Los 120 años del puente más icónico de Londres

Hoy se celebra la inauguración del famoso puente levadizo Tower Bridge que por primera vez atravesó el Támesis en 1894.




Inaugurado el 30 de junio de 1894 por el Príncipe Eduardo de Gales y su esposa, la princesa Alexandra, la celebración hoy de los 120 años del Tower Bridge de Londres coincide con una exposición del Museo de Docklands, que celebra con fotografías y obras de arte las icónicas construcciones que marcan las postales de la capital británica.

El famoso puente junto a la Torre de Londres no deja de llamar la atención, tanto por su impresionante construcción de dos torres de gris y azul que atraviesan el río Támesis, como por las anécdotas que guarda su historia.

El Puente de Londres era originalmente el único lugar de cruce del Támesis. En 1876 la City of London Corporation, responsable de esa parte del río, convocó a un concurso para el diseño que debía solucionar la falta de una vía de tránsito al este de Londres, que cada día estaba más atestada de peatones y vehículos. El nuevo paso debía otorgar una vía a la gente más allá del Puente de Londres, sin interrumpir el tránsito fluvial. El principal desafío era que no podía tratarse de un puente fijo.

El comité encargado aceptaba ofertas tanto de diseños de puentes como de pasos subterráneos. Se presentaron cerca de 50 proyectos, pero sólo seis años después el arquitecto municipal Horace Jones llegó con el diseño del puente que pasaría a ser un referente cultural y un ícono de Londres.

Ocho años, cinco importantes empresas contratistas y el trabajo incesante de 432 obreros tomó finalizar la construcción del puente levadizo más largo y sofisticado del mundo para su época. Sus brazos eran accionados hidráulicamente por gigantescas máquinas de vapor. Era un sistema complejo, pero aún así los brazos sólo demoraban un minuto en inclinarse hasta los 86 grados. Desde 1976, los brazos son accionados por petróleo y electricidad, en lugar de vapor.

Pero la historia del Tower Bridge está llena de anécdotas. Fue el lugar que escogió el rey Enrique VIII para ejecutar a dos de sus esposas y, recientemente, la artista Lucinda Grange inmortalizó tras el lente de su cámara los interiores del puente, permitiendo tener una mirada de sus túneles interiores que hasta ahora permanecían inaccesibles al público.

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