Las trabas que han impedido la llegada del pago móvil a Chile

Prometía reemplazar a las billeteras y tarjetas. Varios pilotos iniciaron la ruta, pero a tres años de las primeras pruebas, aún es sólo eso: un proyecto.




Fue a fines de los años 90 cuando los usuarios, aún con celulares “ladrillo”, conocieron acerca de las primeras experiencias de pago con teléfonos celulares en el país. Entonces la tecnología aún era limitada por el envío de datos, por lo que sólo se podían hacer compras con el chip del teléfono o mensajes SMS.

La llegada de los smartphones,  hizo que la idea volviera a renacer gracias al uso de Internet y nuevas conexiones. Buscando adoptar esta fórmula de pago en agosto de 2013 se realizó uno de los primeros ensayos cuando Movistar, Samsung, Banco Santander, MasterCard y Oberthur Technologies anunciaron un plan piloto pionero en Latinoamérica que contemplaba a 200 usuarios de prueba y 5 mil puntos de venta, en la implementación de una tecnología que sería el principio del fin de las tarjetas de crédito físicas para ser reemplazadas por un smartphone.

En términos simples, la tecnología presentada se basaba en una aplicación que administraba los datos del usuario y éste podía usar el móvil como billetera virtual acercando el celular a un terminal que reconocería la transacción, en un proceso de pocos segundos, sencillo, rápido y seguro. Entonces se dijo que la aplicación estaría operativa a fin de año, pero nada de eso ocurrió.

Felipe Zamora, gerente de Productos de Samsung, estuvo presente en el proyecto. “El sistema empleaba la conexión NFC que hasta ese entonces sólo usaban los equipos de gama media y alta. A pesar que no se continuó, la evaluación fue positiva, porque demostramos que los celulares estaban preparados para adoptar la tecnología”, afirma.

Sin embargo, la tarea dependía de varios factores e implicaba acuerdos entre instituciones bancarias, operadoras y emisores de tarjetas para generar su masificación. Esto, además de la infraestructura necesaria para su funcionamiento, dado que no todos los smartphones tenían NFC (como los iPhone), y más allá de algunos retailers, bencineras o cafés, lo que mas afectó a su implementación fue que el almacén de la esquina o los negocios pequeños tardarían en adoptar esta nueva alternativa.

Mientras tanto, también se barajaron otras opciones como el pago con código QR, que empleaba una aplicación con los datos de la tarjeta de crédito donde sólo se debía mostrar al vendedor un código en la pantalla del smartphone. La transferencia era posible en 15 segundos, pero no se masificó.

El sistema tenía algunos antecedentes. En 2011, Google lanzó en EE.UU. Google Wallet, que ya usaba una aplicación y NFC para los pagos, con más de 20 smartphones compatibles y el soporte de los principales emisores de tarjetas. Sin embargo, la tecnología se encontraba aún en pañales y no pudo despegar, debido a que uno de los fabricantes más importantes de smartphones encontraba “innecesaria” la implementación de NFC. Eso cambiaría en el futuro.

Apple Pay 

Presentado en 2014, Apple Pay llegó junto a los nuevos iPhone 6 y 6 Plus a sumarse a la naciente tendencia de compras por celular. El sistema, también compatible con el reloj Apple Watch, digitaliza y reemplaza las tarjetas plásticas, las agrupa en la aplicación Passbook, utiliza Touch ID para esacanear la huella dactilar del usuario y emplea la antes rechazada conexión NFC para generar la venta, que dura un par de segundos. Su éxito fue inmediato, y más de un millón de tarjetas fueron registradas en los primeros tres días, aunque su única desventaja radica en que la tienda debe incorporar un nuevo lector compatible.

Pero a pesar de contar con el apoyo de más de 400 bancos y centenares de tiendas en EE.UU., Apple Pay debía enfrentar otro problema. La oposición de empresas como Best Buy y Walmart que contaban con su propio sistema de pago conocido como CurrentC (a través de una aplicación), y Contactless (tarjetas y smartphones con chip), que se erigía como la última generación del “dinero plástico”. Mientras tanto, el clásico rival de Apple se preparaba para lanzar su propio medio de pago virtual, pero con una ventaja diferenciadora. En vez de obligar a las tiendas a cambiar, se adaptarían a lo existente.

