Las culpas del cura Guzmán

Aunque el nombre del sacerdote Jaime Guzmán Astaburuaga nunca fue muy conocido, un escándalo develó la historia del religioso jesuita que por más de 10 años fue el capellán del Colegio San Ignacio El Bosque. Esta es la historia del profesor y confesor, pero también de quien desde 2012 está condenado por una serie de denuncias de ex alumnos. Aquí hablan quienes sufrieron sus abusos.




Ocurrió un día de verano. Puede haber sido el año 1992 o quizás 1993. Estaban todos en el Cajón del Maipo, en Guayacán. Sebastián Errázuriz andaba por los 15 años, estaba ya en la enseñanza media del Colegio San Ignacio El Bosque y había decidido ir a esos retiros que todos comentaban. Era tarde y yacía tirado en la cama, en una de las habitaciones de la casa de los jesuitas, leyendo uno de los textos que se les entregaban a los alumnos.

Eso hasta que alguien abrió la puerta.

Fue rápido, muy rápido. Se acercó y le tocó el trasero a Errázuriz. Él, ágilmente, le hizo una llave y lo tiró al suelo.

-Suélteme, por favor.

-No me vuelva a tocar nunca más.

-Ay, ¿por qué? ¿Se pone peludo? -preguntó el intruso, riéndose.

-No me gusta, no lo vuelva a hacer nunca más.

El hombre que había entrado a la pieza se agarró la muñeca, se sobó y dijo:

-Sí, lo había notado.

-Entonces por qué cresta lo hace -respondió Errázuriz.

El hombre se dio la vuelta y se fue.

Era el cura Jaime Guzmán.

La vocación

El día había llegado. Era 29 de julio de 1967 y Jaime Guzmán Astaburuaga, luego de viajar desde Estados Unidos, se ordenó sacerdote de la Compañía de Jesús. Pero todo comenzó 29 años antes.

Guzmán nació el año 1938, en Santiago, en una familia tradicional, católica y de clase acomodada. Tenía dos hermanos -María Teresa y José Alberto- y había estudiado toda la vida en el Colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle. En aquella época fueron varios los jóvenes que se inspiraron en la figura del Padre Alberto Hurtado y que ingresaban con 18 años recién cumplidos a la Compañía de Jesús. Uno de ellos fue Guzmán.

En 1957 pronunció sus primeros votos. De ahí en adelante, recorrería un camino de 10 años para convertirse en sacerdote. Primero estudió en el noviciado que tenían los jesuitas en Padre Hurtado, luego en Argentina. Regresó a Chile para hacer clases en el Colegio San Francisco Javier, de Puerto Montt, y partió en 1964 a Estados Unidos. Allá estudió Teología en el Woodstock Theological Center, en la Universidad de Georgetown. Solo interrumpió sus estudios para ordenarse sacerdote, porque en 1968 volvió a EE.UU., esta vez para estudiar Sociología.

-Jaime era un buen estudiante. Hasta ese momento no tenía ninguna anotación en su hoja de vida -explica el padre Roberto Saldías.

Tuvieron que pasar 10 años para que volviera a Chile. Por esos años, el provincial de la Compañía de Jesús era el padre Fernando Montes. Fue él quien, en 1984, asignó al cura Guzmán al colegio que lo acogería durante 10 años: el San Ignacio El Bosque.

Guayacán

29 de septiembre de 1989.

Una foto de 10x15, a todo color, muestra a cinco niños. Todos están desnudos, excepto por una hoja de parra que tapa sus genitales. Sebastián Milos -de la generación 1992- recuerda el momento. Esa no fue la única foto que les sacó el cura Guzmán.

"¿Y cómo está la pajita? ¿Cómo están las chinas?", solía decir el sacerdote en sus clases de religión. Los alumnos solo se reían. En general, recuerda hoy Milos, Guzmán era el cura buena onda. Era el cura que hacía las misas entretenidas, el que hablaba de igual a igual con los alumnos, el que iba a los campamentos, el cura taquillero. Y eran varios los que se podían contar dentro de su círculo cercano. Guzmán fue, por ejemplo, el guía espiritual del fallecido futbolista Raimundo Tupper.

Pero en el colegio el sacerdote era conocido por los retiros que organizaba a Guayacán, en el Cajón del Maipo. Era el mismo Guzmán quien hacía el llamado: "Ármense un grupito y vayamos el fin de semana".

La actividad comenzaba el viernes por la tarde. Todos arriba de una van que conducía Guzmán partían a la primera parada, el Jumbo de Bilbao. El menú era siempre el mismo: plátanos con manjar, longanizas y salchichas. Todo era sexualizado, recuerdan ex alumnos. Las dinámicas de los retiros en Guayacán, que supuestamente tenían que ver con el desarrollo espiritual de los alumnos, también.

La masturbación, dicen los mismos ex alumnos, era el tema central. Guzmán era insistente con eso en las clases, en las misas, pero sobre todo en los retiros.

-En mi grupo siempre la conversación partía en torno al desarrollo sexual. Que si te habían salido pelitos, que la pajita -explica Milos.

