Tras el duro golpe que sufrió el PPD en las pasadas elecciones, el nombre del canciller Heraldo Muñoz comenzó a instalarse en las filas del partido como opción para presidir la colectividad. A dos meses del término del gobierno, el ministro expone por primera vez, en esta entrevista realizada por escrito, su mirada sobre el partido, los alcances de la derrota presidencial y el futuro del bloque, señalando que "la batalla se perdió antes de la elección presidencial".

A su juicio, ¿qué significa la derrota que sufrió la centroizquierda en las elecciones presidenciales?

Fue una derrota sorprendente en su magnitud. Pensé que Piñera podía ganar, pero, como muchos, creí que sería una segunda vuelta estrecha. Esta derrota fue contundente y requerirá mucha reflexión sobre la base de datos, un esfuerzo por reordenar filas y recuperar un cambio tranquilo, para usar un dicho de un gran líder.

La Moneda y la Nueva Mayoría interpretaron los resultados de la primera vuelta como un voto mayoritario para los candidatos que están por las transformaciones. ¿Comparte esa visión?

Creo que el asunto es más complejo. Es verdad que la primera vuelta sorprendió a todos. Recordemos cómo se equivocaron las encuestas. Una suma aritmética daba una mayoría por la centroizquierda e indirectamente, se podría asumir, en favor de las reformas más importantes del gobierno. A lo menos quedó en evidencia que hay reformas del gobierno que la gente quiere. Basta constatar que Piñera asumió la gratuidad para la educación técnico-profesional en un 90%, cuando en la primera vuelta argumentaba que pagar hacía apreciar mejor la educación obtenida. Es decir, el gobierno de la Presidenta instaló temas que difícilmente retrocederán.

¿Cómo se explica, entonces, el triunfo de la centroderecha y de Sebastián Piñera?

Porque si bien había acuerdo sobre muchas de las reformas, no había acuerdo sobre su profundidad y alcance, y porque había quedado sólo un candidato de la centroizquierda y no era el candidato de todos los que votaron por representantes de la centroizquierda en la primera vuelta.

¿Cuál es su opinión de Piñera como presidente? ¿Significa un retroceso, como ha dicho la vocera de gobierno, otros ministros y dirigentes del oficialismo?

Es el presidente electo de manera categórica en una elección democrática incuestionable y aceptada por todos. Refleja la fuerza de nuestra democracia que debemos preservar, más aún cuando miramos el entorno regional. Habrá que esperar a ver cómo gobierna, y será fiscalizado.

¿La centroizquierda perdió la batalla comunicacional?

Fue más que un problema comunicacional. El problema no se le puede atribuir puramente al candidato o a su entorno. Sería injusto. No hicimos primarias, fuimos divididos a primera vuelta, no tuvimos lista parlamentaria única, y ya teníamos advertencias de mucho antes, como cuando sufrimos derrotas claves en las municipales. La batalla se perdió antes de la elección.

Chile Vamos logró instalar un discurso que permeó en un sector importante de los electores: que hubo una mala gestión de las reformas y que, además, con Guillier se vendría una izquierdización…

No vale la pena discutir el tema de la gestión, para no tener que recordar papelones del primer gobierno del presidente Piñera. Creo que más importante es que el equipo del actual presidente electo leyó mejor la segunda vuelta. Le habló a la clase media, a los denominados "aspiracionales", a los adultos mayores, enfatizó el crecimiento económico y la estabilidad. Claro, hubo también la "campaña del terror" absurda: Chilezuela, el candidato triunfante habló de que Guillier se comportaba como Maduro, etcétera. Pero el intento de crear temor fue menos importante que los mensajes claros y ordenados de Chile Vamos para la segunda vuelta.

¿Cómo se puede rearmar el sector ahora?

Habrá que conversar mucho y tener ganas de recuperar el terreno perdido.

¿Qué papel debe jugar ahí el Frente Amplio?

Jugará un papel relevante. Tiene 20 diputados y un senador. No todos piensan igual en el Frente Amplio, sin embargo.

¿Ve posible la articulación de una alianza o coalición que incluya a la Nueva Mayoría con la DC y el Frente Amplio?

Creo que será muy temprano intentar conformar alianzas formales en los meses inmediatos que sigan al cambio de gobierno. Lo que veo indispensable es fortalecer la relación entre la Democracia Cristiana y el mundo de la socialdemocracia. Veo prioritario recomponer una relación de confianza entre el PPD, el PS, el PR y la DC. A eso agregaría realizar una reflexión sobre el vínculo con el PC y sectores del Frente Amplio. Y quizás tendremos que pensar más adelante en una suerte de geometría variable de alianzas. No descartaría nada a priori.

Como militante del PPD, ¿cómo evalúa la situación en la que se encuentra su partido luego de los resultados de la elección parlamentaria?

El PPD se encuentra en un estado preocupante. Pasamos de 14 diputados a solo 8, para dar un ejemplo. Hay una sensación de malestar y desazón.

¿A qué cree que se deben esos malos resultados?

Quizás no escogimos a los mejores y las mejores candidatos y candidatas. La gente está cansada de los mismos rostros, no hemos renovado suficientemente las ideas de futuro y el fuego amigo se instaló en el partido hace un tiempo.

Algunos, como el senador Lagos Weber, han planteado la opción de renombrar al PPD. ¿Qué le parece?

Puede ser. Pero más que un cambio de nombre -que otros partidos en el pasado han hecho- urge renovar el PPD, recuperar parte de su mística original, no aceptar a cualquiera en sus filas, anticiparse a los temas de futuro, responder a las aspiraciones y temores de la gente, retomar la disciplina partidaria.

Se ha mencionado a usted como un buen referente para conducir al partido. ¿Le entusiasma la idea?

No hablaré de este asunto hasta después del 11 de marzo. Entretanto, tengo mucho trabajo en la Cancillería y con la Presidenta como para preocuparme de una hipótesis. He dicho que mis planes después del cambio de mando han estado en otra dirección. Claro, como militante puedo referirme al PPD y, por ejemplo, a la necesidad de priorizar el crecimiento económico, pues sin crecimiento sufren más los trabajadores, los inmigrantes, los más vulnerables. Pero se trata de un crecimiento económico inclusivo, y tenemos que liderar la discusión sobre el modelo económico que queremos; no puramente extractivo, sino con valor agregado, con conocimiento, innovación, con inversión en serio en ciencia y tecnología. Y que esto no solo sea tarea del Estado sino que también de las empresas. Ese es el futuro y hay que tratar de ubicarse en la vanguardia. Regular sin impedir el desarrollo de los innovadores, sin abusos de los poderosos; titularidad sindical y representación de los pueblos indígenas en el Congreso; persistir en la descentralización y planificar con vistas a las elecciones de gobernadores; liderar en conservación de nuestros océanos, en astronomía, cuidar nuestro liderazgo antártico. Igualmente, me gustaría un PPD que no le entregara el combate a la delincuencia a la derecha, abordando el asunto integralmente en paquetes de medidas de corto, mediano y largo plazo, y trabajando con las comunidades locales.

En el PPD dicen que a usted le entusiasmaría encabezar la directiva, pero con una mesa compuesta por parlamentarios y que, en esa línea, ha tenido contacto con senadores como Harboe y Lagos Weber…

Mire, para reconstruir y renovar el PPD se requerirá de todos los liderazgos individuales, tanto los que están en el Parlamento como otros que tienen gran talento y pueden aportar. Pero debe haber unidad, recuperar el perfil de un partido serio, cohesionado, sin voces contradictorias, sin intentar ser más revolucionario que los que están al extremo del espectro político.

¿Por qué involucrarse en un rol partidario y no concentrarse en otros desafíos internacionales que pudiera emprender? Ofertas del extranjero no le faltarán...

Muy buena pregunta. En el exterior tengo oportunidades y reconocimiento. Por eso es que no tomaré una decisión respecto a mi futuro hasta después del 11 de marzo y luego de un par de semanas de descanso, lejos de la política externa o interna.

¿No le produce rechazo la opción de liderar un partido que se ve disminuido y, más encima, siendo oposición?

Hay quienes me han dicho, al conocer de los rumores: ¿para qué capitanear un barco que se hunde? