Momias chinchorro y vasijas incas destacan en la nueva sala del Museo Precolombino

Tras dos años de trabajo y una inversión de US$ 17 millones, creció en 1.300 metros cuadrados.




Hace ya dos años que el Museo de Arte Precolombino cerró sus puertas para realizar la mayor transformación arquitectónica de su historia: una ampliación de 1.300 metros cuadrados, que incluye nuevos depósitos, oficinas y una sala de exhibición subterránea para más de 300 objetos. A sólo siete días de la gran reapertura, el próximo 10 de enero, cajas y vigas de madera, herramientas y maquinaria se ven aún por los pasillos del edificio, que en la Colonia albergó a la Real Audiencia.

Está claro, el equipo del museo trabajará hasta el último minuto en los detalles, verificando las luces de las vitrinas o moviendo alguna pieza. El nerviosismo se respira en el aire. "Hasta hace unas semanas había polvo todavía en algunas salas y los maestros pareciera que nunca se irán. Ha sido un trabajo complejo", dice el director Carlos Aldunate.

Tampoco se ha escatimado en gastos. La ampliación, diseñada por el prestigioso arquitecto Smiljan Radic, costó US$ 17 millones, aportados por Minera Escondida, a través de la Ley de Donaciones Culturales, y para el montaje de las piezas de la nueva muestra se contrató a Geoffrey Pickup, quien fuera diseñador jefe del Museo Británico.

Todo, para que desde la próxima semana el público se encuentre con una sala inédita, dedicada a los pueblos originarios que habitaron el territorio nacional, bajo el título de Chile antes de Chile. "El fundador, Sergio Larraín García-Moreno, tenía un pensamiento panamericano y concibió un museo sin fronteras políticas. Sin embargo, pensamos que hacer énfasis en nuestros propios pueblos es vital para valorarlos y crear conciencia de que aún existen muchos de ellos", dice Aldunate.

DELEITAR SIN ABRUMAR

Entre las secciones estrella de la muestra destaca la vitrina dedicada a las momias chinchorro, originarias del Norte Grande, que van desde el 6.000 a.C. (casi tres milenios antes que en Egipto) al 2.000 a.C. "Son nuestras piezas más frágiles. En estos años lo más difícil fue proteger las colecciones de todo el impacto de la remodelación con múltiples traslados. Hoy llegan a una sala más fácil de mantener, climatizada y limpia", dice Pilar Alliende, jefa de conservación.

También, por primera vez, se hace énfasis en el influjo del Imperio Inca en Chile, a través de la exhibición de cerámicas, como platos, vasijas y cántaros, con diseños cusqueños. Una de las piezas más impresionantes es el quipu (1.500 d.C), tela con un diseño de cuerdas y nudos, usado por el Estado inca para registrar datos, probablemente para censar a la población.

Estudios recientes han reforzado la tesis de que bajo el centro de Santiago, antes de la llegada de Pedro de Valdivia, hubo un asentamiento incaico. La misma excavación para la ampliación del museo sirvió para revelar más datos. "Sabíamos que aquí existieron colegios jesuitas y la casa de don Juan de la Cueva, primer corregidor de Santiago. Sin embargo, más abajo, encontramos basurales más antiguos. Restos incas de uso cotidiano, que ahora se están analizando para pronto publicar los resultados", cuenta el director.

A la muestra se suman instrumentos para aspirar alucinógenos, propios de los chamanes; textiles como taparrabos y faldones, una colección de sombreros y turbantes del 1.000 al 1.500 d.C., platería aimara y mapuche, pipas de piedra y los chamamüll, esculturas en madera de los pueblos del sur.

Tanto para Aldunate como para el británico Geoffrey Pickup, lo más complejo es siempre la elección de las piezas. "La idea es deleitar al visitante sin abrumarlo. Espero que ellos vean primero y luego lean y estudien. Personalmente, mis piezas favoritas son dos cuencos de cerámica inca, de diseño muy sencillo. Siempre me ha fascinado cómo desde el inicio la gente se ha interesado por hacer de un objeto tan básico algo digno de contemplar", dice Pickup.

La mayoría de las piezas que se exhibirán pertenecen a la donación que en 2012 hizo el Museo Antropológico, de los coleccionistas Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi, con tres mil piezas precolombinas, entre ellas dos momias chinchorro.

Claro que, a pesar del crecimiento de infraestructura, el museo es incapaz de exhibirlo todo. Tiene en total más de 10 mil piezas, de las cuales cuatro mil corresponden al territorio chileno, pero sólo se podrán exhibir 300, es decir, menos del 10%. "Es la limitación de cualquier museo, pero estamos seguros que lo que exhibimos es un reflejo digno de nuestro pasado".

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