Qué Pasa: Landerretche después de la posverdad

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A partir del atentado que vivió en enero, el presidente de Codelco decidió escribir un libro en el que aborda el tema de la posverdad. El ensayo llega a librerías en medio de la controversia entre Codelco y Contraloría, que hoy está en tribunales.




Fue poco tiempo antes de que ocurriera el atentado. Lo recuerda perfecto Óscar Landerretche (44): su hija de once años estaba interesada en entender lo que ocurría, en ese entonces, en Estados Unidos con Donald Trump, la posverdad y su reciente elección. Juntos veían MSNBC, se informaban. Pero ella quería saber más, comprender mejor qué ocurría allá. Así que Landerretche recordó una serie de hace unos años que ya tocaba todos estos temas: The Newsroom. La vieron juntos. La disfrutaron. Él, que ya la había visto hacía años, volvió a quedarse detenido en un capítulo de la segunda temporada: ese en el que intentan asesinar a una parlamentaria y la cadena de noticias se debate entre si dar o no la noticia de su supuesta muerte. No han podido verificar si es cierto, pero otros canales ya lanzan la noticia. Los periodistas discuten con el gerente general, quien les exige que salga la noticia al aire, pero ellos se niegan. La discusión sube de tono. Se van a comerciales. Unos minutos después confirman que la parlamentaria está viva. El capítulo tiene un final feliz. La posverdad —ese término que aún no existía en ese momento— es derrotada.

Landerretche recuerda el capítulo, recuerda ese día cuando lo volvió a ver con su hija. Y recuerda, también, ahora, sentado en su oficina de Codelco, que pensó en ese capítulo aquella tarde del pasado 13 de enero, cuando abrió un paquete en su casa y se detonó un artefacto explosivo entre sus manos, hiriéndolo en los brazos y el abdomen.

Se acordó de The Newsroom porque cuando empezó a correr la noticia, rápido, por redes sociales, el panorama que se describía era este: que estaba herido de extrema gravedad, que su mujer estaba muerta, que sus hijas, que sus hijos, que el atentado había sido letal. Pero nada de eso era cierto.

Lo que sí era cierto era esa bomba que le explotó en las manos. Sin embargo, en un primer momento, no se dio cuenta de las heridas que tenía. Debieron forzarlo, de hecho, a ir al hospital. Pero antes de que ocurriera eso, buscó su celular para llamar a su gerente de Comunicaciones: tenía que haber un comunicado que dijera con claridad que no había nadie herido gravemente. Le dictó las palabras y se subió el comunicado a la web de Codelco.

—Fue lo primero que hice porque no quería que mis familiares, mis amigos, se preocuparan. Y a pesar de eso, a pesar de que cualquier persona que estaba reporteando esto bastaba con que mirara el sitio de Codelco o que hablara con La Moneda de lo que había ocurrido, a pesar de eso, hubo gente que puso que mi mujer estaba muerta. Mi hijo mayor, que estaba en el sur con poca conexión, durante mucho rato vio las noticias de su madre. Cuando logramos comunicarnos, estaba paralizado. Costó mucho convencerlo de que nada de eso era cierto. Fue una cosa terrible y me hizo más palpable lo dañinas que pueden ser las dinámicas detrás de la posverdad —reflexiona ahora Landerretche, a más de seis meses desde el atentado.

Fue entonces cuando pensó que debía escribir un libro.

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