Samsung Pay 

La semana pasada en Nueva York, la surcorena Samsung dio a conocer su nueva tecnología, Samsung Pay. Incluida en los también presentados Galaxy Edge+ y Galaxy Note 5, su atractivo radica en que emula el deslizamiento de una tarjeta magnética en un lector compatible, evitando su reemplazo. “Su gran ventaja es la universalidad, ya que emplea MST (Magnetic Secure Transmission) que sólo requiere que el terminal lea tarjetas magnéticas. Esto implica que desde el primer día de su lanzamiento, la tecnología pueda ser usada en casi cualquier lugar del mundo, incluido Chile”, afirma Felipe Zamora, quien por segunda vez se ve involucrado en la presentación de un proyecto de estas características.

Por ahora, el gran problema que tienen estas tecnologías es su disponibilidad en el mercado. Apple Pay está en EE.UU. y Reino Unido, mientras que Samsung Pay ya está en Corea y llegará próximamente a EE.UU., Reino Unido, España y China. Chile, por ahora, no está en el horizonte.

“Queremos reunirnos con las instituciones bancarias, operadores y emisores de tarjetas de crédito para llevar esta tecnología al consumidor final”, explica Zamora. Para los fabricantes la alternativa existe, pero falta un consenso de los involucrados.

La demora 

Ricardo Blumel, gerente de Marketing de Transbank, dice que en 10 años ha visto todo tipo de alternativas, pero que en la práctica ninguna ha sido una opción real al plástico. Aún así, valora el intento de los fabricantes: “Apple le dio un impulso al mercado y todos reconocen su impacto sobre todo en EE.UU. Es muy probable que con la salida de Samsung Pay finalmente podamos agrupar a la masa crítica que hemos estado esperando”, apunta.

Sin embargo, asegura que “en Chile, nosotros venimos trabajando en las soluciones de pago móviles hace tiempo y ya hicimos una apuesta grande con tarjetas bancarias y el sistema Contactless, con una red de 40 mil puntos disponibles”.

Blumel cuenta que a diferencia del mercado americano, el comercio nacional está preparado para la llegada de los pagos móviles. Dice que por protocolos de seguridad, la opción de Apple es mejor, y que en términos de cobertura en los próximos meses se podría cubrir la mitad de la existente. “Por ahora el problema es de los bancos y emisores”, afirma, y cree que probablemente el servicio de Samsung llegue antes al país.

Otra de las trabas tiene relación con “el tiempo de acostumbramiento y ‘educación’ tanto al usuario como a las tiendas, aunque por lo visto con los pagos en el Metro y Transantiago con la tarjeta bip!, las personas se pueden acostumbrar fácilmente”, dice Felipe Zamora de Samsung.

Para Valerio Murta, responsable de Productos de MasterCard para el Cono Sur, la experiencia al menos con Apple Pay ha sido satisfactoria. “Estamos en un periodo inicial, pero gracias a la alta penetración de dispositivos móviles, las billeteras digitales podrían expandirse”. Dice que “es necesario generar las alianzas necesarias para que esto funcione de forma óptima, lo que toma tiempo”, y que en Chile “sí existe el ecosistema y la infraestructura para soportar este tipo de pagos”. Además, adelanta que la billetera móvil de MasterCard, MasterPass, se encuentra en el mismo proceso y que se espera que pronto esté todo listo para su anuncio en Chile.

Para que los pagos móviles lleguen al país hay que definir “las alianzas con instituciones emisoras, precisar cómo se va a facturar y a qué cargo, por ejemplo”.

Las opciones de compra estarán pronto disponibles. “La idea es que no sea la tecnología quien lo impida sino que sea el usuario quien elija”, dice Blumel.

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