llevó renunciar al cargo de director del Servicio Nacional de Salud, en 1970. Entonces, asumió como cirujano y jefe de urgencia del Hospital Militar.

Usted fue partidario del golpe de Estado, a comienzos de los 80, ¿cuál fue su postura cuando Frei Montalva se distancia del gobierno de Pinochet?

Mi cercanía con la DC sólo se remitió a mi época de subsecretario. Pero nunca fui del partido. En su momento, fui amigo de don Eduardo. Sin embargo, después de su gobierno, éramos amigos de lejos y sólo me seguían consultando como profesional.

Por esa relación el ministro Madrid consigna como una omisión de su parte no advertir a la familia Frei de los riesgos que implicaba operar al ex mandatario, "dado el conocimiento previo que usted tenía respecto de la actuación de los servicios de seguridad del régimen militar". ¿Qué piensa de esta afirmación del magistrado?

Me opuse a la cirugía (que se practicó igual con el cirujano Larraín) por razones médicas. Operé a mucha gente y en este país no se mataba a cualquier persona.

Entre los antecedentes que menciona el juez sobre usted está su participación como médico en los casos de los generales René Schneider y Augusto Lutz, además del hecho de que le tocó recibir a José Tohá en el Hospital Militar. Todos ellos resultaron muertos después de su paso por ese centro hospitalario.

El general Lutz tuvo una hemorragia digestiva en Punta Arenas. Dado que allá no estaban dadas las condiciones para la cirugía pedí que lo trasladaron a Santiago, donde lo operé con éxito. Sin embargo, el estrés del viaje y pérdida de sangre, entre otros, disminuyeron sus defensas y se le produjo una inflamación en el pulmón y una infección en casi todo el cuerpo y falleció. Cuando el general Schneider llegó herido al Hospital Militar, yo estaba en el ministerio. Como tenía experiencia en cirugía hepática, fui y ayudé en la operación. Cuestionan que haya llegado al hospital justo cuando el general se encontraba ahí… En relación a José Tohá, su esposa me cuestiona por no suministrarle un Valium antes de los interrogatorios. No lo hice porque no era el médico tratante, ni me correspondía recetar medicamentos de corte psiquiátrico.

En esa misma época usted operó al mirista y profesor Gonzalo Toro Garland. En 2016, Mario Carroza, ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los DD.HH., lo sometió a proceso -junto a otros tres militares en retiro- en calidad de autor del delito de secuestro calificado del docente. ¿Qué pasó entonces?

El mirista recibió cinco impactos de bala. Los mismos militares, que aparentemente lo balearon, lo llevaron al Hospital Militar. Me llamaron por mi calidad de jefe del Servicio de Urgencia. Lo operé y lo salvé. Los servicios de seguridad no abandonaron nunca el lugar. Después de varios días, firmé el alta, el tipo dejó el hospital y, luego, desapareció. Años más tarde, a mí me procesan por secuestro permanente. Es absurdo. Yo creo que la familia se lo llevó para afuera.

¿Qué pasó cuando en noviembre del año pasado el juez Carroza ordenó detenerlo?

Mi hijo Felipe -que es ginecoobstetra del Hospital Militar- presentó un certificado médico, que daba cuenta de mis problemas de salud, y logró que me dejaran con arresto domiciliario en este departamento durante dos semanas. Ahora, me encuentro con libertad bajo fianza. Me culpan, porque como cirujano le di el alta a Toro Garland. Es lo que me correspondía hacer. Pero yo no lo llevé, ni acompañé hasta la puerta del centro hospitalario.

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