Matta y los "cheques" con que ayudó a sus amigos chilenos

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En 1974 el pintor comenzó a enviar pequeños dibujos para los artistas que enfrentaban problemas económicos, entre ellos el muralista Mono González. Una investigación de la hija del ex integrante de la Brigada Ramona Parra y un documental rescatan la historia de los "cheques Matta".




Roberto Matta (1911-2002) había comenzado una nueva vida en Tarquinia, Italia, pero no se olvidaba de los problemas políticos que vivían sus amigos en Chile. Era 1974. Tres años antes pintó junto a sus amigos de la Brigada Ramona Parra el mural El primer gol del pueblo chileno, en La Granja, en alusión a la victoria de Salvador Allende y la Unidad Popular. Desde entonces no volvería más al país. Sin embargo, su conexión con Chile se mantendría viva, aun cuando parecía menos visible.

Entre los 60 y 70 Matta visitó varias veces el país, dejando clara su postura política. En 1967, por ejemplo, viajó sólo por 24 horas para estar en el homenaje a Cuba que organizó la Universidad de Chile e interceder ante el Presidente Frei Montalva para que reanudara las relaciones diplomáticas con la isla. En los 70 se involucró más desde el arte: pintó obras para el Museo de Bellas Artes y fue invitado por el poeta Gonzalo Rojas para reunirse con obreros en Concepción, de lo que luego nació el mural Mira la lucha del esfuerzo del afuerino.

Tras el Golpe de Estado, Matta no volvió a pisar suelo chileno, pero siguió comunicado. Prueba de ello son las seis cartas que le envió al muralista Mono González entre 1972 y 1977, y que por estos días son la base de una investigación realizada por la hija del ex integrante de la Brigada Ramona Parra, la historiadora del arte Pabla González, en la que recrea la amistad y reivindica el papel político que mantuvo el pintor surrealista desde el extranjero.

"El Mono (González) le envía la primera carta en 1972 pidiéndole consejos, ya que su intención era irse a Cuba y seguir allá con la Brigada Ramona Parra. Matta le contesta que él puede hacer la revolución en cualquier lugar, que da lo mismo donde esté y que si el Che pudo hacerlo en Cuba siendo argentino, él también podría. Es una carta muy política", dice Pabla González, quien da los últimos detalles a la versión final de su investigación -apoyada por Fondart- para buscar editorial.

"En ninguna de las muestras que se hicieron en Chile en 2011 para el Centenario de Matta se resaltó su lado político. Al contrario, mi tesis afirma que la historia ha intentado lavar esa imagen en beneficio de la del pintor surrealista y de su obra cósmica", señala.

Además de las cartas, Pabla González rescata uno de los míticos Cheques Matta, dibujos de 9,5 x 22 centímetros que el artista comenzó a enviar en 1974 para ayudar a sus amigos con problemas económicos, entre ellos su papá. "Se lo envió en 1977, tiempo después de su última carta. En esos años el Mono ya estaba trabajando con nombre falso como escenógrafo en el Teatro Municipal. Se suponía que era para ayudarlo con plata, para que lo vendiera, pero el Mono nunca quiso deshacerse del cheque", cuenta.

Se sabe que a partir de 1974, Matta comenzó a enviar estos dibujos en forma de cheques, aunque no se sabe cuántos fueron en total ni cuál fue el paradero de cada uno de ellos. De hecho, ya en los 80 comenzaron a circular algunos falsificados, al igual que otras obras del artista. Un documental de Leonardo Contreras, estrenado en el Festival Sanfic y que se exhibió ayer en el Festival de Cine de Viña del Mar, indaga más sobre la historia de estos cheques.

"Desgraciadamente Chile, que es el país de Matta, es el principal productor de sus obras falsas", dice desde Francia el hijo del artista, Ramuntcho, quien junto a la viuda Germana Ferrari están a cargo de certificar la obra del pintor en el mundo. "Los cheques de Matta no son de gran interés para los falsificadores porque no tienen un gran valor comercial, van desde los 100 a los 1.000 dólares, no mucho más", agrega el músico.

Y también muebles

En 2011, la curadora Inés Ortega Márquez incluyó 5 cheques Matta de 1974 en la exposición Matta Centenario 11.11.11, en el Centro Cultural La Moneda. Pabla González, quien entonces trabajaba en ese lugar, pudo verlos de cerca: "Son iguales al que tiene mi papá, hecho con lápices pastel, mismo tamaño y tipo de papel; además de esos, no he visto ninguno. Sin embargo, cuando mi papá recibió el cheque fue a través de Carmen Waugh. Matta le había enviado 10 a ella, uno para el Mono y el resto para el artista Alberto Pérez, quien se encargaría de distribuirlos", cuenta.

En los años 90, Pérez (1926-1999), quien fue amigo de Matta y parte del grupo Signo con José Balmes y Gracia Barrios, vendió algunos de sus cheques para salvar de las deudas la casa de su madre. Nunca más se supo qué pasó con las obras.

Claro que los cheques no fueron el único artefacto que Matta inventó para ayudar económicamente a sus amigos comunistas durante el régimen de Pinochet. La investigación revela otra historia desconocida, la de una mueblería ideada por Matta que estaría a cargo del Mono González y donde se venderían muebles con diseños del artista, pero que no logró prosperar. Matta enviaba los diseños en las cartas, también en planos y dinero a través de la galerista Carmen Waugh. "Ella fue la gran intermediaria de todo", dice la investigadora.

"Hicieron varios muebles, pero no lograban venderlos. Las puertas se le cerraban por su filiación política. Fueron incluso a hablar con Roser Bru, porque su marido era dueño de Muebles Sur, pero ellos también prefirieron no involucrarse. El problema es que eran militantes comunistas y estaban trabajando clandestinamente, entonces el negocio no despegó. De hecho, en el 77 el Partido Comunista les pidió que entregaran todas las maquinarias y los trabajos porque según ellos, Matta había hecho eso para el partido", cuenta Pabla González. "En la última carta Matta escribe muy molesto por esa situación, él no entendía por qué le estaban quitando las cosas que él le había dado a sus amigos. Dice que se estaban comportando como unos tiranos, tal y como quienes gobernaban el país".

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