Las esperanzas de la "nueva Cuba"

Tras la reconciliación con EE.UU, una evidente señal de optimismo y proyección de futuro son las cada vez más frecuentes obras de reparación en departamentos y casas particulares. Muchos cubanoamericanos quieren "repatriarse". De esta forma aspiran a recuperar sus derechos y poder así, en el día de mañana, volver a vivir aquí o heredar las propiedades de sus padres.




Los grandes letreros instalados a los costados de la ruta que va desde el Aeropuerto Internacional José Martí a La Habana, desde hace algún tiempo que ya no reciben a los viajeros con declaraciones revolucionarias, llamados patrióticos y arengas antinorteamericanas, como era la costumbre. Ni siquiera hay uno que haga referencia a la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, organizada por la CIA, y de la que por estos días se cumplen 54 años. Los que hay son de otro tono, con llamados o convocatorias como al próximo congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas o a las elecciones municipales de hoy (ver nota secundaria).  Y la razón para un cambio así podría ser el nuevo clima de acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, escenificado el fin de semana pasado en Panamá por la reunión entre Barack Obama y Raúl Castro.

De hecho, en todo el recorrido hasta entrar en la capital cubana hay solo un cartel de condena al “bloqueo” norteamericano aún vigente. A pesar de las declaraciones de Obama en ese sentido, para que se termine el embargo contra la isla todavía falta mucho, en un cronograma en que uno de los próximos pasos debiera ser el restablecimiento de relaciones entre ambos países y la reapertura de embajadas.

“No hay que hacerse ilusiones. Tenemos muchas diferencias”, dijo durante la Cumbre de las Américas, Raúl Castro, quien relevó en el poder a su hermano Fidel en julio de 2006, a consecuencia de una crisis intestinal. Pero el aire político que se respira en Cuba es de optimismo, se da por sentado que el acercamiento con el país del norte no tiene vuelta atrás y que lo que parecía más difícil, como fue el anuncio coordinado del 17 de diciembre, ya sucedió.

Tanto así que en los días posteriores al inicio de la nueva etapa, circulaba en la isla la broma de una hipotética sentencia de Fidel Castro en los años 60 asegurando que Washington y La Habana retomarían relaciones “el día que el Presidente de Estados Unidos sea un negro y que el Papa sea un argentino”.

“Se ve bien el futuro, creo que habrá progresos, pero aún los cambios van muy lentos. Creo que en dos o tres años comenzará a mejorar la situación”, comenta con algún grado de cautela Yailén, una estudiante de una escuela de hotelería y turismo, mientras que Manuel, un cocinero de un restaurante en la calle O´Reilly de La Habana Vieja, expresa su total desconfianza: “¿Qué gano yo con todo eso, si los que se van a seguir llevando las ganancias de todo son ellos mismos, los mismos de todos estos años?”.

Sin embargo, en ese ambiente resulta difícil diferenciar demasiado el actual acercamiento con los norteamericanos de lo que ha sido el proceso de cambios impulsado por Raúl Castro que permitió a los cubanos, entre otras cosas, tener teléfonos celulares, quedarse en hoteles y poder abrir un negocio propio, y que puso fin a las restricciones para viajar al exterior. “Creo que la gente está contenta con lo que ha hecho Raúl. A poco de llegar dijo que estaría sólo dos períodos (de gobierno), habla muy poco en televisión y aprobó cambios históricos, como la nueva ley migratoria”, dice Yamilee, médico de profesión, pero que hace una década está dedicada, como “cuentapropista”, a alojar turistas en su casa.

Una evidente señal de ese optimismo y proyección de futuro son las cada vez más frecuentes obras de reparación en departamentos y casas particulares de sectores como Centro Habana, que por años estuvieron convertidos en ruinas y que supo retratar a su manera el escritor Pedro Juan Gutiérrez en la Trilogía sucia de La Habana.

Ya no son únicamente los edificios históricos y característicos de La Habana Vieja los que son recuperados, a instancias de la Oficina del Historiador de La Habana. Dentro de las reformas aprobadas se incluyó la creación de un crédito bancario para que los propietarios puedan financiar arreglos en las viviendas y para que renueven algunos de los anquilosados electrodomésticos, como refrigeradores y aparatos de aire acondicionado. Y gracias a todo esto uno de los grupos más beneficiados es el de los albañiles y gásfiters que trabajan en forma independiente.

La reconciliación diplomática también podría impulsar la llegada de dinero fresco a la isla, especialmente cuando el año pasado fue aprobada una nueva Ley de Inversión Extranjera. No por nada el ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, llevó a la cumbre de Panamá un portafolio de proyectos por US$ 8.700 millones.

“Se puede hablar que estamos ante unas circunstancias mejores, favorecidas por la nueva relación con Estados Unidos. Y aunque el gobierno cubano sigue siendo el mismo y es muy difícil que haya más libertades políticas, la mejoría económica y la llegada de más norteamericanos y más europeos, hará que haya más contactos con el exterior, lo que provocará un cambio en los cubanos”, dice a La Tercera Miriam Leiva, viuda del economista disidente, Oscar Espinosa Chepe.

También con la vista puesta en el futuro, dentro de los norteamericanos que están visitando la isla, muchos son de origen cubano, quienes gracias a la nueva Ley Migratoria, buscan iniciar los trámites para “repatriarse”.  De esta forma aspiran a recuperar sus derechos como ciudadano, a pesar de seguir residiendo en Estados Unidos siempre y cuando viajen al menos cada dos años a la isla. Así en el día de mañana podrían volver a vivir aquí o heredar las propiedades de sus padres o familiares cercanos. Se trata de una generación de cubanos que emigró más bien por razones económicas y que, a diferencia de los exiliados de las primeras décadas, nunca quemó las naves para un posible regreso.

En todo caso, de cambios políticos poco se habla, y más se aspira a una mejoría en la situación económica en la isla, especialmente cuando se da por sentado que el relevo del propio Raúl Castro sería el actual vicepresidente Miguel Díaz-Canel.  “A la gente no le interesa la política, está saturada de la política después de todas estas décadas. Le interesa la economía, que mejoren la economía, quiere vivir mejor”, destaca Yamilee.

Pero, como dijo Castro, los cubanos no se hacen demasiadas ilusiones y esperan sentados por los cambios más profundos. Mientras, deben seguir lidiando con los problemas de todos los días, como la doble moneda, las dificultades para encontrar repuestos para los autos y la falta periódica de productos. Así como en estos días no se logra encontrar vinagre en ningún comercio, en otros falta sal, cerveza, cepillos de dientes o mantequilla.

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