El mito de Grace Jones cumple cuatro décadas y llega a la pantalla

Grace Jones
La artista de origen jamaiquino en su presentación de este año en el Montreux Jazz Festival de Suiza.

A cuarenta años de su debut musical, el Festival de Toronto estrenó un documental que muestra el activo presente de una de las más vanguardistas figuras del pop.




Documentar el día a día de Grace Jones es una tarea que requiere horarios flexibles y reacciones rápidas. Bien lo sabe la directora británica Sophie Fiennes, quien durante la última década se dedicó a seguir a todas partes y a todas horas a la multifacética artista de origen jamaiquino, quien a sus 69 años mantiene a tope su energía vital y sus ansias por desafiar las convenciones. "Debía tener siempre mi equipaje listo", reconoció la realizadora, quien en más de una ocasión tuvo que dejar todo en pausa para viajar de un día para otro a Kingston, Nueva York, París o Moscú.

El resultado de este seguimiento alimenta el metraje de Grace Jones: bloodlight and bami, documental estrenado en la presente edición del Festival de Cine de Toronto, en el que Fiennes usa el presente y el pasado reciente -sin recurrir casi nada al archivo- de la artista para sintetizar sus múltiples dimensiones. Una misión titánica y en apariencia inabordable, tomando en cuenta que se enfrentaba a una de las estrellas más inclasificables y multifacéticas del siglo XX.

La premiere de la cinta -que llegará a cines de EE.UU. y Europa en octubre- coincide con una efeméride relevante para los seguidores de Jones: los cuarenta años desde la publicación de su disco Portfolio (1977), el inicio de una carrera solista que marcó los pasajes más estelares de su biografía. Si bien por ese entonces ya se había hecho una reputación en el modelaje y en las noches salvajes y glamorosas del Nueva York setentero -donde compartía departamento con Jerry Hall y Jessica Lange-, fue a través de la música que de la "diva de ébano" cambió paradigmas, con una singular propuesta que mutó de la fiebre disco a la new wave de base jamaiquina, acompañada de una imagen andrógina e hipersexualizada que resaltaba sus orígenes.

Antes de incursionar en el cine, con recordados roles en Conan el bárbaro (1984) y como chica bond de En la mira de los asesinos (1985), Jones puso en aprietos al público y a la televisión chilena con su visita al estelar Vamos a ver, de Raúl Matas, donde además de cantar sus éxitos -como La Vie en rose, Fame y Autumn leaves- arrancó algunas plantas de la escenografía. Pese a que las cámaras no lo muestran, el mito local dice que se las comió.

Sin sustituta

"La nostalgia es una pérdida de tiempo", aseguró Jones durante la conferencia de presentación de su documental, dejando en claro su rechazo al auto-homenaje y a mirar en retrospectiva una carrera que aún la tiene actuando en vivo por el mundo, con destacadas presentaciones en festivales europeos como Primavera Sound, e incluso preparando su undécimo disco, sucesor de Hurricane (2008), "que tendrá una base de ritmos africanos", adelantó.

Intentos de tributo no han faltado y en los últimos años han sido muchos y muy distintos los artistas que le han declarado su admiración, pero muy pocos los que han accedido a su mundo. Entre éstos últimos figuran el británico Brian Eno, quien produjo su último LP, y Gorillaz, quienes lograron ficharla como invitada para su álbum de este año, Humanz.

Menos suerte han corrido sus heredewras, quienes han sufrido el rechazo sistemático de su gran inspiradora. Y además de lanzar dardos venenosos a colegas como Madonna, Annie Lennox, Katy Perry y Rihanna, rechazó un dueto con Lady Gaga, por considerarla poco original. Para ella, las artistas pop de hoy "no tienen visión a largo plazo. Siempre hay una sustituta preparada. Me dan lástima", como declaró en sus memorias de 2015, tituladas Nunca escribiré mis memorias. "Visten como si desafiaran al status quo pero esas ropas, muecas y pechos al aire son el status quo", remató.

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