PSU 2017: Aumenta brecha de género en puntajes nacionales

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Los resultados de la PSU 2017, que se dieron a conocer hoy, arrojaron un aumento significativo en la brecha de género entre los puntajes nacionales: sólo 25 mujeres obtuvieron la máxima calificación, frente a 118 hombres.




"Tenemos un problema que resolver: porque de los ciento y tantos puntajes nacionales, solo 25 son mujeres, así que algo tenemos que hacer".

Así lo anunció la presidenta Michelle Bachelet luego de que el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE) diera a conocer hoy los resultados de la PSU 2017 a la que se sometieron cerca de 261 mil jóvenes en noviembre de este año, el número más alto en la historia de la prueba, siendo el 53,2% mujeres y el 46,8% hombres. De estos resultados, 117 corresponden a la prueba de matemática, 14 a la prueba de historia, 10 a ciencias y 9 a lenguaje.

Uno de los resultados más preocupantes se da en el género de los jóvenes que consiguieron un puntaje nacional. Este año, 118 hombres y sólo 25 mujeres lograron la máxima evaluación en la prueba. Los resultados representan un crecimiento en la brecha de género en relación a la PSU 2016, en donde la relación entre los máximos puntajes era de 119 hombres y 44 mujeres.

Sin embargo, para Evelyn Carrasco Salazar, investigadora del departamento de psicología de la Universidad de Chile, "el indicador de puntajes nacionales es altamente sensible al comportamiento del grupo de referencia de cada año. Por ende, no es el mejor para realizar comparaciones entre periodos. Por ejemplo, el 2015 solo un 11% de mujeres obtuvo puntaje nacional; el año 2016 subió al 27% y este año nuevamente bajó a 17%. Es mejor esperar a que se liberen los datos completos, para poder evaluar las medidas de tendencia central y dispersión".

Para la psicóloga, "la brecha de género en la PSU es un problema que se ha presentado durante mucho tiempo, y no sólo tiene que ver con sesgos de género del propio instrumento, que deben ser analizados y corregidos, sino también con una educación sexista en los establecimientos educacionales y al interior de las familias. Tenemos currículums sesgados, incluso con centros educativos que permanecen segregados por sexo, y prácticas educativas en cuya base existen estereotipos de género muy acentuados".

"Todo ello se inscribe en las expectativas que las niñas forman sobre sus propias capacidades. Esto implica el desafío de modificar currículums escolares, fortalecer la formación inicial de los docentes en educación no sexista, y apoyar a los padres en crianzas igualitarias", agrega Carrasco.

Algo similar opina la doctora en educación y académica del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Andrea Valdivia. Para Valdivia, "los instrumentos no son neutros. Yo pensaría en mirar los instrumentos de evaluación. ¿Cuánto condicionan las estrategias o los mecanismos de evaluación para que los hombres y las mujeres también tengan mayores o menores resultados?", agrega la académica.

Asimismo, Valdivia asegura que "hay que deconstruir la idea de los estereotipos, y en eso los medios tienen harto que hacer, incluso mucho más que la escuela. Aquellos estereotipos que refuerzan ciertas actitudes o aptitudes y condicionan a las mujeres versus a los hombres, hacen que las mujeres, por ejemplo, no se enfrenten de manera confiada a este tipo de evaluaciones o vengan con 12 años de menos posibilidades de acceder a conocimientos y habilidades que los hombres".

Sobre efectos puede tener para otras estudiantes mujeres ver que tan pocas mujeres están obteniendo resultados de puntaje nacional, Evelyn Carrasco asegura que "tanto el indicador de puntajes nacionales como promedios y acceso a ciertas carreras, pueden ser muy desalentadores para niñas que tienen intereses vocacionales por carreras calificadas de "masculinas" en el sentido común. Así nuestra sociedad pierde año a año talentos femeninos especialmente en áreas como ciencias, tecnologías y matemática. Esto es grave y representa un gran desafío para el país".

Sin embargo, Valdivia cree que "no hay que generalizar. En casos de alto esfuerzo o resiliencia, es probable que datos como este operen de forma contraria. Sé que puedo, me cuesta mucho, pero lo voy a hacer. Pero claramente frente a igualdad de condiciones, las mujeres tienen que trabajar mucho más".

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