El largo camino a Santiago

La casa del embajador chileno en Caracas se ha convertido en un refugio para seis opositores al gobierno de Nicolás Maduro. Desde la residencia, un dirigente que se acogió a la figura de "huésped" cuenta a Reportajes cómo es la vida al interior del inmueble. Otros muchos venezolanos esperan pronto preparar sus maletas para buscar una vida mejor en Chile.




Roberto Enríquez fue el primer venezolano en arribar a la residencia del embajador chileno en Caracas pidiendo asilo. Fue el miércoles 5 de abril, pero la noticia no se dio a conocer hasta el día siguiente. El líder del partido socialcristiano Copei había estado desaparecido desde el domingo anterior. Llegó a la embajada, en el distrito de Las Mercedes, en el este de la ciudad, pidiendo ayuda: el gobierno de Nicolás Maduro lo había acusado de estar planificando un golpe de Estado en su contra y tenía una orden de captura por "instigación a la rebelión y traición a la patria". El propio Diosdado Cabello, el "número dos" del régimen, lo había acusado directamente en la televisión pública unos días atrás.

La capital venezolana vivía por esos días escenas diarias de convulsión ciudadana. El 1 de abril se desataron las protestas antigubernamentales después de que el gobierno intentara despojar de sus atribuciones a la Asamblea Nacional en manos de la oposición y que hasta el día de hoy se mantienen y suman más de 120 muertos. En esa semana clave, Enríquez llegó a la residencia del embajador, Pedro Felipe Ramírez, en calidad de "huésped". Días después, otras personas siguieron sus mismos pasos.

El sábado de la semana pasada, la magistrada venezolana Elenis del Valle Rodríguez también buscó refugio en la residencia del embajador chileno. Dos días después y luego de que se realizaran las controvertidas elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro, llegaron hasta el lugar otros dos juristas: Beatriz Ruiz y José Fernando Núñez. El proceso constituyente subió al máximo la tensión en Caracas, que ese día se despertó con la noticia del nuevo encarcelamiento de dos de los líderes opositores más emblemáticos y que gozaban de arresto domiciliario: Leopoldo López y Antonio Ledezma.

El miércoles fue el turno de la venezolana Zuleima del Valle González. Y el jueves, el abogado Luis Marcano se convirtió en la sexta persona en pedir ayuda en la residencia del embajador chileno. Los cinco magistrados forman parte del grupo de 33 juristas que designó la Asamblea Nacional venezolana, controlada por la oposición, para formar parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), uno de los más grandes aliados del gobierno chavista. La designación por parte del Congreso, un claro desafío al oficialismo y que se realizó el 21 de julio, fue rechazada por el propio Maduro. "Son espurios. Uno a uno serán detenidos", aseguró el mandatario tras la designación de los magistrados.

Maduro, cuyo gobierno atraviesa una crisis económica, política y social de proporciones, ha cumplido en parte su promesa. Los cuerpos de seguridad de Venezuela han arrestado al menos a tres de esos 33 magistrados. El resto debió optar por la clandestinidad o bien por buscar refugio en la residencia del embajador Pedro Felipe Ramírez, quien fue diputado, ministro de Minería y de Vivienda durante el gobierno de Salvador Allende. En 2014, la Presidenta Michelle Bachelet lo designó como embajador en Venezuela.

Casa copada

"Logística copada, pero compromiso incólume", aseguró el canciller chileno, Heraldo Muñoz, el miércoles al anunciar la llegada de un nuevo inquilino a la residencia caraqueña. El jefe de la diplomacia chilena no se quedó corto en su apreciación. En estos momentos hay más "inquilinos" que habitaciones en el inmueble ubicado en la zona del Country Club, uno de los barrios más exclusivos de la capital venezolana.

La residencia del embajador Ramírez cuenta con tres dormitorios y tres baños. Hay una piscina con un quincho, una salita y un living. "Imagínate cómo se le ha alterado su rutina al embajador", asegura el dirigente opositor Roberto Enríquez a Reportajes, quien lleva cinco meses en calidad de "huésped" de la residencia chilena. Actualmente se encuentra tramitando sus papeles para que el gobierno venezolano le permita acceder al asilo político en Chile. Espera que no tenga que llegar a ese extremo, comenta, ya que tiene esperanzas en que la situación de crisis se resuelva. No es el mismo caso de los otros "huéspedes". "Yo creo que por lo que he escuchado, los magistrados sí buscan una salida rápida", cuenta. "Están llegando muy angustiados", afirma.

El líder del Copei sostiene que en la última semana la residencia copó su máxima capacidad. "Es la única embajada que ha recibido asilo. Me he enterado por los mismos magistrados. Nos están brindando las mejores atenciones. Estamos muy agradecidos", señala. Es en el living donde los "huéspedes" mantienen largas conversaciones sobre la situación política de Venezuela, pero también, según detalla, hablan de cosas personales, especialmente de los "dramas familiares" que viven los perseguidos políticos. Con lo que pasa en Venezuela "no hay para aburrirse", pero en la casa se lee y se conversa mucho, detalla.

"Se van construyendo lazos muy grandes de amistad y hermandad, es el ambiente que se vive aquí, pero no nos desconectamos con la angustia que se vive afuera", agrega. Espera, algún día, escribir un libro de los días que pasó en la residencia de Chile en Caracas. Promete que lo hará.

En medio de una situación adversa, las comunicaciones son complicadas y las llamadas por teléfono limitadas, sin embargo, pueden recibir todas las visitas que quieran. Los seis "huéspedes" toman desayuno y almuerzan todos juntos. En las noches, durante la cena, a veces los acompaña también el embajador.

