Cuando en 1950 Vivian Fuchs propuso atravesar la Antártica por primera vez, la comunidad científica lo tildó de loco. No existía ni el presupuesto ni la tecnología para llevar a cabo una hazaña así. El geólogo británico no desistió y tres años después una llamada cambió el curso de lo planeado.

-Buenos días profesor Fuchs-, ¿sigue usted interesado en cruzar la Antártica?, le preguntó James Wordie, presidente de la Real Sociedad Geográfica británica.

Una travesía para cruzar 3.473 kilómetros de hielo nunca antes pisados por el hombre no se parecía a ninguna expedición realizada antes, por lo que durante los siguientes dos años los esfuerzos de la Mancomunidad Británica de las Naciones (Commonwealth), organizadora de la travesía, se concentraron en recaudar el presupuesto para llevar a cabo la llamada Expedición Trans-Antartic Commonwealth (CTAE, su sigla en inglés) y en establecer una estrategia viable para el cruce del continente a través del Polo Sur.

La travesía se haría con dos grupos de exploración: uno comandado por Fuchs y otro liderado por el neozelandés Edmund Hillary, quien acaba de convertirse en el primer hombre en llegar a la cima del Everest. Ambos establecerían bases en los extremos opuestos de la Antártica y se reunirían en el medio de la ruta, en el epicentro del Polo. Luego, Fuchs continuaría por la ruta abierta por Hillary en un viaje planificado de 100 días.

Barcos de carga, dos aviones, un camión oruga y cientos de barriles de combustible eran sólo algunos de los implementos necesarios para llevar a cabo la hazaña. Países como Nueva Zelanda, EE.UU., Australia y Sudáfrica apoyaron la misión realizando aportes financieros.

El 14 de diciembre de 1955, dos años después de la llamada telefónica que aprobó la realización de la CTAE, zarpó el primer barco de carga hacia el mar de Weddell, en la Antártica. Esquivando bloques de hielo que alcanzaban más de 80 metros de altura, el Theron se adentraba en el continente para llevar a Fuchs y a otros ocho hombres al punto de partida de la primera fase de la travesía: la base Shackleton (ver infografía).

A comienzos de 1956, ya con los pies sobre el hielo, los ocho exploradores conservaron sólo unas cuantas tiendas de campaña para refugiarse del clima antártico. Las 300 toneladas de suministros restantes se quedaron en la bahía de Weddell, a tres kilómetros del sitio donde se instalaría la base, por lo que la principal misión era trasladar todos los equipos a la zona escogida e intentar construir un refugio para sobrevivir al invierno que se aproximaba. Pero la tarea resultó ser más compleja de lo pronosticado.

Las condiciones meteorológicas de la base Shackleton eran más hostiles de lo esperado. El frío era desgarrador y las ráfagas de viento extremadamente violentas, lo que dificultó la construcción del refugio.

"En las travesías antárticas se enfrentan muchas dificultades. Para muchos el tema físico es lo más importante, pero yo diría que uno de los componentes más duros en estas travesías es mental. Esas instancias, en las que luchas contra la nieve y el viento, son en las que más uno se pregunta si va a llegar al destino. En particular la expedición más dura que he vivido ha sido en la Antártica", dice Ernesto Olivares, montañista chileno.

Así trascurrieron los primeros dos años hasta que el equipo de la base Shackleton logró terminar el refugio justo a tiempo para comenzar el viaje. El grupo comandado por Fuchs estaba listo para comenzar la travesía de 100 días que los llevaría al encuentro del equipo comandado por Hillary, instalado en la base Scott al otro extremo del continente.

Hillary y sus hombres tenían la misión de encontrar la mejor ruta entre el Polo Sur y la base Scott, además de dejar una línea de suministros en el camino que sería usada por Fuchs en la parte final de la expedición.

El 30 de diciembre de 1957 el equipo de apoyo de la expedición concluyó la misión encomendada. Sin embargo, a pesar del limitado combustible que les quedaba, Hillary no se conformó con terminar su misión y decidió continuar. "Nos encontrábamos a menos de 200 millas del Polo. Decidimos dar un buen empujón y avanzamos con seguridad a unas tres millas por hora. El 2 de enero nos encontrábamos a algo más de 70 millas del Polo, nos quedaban exactamente 180 galones de combustible para los tres tractores, sin embargo seguimos avanzando", dijo Hillary en The Crossing of Antartica.

El 4 de enero de 1958 el equipo de la base Scott llegó al Polo Sur y Hillary se convirtió en el tercer hombre en la historia en alcanzarlo tras Roald Amundsen (1911) y Robert Scott (1912).

Fuchs tardó unos días en arribar al punto de encuentro desde el lado opuesto, reuniéndose con Hillary el 19 de enero. Fuchs continuó luego por la ruta marcada por Hillary, llegando el 2 de marzo de 1958 a la base Scott, tras 99 días y 3.473 kilómetros, sellando así el primer cruce terrestre de la Antártica por el Polo Sur.