Tan lejos, tan cerca. Pasaron más de cinco años de su partida, pero su figura sigue instalada en el corazón de muchos chilenos. Es más, en cada consagración de la Roja, inevitablemente su nombre salta de inmediato a la palestra, recordándole a cada uno que todo comenzó con él. Marcelo Bielsa, el hombre en cuestión, está más presente que nunca entre los fanáticos. Así quedó demostrado en la encuesta que realizó La Tercera, en la que se llamó a votar por el nombre del mejor entrenador de la historia de la Selección. Allí, el rosarino se impuso por amplia mayoría a los otros tres candidatos: Jorge Sampaoli, Fernando Riera y Juan Antonio Pizzi.

Bielsa, quien estuvo en la Selección entre agosto de 2007 y febrero de 2011, obtuvo el 64% de las preferencias, entre más de 3 mil votantes. Sampaoli se ubicó en el segundo lugar con el 21%, mientras que Riera quedó tercero con el 8% de los sufragios y Pizzi en el cuarto puesto con el 7%.

La imagen de Bielsa entre los hinchas chilenos quedó marcada a fuego. No por vueltas olímpicas o éxitos rotundos en las competiciones en las que participó con la Roja. De hecho, los resultadistas dirían que durante su mandato no hubo título continental ni tampoco una clasificación histórica en un Mundial. Es más, comparando sus números con los de Sampaoli al mando de la Selección, claramente hay una ventaja para el casildense. Mientras el Loco alcanzó un rendimiento de 60,13%, el hoy técnico del Sevilla se empinó por sobre el 68%. Y si se toman partidos oficiales, hasta Pizzi lo supera en rendimiento.

Incluso algún purista enarbolará la bandera del poco respeto de Bielsa a su compromiso con la Selección, por el hecho de haberse ido a mitad de camino, con contrato de por medio. Pero todo aquello queda en segundo o tercer orden cuando se analiza el trabajo que llevó a cabo en Chile y que hasta el día de hoy se pone como ejemplo a la hora de elegir una metodología de desarrollo.

El rosarino asumió una Selección destruida, devaluada y marcada por constantes actos de indisciplina. Apenas meses antes de su arribo, la Roja se despedía de la Copa América de Venezuela sufriendo un vergonzoso 1-6 ante Brasil y con varios jugadores sancionados por incidentes ocurridos en el hotel de concentración de Puerto Ordaz. Y se acumulaban dos procesos mundialistas desastrosos.

Ese era el escenario con el que se encontró Bielsa. Tres años y medio después, la realidad era totalmente distinta. No sólo en el rendimiento en la cancha, toda vez que el combinado chileno clasificó al Mundial de Sudáfrica como el segundo mejor de las Eliminatorias, apenas por detrás de Brasil.

La herencia del Loco, que hoy en día es el principal sello de la Roja ante los ojos del mundo, fue el cambio de mentalidad que propició entre los futbolistas. Le hizo perder el miedo a todo aquel que pasó por Juan Pinto Durán, lo volvió competitivo y le brindó las herramientas para convertirse en mejor dentro de la cancha. De todo aquello se aprovechó la Selección, que comenzó a ser vista con otros ojos en el concierto internacional.

Bielsa potenció una generación que hoy sigue brillando con la camiseta roja. Es cierto que el mérito de la aparición de Sánchez, Vidal y Medel, por nombrar a los tres principales estandartes, fue de los clubes que los formaron, pero difícilmente hubiesen tenido un crecimiento tan explosivo con otro entrenador en la Selección. Por sus manos pasaron más del 80 por ciento de los futbolistas que se consagraron bicampeones de América, lo que marca quizás el mejor legado del Loco.

Así, más allá de los títulos y de la efervescencia por ser monarcas del continente, la mayoría de los hinchas parecen quedarse con el padre de la criatura. Por más que no levantó ningún trofeo, existe una certeza que se abraza como ley: todo lo que se festeja hoy tiene su génesis en Bielsa. Y eso sus admiradores jamás lo olvidarán.