Antonio -quien prefiere mantener su nombre completo bajo anonimato- cuenta que en la casa de Guayacán el cura les mostraba un álbum de fotos de alumnos de cursos mayores. La particularidad era que todas las imágenes exhibían la zona entre el pecho y las rodillas, centrándose en los genitales.

-Y nos decía: "Miren, chiquillos, no se preocupen, ustedes están en pleno desarrollo. No tienen pelos en el pubis, pero miren a este cabro de cuarto" -cuenta Antonio.

Entonces llegaba el momento de la famosa cámara Kodak.

Bañarse en la piscina era el panorama favorito de los alumnos y del cura, quien no dudaba en tomar fotografías de esos momentos. Había un rito: tirarse piqueros desnudos. Flash, foto.

Justo al lado de la piscina había un parrón. Las hojas de este les servían a los alumnos para taparse sus genitales al salir de la piscina y tomarse la tradicional fotografía en grupo. La misma que se publicaba en el diario mural.

Los martes era el día esperado. Porque los lunes el cura Guzmán revelaba las fotos.

-Era como "ehhhhhhh, viene el cura". Todos estábamos esperando las fotos, era una ceremonia. Y ese mural estaba frente a la salida de la sala de profesores, todos ellos lo vieron -dice Antonio.

Sebastián Milos recuerda que el tema de las fotos fue comentado en su casa y que incluso su padre le reclamó al rector, que en ese momento era Fernando Montes.

Pero las fotos se siguieron publicando. Todos los martes.

"La confesión"

Una de las actividades oficiales del colegio era "la confesión". En la capilla del Colegio San Ignacio se instalaban cuatro sacerdotes y los alumnos iban entrando a medida que alguno de los curas se iba liberando. Aunque ese era un contexto mucho más público, los abusos ocurrían igual.

Manuel -alumno de la generación de 1995 y que prefiere mantener su nombre bajo reserva- estaba en segundo medio cuando pasó. Sentado en una banca de la capilla, mientras se confesaba con el padre Jaime Guzmán, este lo interrumpió:

-¿Y cómo está mi torito? ¿Cómo le gusta la masturbación?

Luego le tocó los genitales.

-En vez de hacer un examen de conciencia, de la vida diaria, pasaba esto. Y aunque él te tocaba y te abrazaba, uno no decía nada, porque no estábamos acostumbrados a desafiar a la autoridad.

También había encuentros más privados. Era el mismo cura Guzmán el que a veces interrumpía una clase y sacaba de la sala a un alumno. Había que confesarse.

Antonio era uno de ellos.

Se confesaba todos los meses y siempre con Guzmán, quien, además, era su guía espiritual. Las confesiones ocurrían en la oficina del sacerdote y siempre terminaban, dice Antonio, con un abrazo bien apretado de parte de él, un agarrón en el trasero y un beso que era casi en la boca.

-Esto de que me tocara ocurrió ocho o más veces. Nunca lo comenté con nadie, lo veía como una cosa íntima entre él y yo. Tampoco lo veía como algo malo.

Hasta que un día no fue más.

-Usted se me va a portar bien, porque si no lo voy a agarrar de acá -le dijo Guzmán, asegura Antonio, mientras le agarraba los genitales.

Él, recuerda, se echó rápidamente para atrás y se quedó en blanco.

-Fue una actitud abusiva, se aprovechó de la relación afectiva que había. Era mi guía espiritual. Le contaba todas mis cosas, mis dolores, si tenía algún problema. Afectivamente, era muy importante, porque era una especie de protector. Ese día perdí a una persona importante, porque se aprovechó -dice Antonio.

Sebastián Errázuriz recuerda que el episodio en Guayacán no fue el único. El tema de los agarrones se había repetido antes, pero solo se atrevió a contar su historia al resto del curso cuando ocurrió en el retiro. Sus propios compañeros, como algo divertido, lo molestaban y le decían: "Erra, te vamos a agarrar". Hasta que se produjo una catarsis.

-Y el curso se envalentonó. Empezaron a insultar al cura, a gritarle cosas y se tuvo que ir del curso. Ese año, 1995, el rector del colegio era el padre Juan Díaz Martínez y le conté todo tal cual. Pero en vez de que se abriera una investigación inmediata, nada se hizo público -explica Errázuriz.

Durante esos años, según la Compañía de Jesús, no se recibió ninguna denuncia por abuso en contra del padre Jaime Guzmán Astaburuaga. Sin embargo, el año 1994 el cura salió del colegio. El motivo fue, según la institución, porque llevaba 10 años como capellán allí.

Abusados por Guzmán

La vida sacerdotal de Guzmán continuó con normalidad luego del San Ignacio. En el 97 llegó como superior a la residencia de los jesuitas en Valparaíso y en 2004 volvió a Estados Unidos, a una casa de retiros en Pennsylvania.

Pero el cura Guzmán hizo un pequeño viaje a Chile en una fecha especial, a un lugar muy especial. A pesar de haber salido el año 1994 del Colegio San Ignacio, el vínculo siguió. Así, el año 2005 celebró una misa de acción de gracias en la capilla del establecimiento por sus 50 años de vida religiosa en la Compañía de Jesús.