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Adrián tiene 27 años y quiere vivir en Chile.

Adrián tiene 27 años y quiere vivir en Chile.[/caption]

El jueves fue un día especial. Incluso, "trascendental", cuenta Enríquez. Ese día, Mary, la encargada de administrar el inmueble, estuvo de cumpleaños. Así, el embajador mandó a comprar una torta para hacer una pequeña celebración, "para cantarle el Feliz Cumpleaños". "Tengo mucha gratitud, además, por la gran cantidad de venezolanos que han recibido en Chile, a los que les están dando oportunidades", afirma el dirigente político.

En 2016, el número de solicitantes de asilo de venezolanos a nivel global se triplicó respecto del año anterior, según un reporte de la agencia de la ONU para los refugiados, publicado en junio. El año pasado, los solicitantes venezolanos fueron 34.200 en distintas partes del mundo, y en 2015, 10.200.

Los que se quieren ir

Hace tres años que Luis Miguel no se compra un par de zapatos. Hace un par de años también, este venezolano de 24 años no puede darse ciertos gustos -como salir a tomar helados-, a pesar de que trabaja en una entidad gubernamental como técnico en informática. Pero espera que pronto su suerte comience a cambiar. A mediados de agosto dice que viajará a Santiago. Tuvo suerte, comenta. Su hermano, que vive en México, lo ayudó a pagar el pasaje. De hecho, las pocas aerolíneas que operan en Venezuela han sido una de las grandes complicaciones para quienes quieren emigrar a otros países.

El camino a Chile es largo y costoso. Luis Miguel cuenta que viajará por tierra de Caracas a Cúcuta, el municipio colombiano que comparte frontera con Venezuela. Ahí se encuentran los pasajes más económicos, que varían entre los US$ 500 y US$ 700. El trayecto puede tardar hasta 12 horas. Cruzar la frontera, si no se presentan problemas, una hora. En Cúcuta tomará un vuelo hacia Bogotá y desde la capital colombiana llegará a Chile, el destino que tiene en mente desde hace tres años, la misma fecha en la que se compró, con sus propios medios, su último par de zapatos.

La decisión de Avianca, aerolínea colombiana que cesó sus operaciones en Venezuela el 27 de julio, fue un gran golpe para muchos venezolanos, explica Luis Miguel, ya que era una de las compañías que ofrecía pasajes más económicos. Las que quedan, como Copa o American Airlines, son las más costosas. "Un pasaje con anticipación puede costar entre US$ 800 y US$ 1.500, algo impagable para la mayoría", comenta.

Luis Miguel deja atrás a su hijo de cuatro años y a su esposa, de 23 años, pero espera para fin de año traerlos a Santiago. "Quiero mi hogar, mi trabajo, mi empresa. Deseo muchas cosas para el futuro, para mi hijo. A los venezolanos la inseguridad nos consume, con la inflación no nos alcanza para nada", cuenta.

Adrián, de 27 años, también quiere viajar hasta la capital chilena. Según el cálculo que hicieron sus amigos que ya lograron llegar a Chile, necesita unos US$ 500 para instalarse en la capital por un mes y empezar de cero. Sus "panas" lo están ayudando, pero no le ha sido fácil conseguir divisas. Ante las restricciones del gobierno, el dólar en el mercado negro se ha disparado en los últimos días en Venezuela, alcanzando los 17.000 bolívares. El salario mínimo en el país alcanza los 97.531 bolívares, algo así como 10 dólares (en el mercado negro).

"Me han dicho que la economía está muy buena para el venezolano y que hay mejores oportunidades para crecer", comenta a Reportajes. Hace tres años que Adrián está cesante, pero antes trabajaba en el área de seguros en la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Ahora tiene un "puestico" de empanadas en el estado de Miranda, cuyo gobernador es el ex candidato presidencial y uno de los líderes de la oposición Henrique Capriles, que comparte con su novia. Venden empanadas a 2.000 bolívares.

Se tiene que ir solo a Chile, asegura, a pesar de que no quiere dejar a su familia en Venezuela. Hace tres años que quiere viajar a Santiago, pero hasta el momento no ha logrado reunir el dinero suficiente. "Estoy pidiendo prestado, recurriendo a amigos que están afuera. Tengo una red de ayuda, pido US$ 50 a uno, US$ 50 a otro. Dudo que consiga algo relacionado con mi profesión allá, pero estoy dispuesto a todo", comenta.

Según datos del Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio del Interior de enero, en Chile viven ocho mil venezolanos, cifra que podría haber aumentado exponencialmente en los últimos meses debido a la agudización de la crisis. El número corresponde al 1,9% de los extranjeros en el país y, según los expertos, podrían ser el grupo que más crezca este año en Chile.

La cifra más impactante, sin embargo, se reveló el 16 de julio, durante el plebiscito que la oposición venezolana organizó en distintas ciudades del mundo, en rechazo a la Asamblea Nacional Constituyente de Nicolás Maduro. Ese día, según los organizadores de ese acto, 40.000 venezolanos se presentaron a votar en Chile. El único requisito era presentar una identificación que mostrara la nacionalidad del elector y los venezolanos que ya están en el país salieron en masa por las calles de Santiago –vestidos con los colores de su bandera- a sufragar en la consulta pública.

"Me han dicho que los chilenos son muy amables y les gusta cómo trabajan los venezolanos", dice esperanzado Adrián.R

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