La última mariposa de Nabokov

<p>El aclamado autor de Pálido fuego y de ese transgresor súper ventas que es Lolita, le ordenó a su mujer que destruyera la novela en la que había trabajado el último tiempo.</p>




El 5 de diciembre de 1976, el Book Review del New York Times publicó una encuesta navideña, en la que una serie de escritores famosos seleccionó los "tres libros que más disfrutaron este año". La respuesta de Vladimir Nabokov a esta rutinaria investigación fue al mismo tiempo conmovedora y misteriosa. Tras revelar que estaba gravemente enfermo, hacía su lista de "los libros que leí en los meses de verano de 1976, mientras estaba hospitalizado en Lausana": el Infierno de Dante, Las mariposas de América del Norte por William H Howe (Nabokov fue un famoso coleccionista de lepidópteros) y El original de Laura. Este era, escribió, "el manuscrito aún no completamente terminado de una novela que comencé a escribir y a trabajar antes de mi enfermedad y que ya está finiquitada en mi mente".

Con astucia artística, Nabokov revelaba un misterio que sólo ahora, 33 años más tarde, está a punto de ser resuelto. "Debo haberla repasado unas 50 veces", confidenciaba, "y en mi delirio diurno seguía leyéndola en voz alta a una pequeña audiencia onírica en un jardín amurallado".

¿Quién podría resistir estas fascinantes invenciones? "Mi audiencia", proseguía Nabokov, "consistía en pavos reales, palomas, mis padres hacía tiempo fallecidos, dos cipreses, varias enfermeras jóvenes al acecho, y un doctor familiar tan viejo como para ser casi invisible. Quizás debido a mis ataques de tos, la historia de mi pobre Laura tuvo menos éxito con mis auditores que el que tendrá, espero, con los críticos inteligentes una vez que sea debidamente publicada".

Con esa fugaz referencia sobre "mi pobre Laura", el hechizo estaba casi lanzado. Pero hubo un giro más. Poco después de Navidad, provocado por ese tentador fragmento en el periódico, Herbert Mitgang, un reportero del New York Times especializado en libros, hizo averiguaciones con el editor de Nabokov y confirmó que   el célebre autor de Lolita había "completado en su cabeza su próxima novela". Esta noticia la corroboró con el editor en Nueva York de Nabokov, quien le dijo: "Está todo allí: los personajes, las escenas, los detalles. Nabokov está a punto de escribirla en tarjetas de tres por cinco pulgadas".

Escribir en fichas, a lápiz, se había vuelto el método de composición favorito de Nabokov. El llenaría cada tarjeta con narrativa y diálogo, barajaría el paquete completado y luego, según las palabras del editor, "se ocuparía de la novela". Ahora sabemos que la novela se ocupa de la bella y promiscua Flora Lanskaya, "el original de Laura", y de su infeliz matrimonio con el obeso Philip Wild. El tema del libro, central para Nabokov, es la muerte y lo que hay más allá. Wild está envuelto en un proceso de auto disolución, pensando más allá de su yo corpóreo en un extraño acto de suicidio cerebral. El 17 de noviembre al fin descubriremos cuánto vale este manuscrito de fábula; hasta el momento, sólo conocemos rumores.

Mitgang informó que el título provisorio era Tool (Herramienta). Era, especulaba, "presumiblemente un anagrama, basado de alguna forma en un personaje llamado Laura". Impulsado por el misterio de Tool y por la emoción de la búsqueda, voló a Suiza. Nabokov, de 77 años entonces, y su abnegada esposa, Vera, habían vivido allí en medio del mármol y de los candelabros del Montreux Palace Hotel, por más de 15 años.

Mitgang tuvo una pequeña frustración. El célebre autor se negó a darle una entrevista al New York Times, pero estaba aparentemente feliz de que Mitgang le hiciera una visita social. Con él estuvo "cerca de media hora en el lobby del hotel". Mitgang dice que Nabokov le pareció "muy cordial", pero eso fue todo lo que obtuvo del encuentro. Más tarde escribió que sería "ocioso especular acerca del título o del significado (de Tool), porque a Mr. Nabokov le gusta jugar con las palabras, las ideas y las editoriales". La verdadera naturaleza del nuevo libro no sería revelada "hasta que esas fichas barajadas sean tipeadas en un manuscrito".

Aún así, habiendo peregrinado a Montreux, Mitgang no se iba a devolver con las manos vacías. "¿Y de qué", preguntó, rompiendo las reglas del encuentro, "trata la nueva novela?"

