Los turbulentos primeros 100 días de Trump en la Casa Blanca

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El Presidente de EE.UU. inició su mandato con un fuerte énfasis en los temas domésticos, pero sufrió sendos fracasos tanto en su política migratoria como en el reemplazo del Obamacare. Luego giró su agenda hacia la política exterior, con inesperados ataques contra Siria y Afganistán.




Franklin D. Roosevelt es el "culpable". En sus primeros 100 días en la Casa Blanca, el entonces Presidente de Estados Unidos (1933-1945) lanzó el "New Deal", su fórmula para combatir la Gran Depresión. Cuando asumió, los estadounidenses luchaban por llenar sus platos y un cuarto de los trabajadores se encontraba sin trabajo. A los pocos días de llegar a la Presidencia, lanzó su programa y en las semanas siguientes reformuló el papel del gobierno en la economía, firmó varios proyectos de ley y presionó para nuevos programas de empleo. Los primeros 100 días de Roosevelt fueron un éxito. Y lo llevaron a ser uno de los mandatarios más populares, siendo electo por cuatro períodos, algo que hoy está prohibido por la Constitución.

Desde entonces, el inquilino de la Casa Blanca es evaluado por el éxito de sus primeros 100 días. El Presidente Barack Obama aprovechó su "luna de miel" para aprobar un paquete de estímulo económico de US$ 787 mil millones y amplió la cobertura del seguro de salud infantil. Durante sus primeros tres meses, George W. Bush logró el visto bueno de la Cámara de Representantes para un recorte de impuestos de US$ 1,6 billones y fue enviada una reforma educacional, la que estuvo vigente hasta 2015. La aprobación de Obama luego de sus primeros 100 días llegó a 65%, mientras que la de Bush alcanzó un 62%.

Pero a diferencia de sus antecesores, el Presidente Donald Trump se ha convertido en uno de los mandatarios peor evaluados. Hoy, el 40% los respalda, según Gallup, una cifra relativamente baja para el estándar norteamericano.

Tropiezo tras tropiezo

Desde un comienzo, Trump apostó por concretar varias de sus promesas de campaña en el plano doméstico, en el marco de su lema "Estados Unidos, primero". Pero, al menos hasta ahora, sólo anotó fracasos.

Una semana después de jurar como mandatario, Trump emitió una orden que prohibía a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana ingresar al país. No sólo sembró caos y confusión, sino que se ganó un repudio generalizado. Pero luego un tribunal bloqueó la orden. Así, intentó apelar, pero la justicia le cerró la puerta en su cara.

Semanas más tarde Trump volvió a la carga. Su gobierno emitió una nueva prohibición "mejorada" de la anterior: cerrar la frontera a los ciudadanos de los mismos países (Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen), a excepción de Irak, durante 90 días y a todos los refugiados durante 120 días. Pero esta vez Trump sufrió una doble humillación. Un tribunal de Hawai dictaminó que la nueva orden también era discriminatoria, por lo que su idea fue suspendida. Ahora el caso deberá ser escuchado por una corte federal.

Mientras Trump intentaba imponer su controvertida política migratoria, no dejó de lanzar advertencias sobre que el muro con México se construiría sí o sí. Pero esto finalmente terminó jugándole en contra y el Presidente mexicano Enrique Peña Nieto suspendió una reunión en la Casa Blanca, todo un revés diplomático.

Aunque en un comienzo se pensó que Trump adoptaría un tono más presidencial y que sería mucho más moderado que en su campaña, siguió lanzando un tuit tras otro, con mensajes cargados de pólvora y sin pelos en la lengua.

Su primer éxito llegó recién el 28 de febrero, cuando se presentó ante el Congreso y emitió un discurso que recibió elogios incluso de parte de sus detractores por su moderación. Pero ese logro pronto se esfumó a medida de que sus más cercanos colaboradores comenzaron a recibir acusaciones por haberse reunido con altos funcionarios rusos durante la contienda electoral. En ese sentido, el controvertido rol de Rusia en la campaña volvió a florecer, lo que generó una baja en las encuestas para el Presidente.

