Los Cóndores de Bayona

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Pablo Huete y Ramón Ayarza, dos de los mejores rugbistas chilenos de la actualidad reciben a La Tercera en la ciudad francesa, donde visten los colores de Aviron Bayonnais. Comparten su realidad, hablan del presente del rugby nacional y culpan a la Federación por los malos resultados. A pesar de sus estatus, dicen no sentirse referentes de la selección.




Biarritz en agosto es calor, playas llenas de turistas, surf, topless e incluso nudismo. Tiendas caras, buenos restaurantes y los mejores DJ's en las fiestas electrónicas que copan las noches veraniegas de uno de los destinos más apetecidos durante el periodo estival en Europa, tanto por locales como por visitantes de todas partes del mundo.

Pablo Huete (28) y Ramón Ayarza (23), quizás los dos mejores rugbistas chilenos de la actualidad, llegan en auto a las calles del balneario, mas no precisamente para entretenerse con los mil y un panoramas que ofrece la ciudad playera más top del país vasco francés. En su día libre, los deportistas nacionales me pasan a buscar para llevarme a Bayona, a 8 km de Biarritz y así mostrarme su casa: el Aviron Bayonnais Rugby Pro, club de la Pro2, la segunda división de Francia, uno de los países con mayor tradición ovalada.

Maneja Ayarza el city car que el club le pasa a cada jugador. Huete va de copiloto, apretado por el poco espacio que tiene para sus largas piernas y sus 2 metros de estatura. En el asiento de atrás me acompañan un par de maletas. Ayarza recién se cambió de casa. Tuvo que dejar el lugar que arrendaba debido al verano, ya que el precio mensual se convertía en semanal durante temporada alta. Tras 15 minutos de camino llegamos al club donde militan los chilenos. Las instalaciones del Aviron Bayonnais lucen desiertas y un tanto desordenadas a las cinco de la tarde de ese caluroso miércoles, el día de descanso del plantel y cuerpo técnico. Me muestran el camarín y me cuentan quienes son las figuras. Sus espacios están uno al lado del otro, según ellos, mera coincidencia. Los barbones posan para la foto.

Luego vamos a las tribunas del Stade Jean Dauger. Un estadio que sirvió para la práctica del atletismo hasta que se dieron cuenta de que nadie utilizaba la pista ni los fosos. Tribunas que se llenan debido a la afición del pueblo bayonés por la ovalada durante los partidos como local.

Que juegue el Aviron es el gran panorama. "Aquí la gente es adicta al rugby. Es el único deporte colectivo que tiene un equipo. No hay clubes de fútbol", comenta Ayarza. Los devotos hinchas aprovechan la cercanía de la cancha con el centro de la ciudad, para ir a bares y cafés. Luego en el estadio sigue la fiesta mientras alientan y beben la cerveza que compran en las mismas dependencias (lo que en Chile jamás pasará). "El ambiente es intenso, pero no agresivo. Hay una banda tocando música y se escuchan siempre más alientos que insultos", dice Huete, quien viste la camiseta celeste y blanca desde 2015.

Para capear el calor vamos a la sala de estar de los jugadores. Huete se sirve un café de una máquina de venta (no son necesarias las monedas) y Ayarza toma una botella grande de agua del refrigerador. Aparece uno de los funcionarios del club y la dupla chilena saca a relucir su fluido francés. Lo que más destaca en la sala es una fotografía de 3x2 metros que retrata el momento más dulce que han vivido los ex Old Boys en Francia: el ascenso al Top 14, la primera división gala, quizás la liga más prestigiosa del planeta. Cómo no, ambos relatan las sensaciones del momento ocurrido hace un año, sin despegar la vista de la histórica imagen, demostrando satisfacción.