En 2009 volvió definitivamente a Chile. Esta vez como superior de la Residencia San Ignacio, la morada donde los jesuitas van a pasar sus últimos años. Guzmán se asentaba bien en Chile. Incluso, en mayo de 2010, cuando el cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago, inició la causa de beatificación del Padre Esteban Gumucio, Jaime Guzmán Astaburuaga fue convocado como promotor de justicia para la causa.

A Guzmán le esperaban, aparentemente, años tranquilos.

Eso hasta 2010.

"Denunciemos al cura Guzmán" se llamaba el grupo de Facebook creado por Sebastián Milos con el fin de abrir un espacio en el que todas las potenciales víctimas del sacerdote jesuita pudiesen contar sus experiencias. Había de todo. Los que defendían al sacerdote, los que encontraban inapropiados los retiros de Guayacán, los que conocían casos de abusos y, también, víctimas directas de Guzmán.

El grupo se viralizó rápido.

Tanto, que los jesuitas llamaron por teléfono a algunos de los ex alumnos, entre ellos a Sebastián Milos y Antonio.

-Presentamos testimonio por escrito y ahí supimos que no éramos los primeros, que ya había un caso abierto de investigación -dice Sebastián Milos.

Les dijeron que las denuncias -cuatro en total- y toda la investigación se enviarían a Roma. En 2012, por teléfono, les avisaron: Guzmán había sido condenado.

Según documentos de la Compañía de Jesús, el 6 de junio de 2012, la Congregación para la Doctrina de la Fe estableció la culpabilidad de Guzmán por "situaciones abusivas de índole sexual", y el superior general de la compañía, el padre Adolfo Nicolás, determinó una pena de cinco años. Esta última incluye prohibición de todo contacto con menores de edad, prohibición del ejercicio sacerdotal (excepto la celebración privada de la eucaristía, la celebración de la misma en la Residencia San Ignacio y las confesiones de los curas mayores enfermos del lugar) y la prohibición de ausentarse de la residencia sin permiso expreso del superior.

Sin embargo, a las víctimas, al momento de la condena, nunca se les entregó un documento que acreditara el castigo. Según el derecho canónico, no era obligatorio en 2012.

Guzmán, según los jesuitas y luego de la condena, fue removido de inmediato de su cargo como superior en la Residencia San Ignacio. Pero se decidió que cumpliera la condena ahí, porque, según la congregación, es el mejor lugar donde se puede cumplir la pena. Sin embargo, a pesar de que los dos edificios son independientes, no están totalmente aislados, ya que existe un pasillo que los une, entre la capilla y el teatro del colegio.

-Siempre tuve la sensación de "qué raro que esto no se sepa, ¿en qué minuto se irá a saber? ¿Por qué si había condena no salió en ninguna parte? Me parecía súper raro -explica Sebastián Milos.

La condena, según ratificó la congregación a las víctimas el pasado 24 de enero, se cumplió el 5 de junio del año pasado. Ese mismo día se revaluó y se determinó extenderla por cinco años más, especificando que la prohibición de contacto con menores es a perpetuidad y ratificando la prohibición del ejercicio del ministerio sacerdotal fuera del contexto específico que le sea conferido por el provincial.

Cristián del Campo, provincial jesuita en Chile, les confirmó a algunas víctimas que el semestre pasado autorizó a Guzmán para realizar misas a las 8 de la mañana, en la capilla lateral al Templo de San Ignacio. Pero hoy sólo cumple labores en la enfermería y, como no puede salir, sus dos hermanos lo visitan. Sin embargo, para la comunidad jesuita, Jaime Guzmán sigue siendo parte importante. No por nada en el Encuentro Provincia 2017, aun cuando no asistió, se conmemoraron sus 50 años de sacerdocio. En la cita estaban el padre Fernando Montes y Felipe Berríos.

Independiente del estado de la condena, varios ex alumnos son enfáticos en las críticas, principalmente hacia Montes, luego de las declaraciones del ex alumno José Miguel Viñuela sobre el cura Guzmán.

-La investigación no puede ser realizada de manera privada por el mismo ente al cual se le culpa, específicamente si no tiene un registro de haber hecho las cosas bien. Leí que el padre Montes le decía a Viñuela que al padre Guzmán lo investigaron cuando supieron, en 2010. A Montes le tengo cariño, respeto y admiración, pero está mintiendo. Yo hice mi denuncia 17 años antes -sostiene Sebastián Errázuriz.

Las distintas generaciones del Colegio San Ignacio El Bosque, en especial las de 1991, 1992 y 1995, han mantenido contacto desde que se reanudó la polémica. Incluso, se reunieron el martes 23 para redactar una declaración que pronto harán pública. Sebastián Milos recuerda lo que se repitió en decenas de mensajes cuando todo estalló: "Al fin salió mencionado el cura Guzmán".

Fuentes cercanas a la Compañía de Jesús afirman que estaría a punto de abrirse una nueva investigación en contra del señalado sacerdote. Además, explican, existen denuncias en contra de otro cura jesuita por delitos graves. Las investigaciones seguirán.

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