En medio de este torbellino de acusaciones, algunos hombres de su más extrema confianza debieron dejar sus cargos, como el caso de Michael Flynn, su consejero de Seguridad Nacional quien habría mantenido contacto con el embajador de Moscú en Washington durante la campaña. También se supo que El fiscal general Jeff Sessions también se reunió con el embajador ruso Serguei Kislyak en dos ocasiones el año pasado. El fiscal no dejó su cargo, pero se recusó de la investigación sobre la interferencia de Moscú en los comicios.

Como si fuera poco, su yerno y una de las voces más escuchadas por Trump, Jared Kushner, comparecerá ante el Senado luego de que saliera a la luz que también se encontró con el embajador del Kremlin y con el director de un banco público.

También Trump arruinó su luna de miel al acusar a Obama de haber "pinchado" sus teléfonos durante la campaña, algo que ni sus propios aliados del Partido Republicano quisieron validar. "Que bajo cayó el Presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate", redactó a principios de marzo, sin ninguna prueba.

Después de todo esto, el gobernante sufrió otro importante revés. Durante la campaña dijo lo primero que haría sería enterrar el Obamacare, pero fracasó en las negociaciones con el Congreso para reformular el programa de salud. Eso sí, se anotó un rotundo éxito después de que la semana pasada su carta para la Corte Suprema, Neil Gorsuch, fuera confirmado por el Senado.

Ofensiva militar

Fue así como de un día para otro, Trump decidió enfocarse en la política exterior. Eso, a pesar de que durante la campaña aseguró que no quería embarcar al país en más conflictos internacionales. Pero no sólo atacó Yemen, sino que también reaccionó al ataque químico en Siria, del cual acusa al régimen de Basher Assad, con un bombardeo contra una base aérea siria, el 7 de abril. Se trató del primer ataque de Washington directamente contra las fuerzas del régimen sirio. Esta acción le valió elogios y, además, le permitió tomar distancia de Rusia -aliada de Assad- despejando las dudas sobre los supuestos vínculos entre el Kremlin y la Casa Blanca. De hecho, el jueves aseguró que "no conozco a Putin", mientras que en noviembre dijo que lo conocía "muy bien".

Incluso, la OTAN respaldó la acción, tras lo cual Trump dijo que esa Alianza no estaba "obsoleta", en un nuevo cambio de postura.

Cuando lanzó la ofensiva contra Siria, Trump se encontraba reunido con su par de China, Xi Jinping, en el primer cara a cara entre ambos colosos. Si bien la cita fue vista como un primer acercamiento ante la amenaza de una eventual "guerra comercial" entre las potencias, con el ataque a Siria el mandatario estadounidense logró opacar críticas por la falta de logros tras el encuentro con Xi. Así, el tema con China ni lo perjudicó ni lo benefició, un éxito para él.

Por otro lado este viernes, Trump declinó etiquetar al país como un manipulador de divisas pese a que durante su campaña, el mandatario prometió en repetidas ocasiones que lo haría apenas llegara a la Casa Blanca.

"Estos son los primeros 100 días más fracasados de cualquier Presidente", señaló Douglas Brinkley, autor de una serie de biografías de Presidentes norteamericanos al diario The Washington Post.

Según dijo a La Tercera David Cay Johnston, autor del libro "Cómo se hizo Donald Trump", a excepción de la confirmación del juez de la Corte Suprema, el Presidente "ha enfrentado una pérdida tras otra. Es el primer mandatario estadounidense en el último siglo cuyo plan legislativo inicial fue rechazado. También su prohibición a musulmanes fue rechazada por todos los jueces federales. No estoy sorprendido de que su administración esté tambaleante. Trump afirma ser un gran hombre de negocios, pero (...) no tiene habilidades de gestión significativas".

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