Huete fue titular en una de las mejores victorias de su vida: "Ese día fue increíble. Jugamos en Toulouse un partido interesante, que ganamos ajustadamente. Luego, la celebración de vuelta en Bayona fue muy entretenida, con la gente repletando las calles. Pude compartir con mi familia que me vino a ver". Ramón se integró al final de esa campaña, disputó sólo tres partidos y esa final la vivió desde la banca. Sin embargo, disfrutó el ascenso igual que el resto de sus compañeros: "Fue emocionante. Desde que llegué me sentí parte, gracias también a Pablo y a los argentinos que me recibieron con ganas y me ayudaron a adaptarme". Como en cualquier club europeo, entre los latinos se agrupan. Junto con los argentinos Martin Bustos Moyano y Juan Pablo Orlandi son unidos. Se reúnen dos a tres semanas en alguna casa a cenar y una que otra vez hacen asados con carne que van a comprar a España. El tránsito entre países es totalmente libre.

Pero su estadía en la primera categoría fue fugaz. Aviron acabó último en la tabla y regresó a la Pro2. Los protagonistas asumen el fracaso. "En un torneo que acaba con malos resultados, igual hay formas y formas de jugar. Nosotros descendimos jugando muy mal, sin ideas, y perdiendo partidos que debimos haber ganado", analiza Huete. Esos partidos fueron los de local. "Antes de jugar, se cree que los partidos de visita ya están perdidos, que el local es invencible y que los árbitros te van a perjudicar. Así es la mentalidad francesa. ", sostiene Ayarza, alternativa en el Bayonnais.

Cuentan que los franceses no conocen ni una pizca sobre Los Cóndores. "Me preguntan: '¿Eres de Chile? Y juegan rugby allá?'", dice Huete. Confiesan que les hace falta un grupo de amigos de su misma edad. "Igual el francés del País Vasco es mucho más amistoso, tranquilo y abierto, a diferencia del parisino que es amargo, sobre todo con los extranjeros. Les carga que uno hable inglés. Hay que esforzarse hablando su idioma para caerles bien", dice Ramón. El mayor de la dupla, quien vive acompañado de su polola chilena hace un tiempo, cree que a veces faltan sitios para pasar los ratos libres, sobre todo cuando no es verano: "En Santiago estamos acostumbrados a tener todo a cualquier hora, en cambio acá, el comercio cierra temprano y también durante la hora de la siesta. Para qué decir el domingo. Si no compré comida el sábado, no tendré hasta el lunes. Hasta los supermercados cierran".

Para cerrar la visita, aprovechamos de hablar del rugby nacional y de Los Cóndores, grupo del cuál, dicen, no se sienten referentes. "Me cuesta liderar a un grupo si no vivo el proceso. Para el Sudamericano llegamos sólo para el partido debut contra Brasil. Pablo estuvo lesionado y jugó por Chile solamente ante Uruguay", confiesa el más joven. Ayarza analiza el presente y no evita las críticas: "El rugby chileno está enredado. Decimos que queremos ir a un Mundial, pero no estamos haciendo los esfuerzos necesarios como jugadores y dirigentes para llegar a esa instancia. Nuestras acciones no son consecuentes con nuestras palabras. No me siento referente de algo que no tiene rumbo".

Huete también dispara: "Los jugadores hacen esfuerzos tremendos, pero la Federación no está en la misma sintonía que ellos y no es capaz de entregar las mínimas condiciones para que entrenen bien. Cada directiva le echa la culpa a la administración anterior. Es el mayor problema, porque los rugbistas en Chile son buenos. Es complicado ganar algo sin haber tenido la correcta preparación. Los fracasos son netamente culpa de los directivos". Ayarza culpa también a la mala organización y a la lucha de egos entre la Feruchi y la Arusa: "Cada una quiere tener el poder y ser mejor que la otra". Además, apunta que la Selección, para muchos, es menos importante que los clubes. "Hay mucha crítica de tipos que nunca se sacrificaron por defender al país. Eso no puede suceder", señala.

Ambos se resignan a que muy probablemente, nunca jugarán un Mundial. "Es una lata, pero igual nunca hay que perder las esperanzas.Veremos si se comienzan a hacer las cosas de mejor forma. Nunca se sabe", dice Huete. "Es triste pensarlo, pero es lo que tocó nomás. Estaría inmensamente feliz si Chile va a un Mundial alguna vez, aunque sea después que me retire. pero para que eso pase, cambiaría la estructura completa. Hay que pensar a largo plazo y en las las generaciones que vienen".

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