Los problemas del Papa Francisco para transparentar las finanzas en El Vaticano

Algunos sectores de la Curia tratarían de impedir que el sumo pontífice acuerde con Italia el fin del banco de la Santa Sede como paraíso fiscal.




Nuevos problemas al interior del Vaticano se resaltan desde los sectores más conservadores de la Santa Sede, los mismos conflictos a los que se enfrentó Benedicto XVI meses antes de su retirada ahora afectan al papa Francisco.

Los intentos de Jorge Mario Bergoglio para transparentar las acciones dentro del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano, entre los que destaca el ingreso del cardenal australiano George Pell, designado por el Sumo Pontífice para esta labor, se están viendo enfrentados con las acciones de quienes pretenden mantener un manto de duda sobre las instituciones dentro del Vaticano.

Durante los últimos meses de la administración de Joseph Ratzinger comenzar a amenazar filtraciones de información que lo asilaron en los altos mandos al interior de la ciudad religiosa. Problemas que finalmente decantaron en la renuncia del papa emérito, así lo señala el diario español El País.

"Justo cuando Jorge Mario Bergoglio pretende arrojar luz de una vez por todas sobre las finanzas vaticanas —aprobando severas leyes internas de transparencia y negociando con el Gobierno italiano el fin del Vaticano como paraíso fiscal—, aquellos lobos del poder y el dinero están intentando evitarlo con las mismas armas que usaron contra Joseph Ratzinger: la filtración de documentos envenenados para sembrar la duda y la división entre el Papa y sus ayudantes", destacan.

A través de conversaciones, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, ha admitido que se ha comenzado con un proceso de "transparencia mediante el intercambio de información con fines fiscales", en un trabajo coordinado con el primer ministro italiano, Matteo Renzi.

Durante la administración anterior, Benedicto comenzó con una operación que pretendía limpiar un poco las finanzas dentro del Vaticano. En 2011, se inició el estudio de cuentas que finalmente Francisco demostró y cerró cerca de 3.000 cuentas sospechosos y congeló otras 2.000.

Desde El País destacan que "el método para sembrar la discordia entre Francisco y el cardenal Pell es calcado al que logró aislar primero y doblegar después a Benedicto XVI: la filtración de documentos reservados".

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