"Si le contara", objetó Nabokov con cortesía, "esto sería una entrevista". El mago nunca había lanzado un hechizo mejor. Antes, lo había hecho a menudo, por la prensa. Como dijo en sus memorias, Habla, memoria: "Me gusta doblar mi alfombra mágica, después de usarla, de un modo tal que se sobreponga una parte del patrón sobre la otra". Esta ilusión del tiempo y la realidad llegarían a estar trágicamente fusionadas.

Para Nabokov, el arte y la vida siempre fueron "un juego de encantamiento intrincado y de engaño". Lolita, su creación más famosa, es una hechicera. Sus novelas más grandes despliegan una extraordinaria narrativa, prestidigitación e invención endemoniadas, en parte inspiradas por la lúdica interacción entre el inglés y el ruso. De sí mismo escribió que, en su imaginación, "aparezco como un ídolo, un brujo, con cabeza de pájaro, guantes de esmeraldas, vestido en calzas hechas de escamas azul brillante".

Nabokov proviene de una familia de rusos liberales que huyeron de Crimea en 1919. Tras estudiar en Cambridge, tropezó de tumbo en tumbo mientras iniciaba su carrera como colector de mariposas y autor de extraños libros. Era un outsider brillante que logró establecerse una modesta reputación en los 20 y 30, viviendo de clases de inglés y tenis, así como de los puzzles compuestos para un periódico de rusos emigrados.
En 1940, huyendo de los nazis, se embarcó en un segundo exilio en EEUU, aterrizando en Nueva York con apenas US$ 100. Allí, cuando iniciaba las cuatro décadas, comenzó por primera vez a escribir en inglés. Su primo, el editor francés Ivan Nabokov, dice: "Vladimir tuvo una nana inglesa. El inglés fue su primera lengua y siempre tuvo un muy buen oído".

Finalmente, Nabokov encontró su nicho, enseñando en el Wellesley College y Cornell, y sobre todo con la publicación de Lolita, tras muchos rechazos, en 1955. Después de años viviendo en una especie de crepúsculo literario, el sensacional éxito de ese gran narcisista, Humbert Humbert, y de su escandalosa predilección por, la "luz de mi vida", Dolores Haze, impulsó a Nabokov a las luces de la celebridad estadounidense. No fue una experiencia agradable y en 1961 se retiró a Suiza con su mujer, para dedicarse de lleno a los libros.

Su primera novela importante después de Lolita fue un ensayo de lo que sería la posterior vida de Tool. Pálido fuego (1962) ha sido descrito, por Mary McCarthy, como "un tragamonedas, una gema de Fabergé, un juguete de relojería, un problema de ajedrez, una máquina infernal".

Cuando Tool surgió por primera vez en las libretas de Nabokov, en 1974, era Morir es divertido y luego El opuesto de Laura. Si Nabokov esperaba seducir a sus lectores en todo el mundo, algunos de los cuales le querían de una manera cercana a la idolatría, con El original de Laura como título de trabajo fue cruelmente negado. Mitgang dice que cuando estuvo con el novelista, el año Nuevo de 1977, "se veía viejo, pero en buen estado de salud". Pero de hecho, Nabokov estaba muriendo. Cuando la BBC lo filmó, en la primavera de 1977, estaba debajo del agua y hundiéndose visiblemente. Se movía lento, su piel estaba "gris y suelta" y respiraba con dificultad.

A medida que su condición se deterioraba, trabajaba obsesivamente para terminar la nueva novela. Pero finalmente, tuvo que reconocer su destino. Si el manuscrito nunca llegaría a terminarse a entera satisfacción de su perfeccionista autor, nunca debería ver la luz del día. El hechizo que había alimentado ahora se convertía en la maldición de un viejo. Instruyó a Vera de que, tras su muerte, lo destruyera de inmediato.

Nabokov murió de bronquitis el 2 de julio de 1977, en presencia de su familia. Las 138 fichas de Tool se depositaron en una caja de seguridad en la bóveda de un banco suizo, mientras Vera luchaba con el testamento de su marido fallecido. De tiempo en tiempo, enrolaba a outsiders comprensivos en busca de consejo. Brian Boyd, el distinguido biógrafo de Nabokov, saboreó parte del manuscrito a mediados de los 80 y desaconsejó su publicación, opinión que posteriormente matizó. "Las personas no deberían esperar ser arrastradas", dijo con tacto. "Es el tipo de escritura que induce a la admiración y sobrecogimiento, pero no al compromiso".

Kafka le pidió a su amigo Max Brod que quemara todos sus papeles, que incluían las novelas que hoy conocemos como El proceso y El castillo. "Por fortuna", dijo Nabokov en sus clases sobre Kafka, "Brod no cumplió con los deseos de su amigo". Este dicho ha sido usado por la sucesión de Nabokov como una anticipada aprobación a su fracaso en destruir El original de Laura.

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