Hoy se cumple un año de la quiebra de Lehman Brothers y el estallido de la crisis




A las 6 de la tarde del viernes 12 de septiembre de 2008 comenzaba otra reunión de emergencia en la oficinas de la Reserva Federal en la zona de Lower Manhattan. La cita incluía a Ben Bernanke y al entonces secretario del Tesoro de EEUU, Henry Paulson, y tenía un solo fin: determinar cómo rescatar a Lehman Brothers.

En la reunión participaron los CEOs de los mayores bancos. Esta vez debía primar el argumento del gobierno de no desembolsar dinero estatal para rescatar a Lehman.

El jueves 11 de septiembre, el secretario del Tesoro se comunicó con el canciller británico, Alistair Darling para proponerle un trato donde Barclays se quedara con Lehman. Sin embargo, la respuesta fue negativa.


COMIENZAN LAS REUNIONES

El viernes 12 de septiembre, durante un desayuno, Bernanke y Paulson decidieron resolver el tema Lehman antes del lunes, cuando abrieran los mercados. Paulson sabía lo crítico de la situación, pues la noche anterior Tim Geithner, entonces presidente de la Fed de Nueva York, le dijo que Lehman no estaría en condiciones de operar el lunes.

BofA había considerado seriamente durante esa semana el quedarse con Lehman. Incluso contactó a un probable socio para el trato: el multimillonario Christopher Flowers. Sin embargo, tras una revisión de los libros del banco, se negó.

El mayor problema para que Barclays se quedara con Lehman era que el inglés no sería autorizado por el regulador británico sin garantías. Buscando dichas garantías se contactó a Warren Buffet, quien aceptó respaldar sólo una pequeña parte del negocio. Las miradas se dirigieron al gobierno de EEUU, pero Paulson no quería fondos públicos en la operación, lo que volvió inviable el trato.


EL FIN SE ACERCA
A las 8 AMam del sábado los ejecutivos retomaron las reuniones. Mientras Barclays aún se perfilaba como el gran comprador, BofA salía del camino tras ofrecer comprar el 100% de las acciones de Merrill Lynch.
A esas alturas, en una lujosa oficina en la 7° Avenida en Manhattan, el presidente ejecutivo de Lehman, Richard Fuld, estaba casi resignado. Los últimos días habían sido extenuantes, negociando con casi todo el mundo. En meses previos, anticipando lo peor, había pedido a Tim Geithner que autorizara a Lehman a convertirse en un banco comercial, quedando bajo el escrutinio del regulador, lo que le fue denegado.

Mientras el fin parecía cada vez más cerca, Fuld le pidió a un experto en quiebras que preparara los papeles necesarios por si el banco se hundía. "El gobierno no te va a dejar caer", recibió como respuesta del abogado. "Sería como si el gobierno mismo quebrara. Como si Roma vendiera el Vaticano a los japoneses para convertirlo en un hotel y contratara al Papa como botones", bromeó.


EL DOMINGO DE LA CAIDA
La mañana del domingo, el gobierno de EEUU nuevamente habló con oficiales británicos, los que se negaron a apoyar un trato para que Barclays se quedara con el banco. Tras ello, el gobierno y los CEOs reunidos en la Fed asumieron lo que sabían desde el primer minuto: Lehman Brothers estaba quebrada. En ese minuto se dio la orden de llenar los documentos a medianoche de ese domingo.

Al comunicarse la noticia al directorio de Lehman, éstos no lograron comprender la decisión del gobierno y se preguntaban por qué si habían rescatado a Bear Stearn no lo habían hecho con el algodonero. Después de una hora de discusión, la decisión fue aceptada y Fuld sentenció: "Creo que esto es el adiós".

A las 12.30 del lunes 15 de septiembre, Lehman Brothers comunicaba lo que ya era un hecho la noche anterior: se declara en bancarrota. Fue el preludio del caos financiero que se apoderaría del mercado por las siguientes semanas.

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