Medio millón de chilenos tiene diabetes y no lo sabe

Más de 470 mil personas en el país ignoran que padecen este mal y la mitad de los enfermos no siguen los tratamientos. Se estima que en Chile la diabetes se diagnostica 10 años después de que la glicemia comienza a mostrar irregularidades.




La última actualización de la Federación Internacional de Diabetes (IDF, siglas en ingles) ubica a Chile como el segundo país en Sudamérica con mayor cantidad de casos de diabetes. El primero lugar lo ocupa Brasil, con una prevalencia de 10,4% y que en Chile llega al 10%. Más arriba están México con 15,8% de la población con diabetes y Estados Unidos con 10,8%.

Para empeorar el escenario, según las cifras de la IDF, 470 mil personas en el país, no saben de su condición. La situación es grave: según las dos versiones de la Encuesta Nacional de Salud, la prevalencia de esta enfermedad en mayores de 15 años, pasó de 4,2% a 9,4%. En la última medición también se supo que el 21% de los encuestados ni siquiera sabía que estaba enfermo y que de los diagnosticados, solo el 52% se trata.

A juicio de Carmen Gloria Bezanilla, jefa de diabetes de Clínica Las Condes y miembro de la Sociedad Chilena de Endocrinología (Soched) varias razones explican la gran cantidad de enfermos sin diagnosticar. “La más importante es que al ser una enfermedad asintomática, solo se puede diagnosticar mediante exámenes de sangre”, dice.

Mónica Alucema, enfermera jefe y educadora en diabetes de la Asociación de Diabéticos de Chile (Adich) señala que lamentablemente en nuestro país no se enseña a escuchar el cuerpo y no se habla de autocuidado. Todavía es habitual que lleguen pacientes derivados del oftalmólogo porque ya tienen una retinopatía diabética o del urólogo o dermatólogo porque el paciente consultó por hongos y solo tras realizarse las pruebas de sangre, descubrieron elevados niveles de azúcar. “Si una persona se levanta más veces a orinar en la noche, si tiene más sed de la habitual, son síntomas de diabetes, pero como no provoca dolor y no sabe que pueden ser un llamado de alerta del cuerpo, se pasa por alto”, señala.

Como promedio, se estima que en Chile la diabetes se diagnostica 10 años después de que la glicemia (cantidad de azúcar en el torrente sanguíneo) aumentó al punto de hacer daño al organismo.

Para Vicente Gutiérrez, diabetólogo de Clínica Avansalud, es fundamental que las personas que tienen factores de riesgo se realicen los exámenes periódicamente. “Todos los que tienen papás o hermanos con diabetes, que tienen sobrepeso u obesidad y son sedentarios, las mujeres que tuvieron diabetes gestacional en el embarazo, las que tuvieron hijos que al nacer pesaron más de cuatro kilos, todos deben hacerse un chequeo una vez al año”, dice. Incluso, los niños y adolescentes que son obesos deben controlarse.

En el Ministerio de Salud, la situación preocupa. La jefa del Departamento de Enfermedades No Transmisibles, Andrea Srur, dice que en el futuro los pacientes con la enfermedad aumentarán y por lo mismo, es necesario prevenir hoy. Para cumplir con este objetivo, mencionó que existe el examen de medicina preventiva considerado en el Auge, pero que muy pocas personas lo usan por desconocimiento. Es más, los trabajadores pueden acordar con sus jefaturas un medio día al año para realizar estos exámenes que incluyen glicemia.

Abandono 

El 48% de las personas que abandonan el tratamiento son las que explican el por qué todavía en Chile de cada cuatro amputaciones, dos correspondan a diabéticos.

“Los pacientes no abandonan el tratamiento cuando el equipo de salud es proactivo y busca ajustar la dieta y el ejercicio en forma individual a cada paciente”, señala  Bezanilla.

En la Adich tienen la misma mirada. “A los pacientes con diabetes hay que educarlos y hacerles seguimiento durante toda la vida, se debe reforzar la información. La comida y los ejercicios son los pilares fundamentales de control de esta enfermedad, pero la familia del paciente también se debe involucrar. Al final es una enfermedad social. Lo ideal es que se apoye incluso con visitas a las casas para revisar lo que hay en el refrigerador. Los pacientes no son estándar y si se adecuan todas las recomendaciones a su realidad, el paciente no abandona el tratamiento”, insiste Alucema.

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