Jhumpa Lahiri: "La inocencia no existe en ninguno de mis personajes"

Nació en Londres, creció en Rhode Island, ganó el Pulitzer y actualmente vive en Roma.




Quien no conozca ni sepa nada sobre la vida de Jhumpa Lahiri, al escucharla hablar sin prestar atención a su físico, podría pensar que por su perfecta pronunciación y acento en inglés es estadounidense. Pero si, por el contrario, sólo observamos su físico y, sobre todo, sus grandes ojos marrón claros, no tendríamos duda de que Lahiri es de origen indio. Ese conflicto de no saber si es realmente estadounidense o india es el que ha vivido por muchos años. Un dilema que la persigue hasta la fecha y que, por lo mismo, ha sido fuente de inspiración para sus exitosos libros, como Intérprete de emociones (1999). Una historia que transcurre entre ambos países, por la que recibió el Pulitzer como mejor libro de ficción.

Nacida en Londres en 1967, la escritora acaba de publicar su quinto libro, La hondonada, donde vuelve a relucir su proceso de migración, pero de manera menos evidente: "Antes era el primer plano de mis libros, ahora sólo es parte del paisaje y más bien los temas que en los otros cuatro estaban de fondo, ahora se convirtieron en la temática principal", dice la autora, que participó en el reciente Flip, Festival Internacional Literatura Paraty, en Brasil.

Publicada en 2013 en EE.UU., La hondonada sucede en la Calcuta de los años 50 y aborda la historia de los hermanos Subhash y Udayan, de personalidades opuestas y cuyas vidas tomarán caminos distintos, hasta que una tragedia los volverá a poner frente a frente. Subhash, más disciplinado y reservado, regresa a su país para intentar recomponer una familia devastada tras los actos de Udayan, el hijo rebelde e inquieto.

Sus últimas cuatro obras giran en torno al concepto de la migración, no así con La hondonada. ¿Cuál era el tema que le interesaba?
Cuando estoy escribiendo no pienso en los temas, sino en el contexto de mi trabajo. El asunto de la migración lo vengo abordando hace bastante tiempo y fue el tema principal en mis últimos cuatro libros, pues intenté descubrir cuál era el tipo de migración que mis padres escogieron y el efecto que tuvo en ellos, como en mi generación y consecuentemente en las generaciones siguientes. La hondonada es la historia acerca de una familia donde los personajes se dislocan entre mundos diferentes y, por tanto, el relato se enfoca en la parte más emocional y sentimental de ellos que en las luchas que abrigan los problemas de la migración.

¿Cómo nace la novela?
Yo diría que La hondonada fue mi primer libro, ya que comencé a concebirlo el año 1997, es decir, antes de que mis otros escritos fueran publicados. Incluso, para mí fue un proceso muy difícil, pues tenía una idea, pero no sabía cómo podría funcionar. Conocía un poco la base histórica y política de Calcuta en la década del 50 y tenía algunas posibles ideas sobre esos dos hermanos. Hasta que 10 años después la retomé y fue sólo cuando apareció Gauri, la protagonista femenina, que la historia comenzó a tomar forma y sobre todo entendí que ella era la llave para hacer funcionar la historia.

Gauri parece ser un personaje muy complejo: se va a EE.UU. con Subhash, pero en la búsqueda de sí misma ignorará incluso a su hija. Aún así, no pierde la simpatía con el lector. ¿Cuánto de ella refleja su experiencia?
Sé que para un lector Gauri puede parecer un poco difícil. Ella fue uno de esos personajes con quien sentía cierta empatía y a quien siempre entendí en su lucha. Por eso cuando ella apareció, intuí que tendría un papel importante en el libro y quise acompañarla en esa búsqueda por su libertad. Sentí que todo lo que ella había hecho, todas las elecciones, a pesar de que eran elecciones muy difíciles, eran decisiones que ella estaba obligada hacer, considerando cómo y dónde había sido criada y otros factores que terminaron por convertirla en una persona con un carácter complicado y complejo en este mundo. Si bien Gauri hizo algunas elecciones muy crueles, todavía creo que ella entiende los errores que cometió a lo largo de su vida, por eso siempre comprendí ese personaje, pues siempre supo muy dentro de ella que las decisiones tomadas eran equivocadas. Pero resulta interesante que ninguno de los cuatro personajes principales es inocente y todos ellos son culpables de alguna cosa; tienen sus secretos, intentan ser honestos, aman, pero tienen unas vidas dobles, papeles dobles que desempeñan a lo largo de su vida.

¿Cómo percibe el proceso de la migración, ahora viviendo en Italia, respecto de su experiencia durante su infancia en EE.UU. y ahora con la de sus hijos en Roma?
En Italia la vida del inmigrante es muy complicada, pero con mis hijos es diferente, porque no somos inmigrantes. Llegamos con mi marido ya adultos, no estábamos en búsqueda de una vida mejor y afortunadamente vivimos una vida muy privilegiada. Una situación completamente diferente a la de mis padres, quienes dejaron India yendo primero para Inglaterra y luego a EE.UU., adonde llegaron con la ropa puesta y con sólo cinco dólares en la cartera. Sin embargo, el día a día de todo inmigrante está repleto de incertezas, dificultades, ansiedades, y la de mis padres fue una vida relativamente tranquila en comparación con los inmigrantes que llegan y cómo entran en la sociedad italiana. Y es que la definición de ser italiano es muy estricta, no es un país que te abrace y reciba de forma tranquila. Eso es algo que observé con mucho interés y que me hace recordar a EE.UU. de mi niñez, en la década del 70, cuando la definición de americano era mucho más restringida. Por eso, cuando me preguntan ¿usted se considera estadounidense? Yo digo que no, pues nunca fui considerada así, y aunque tenga pasaporte de EE.UU., eso no me da la sensación íntima, ya que cuando era niña, nadie me miraba ni me trataba como americana.

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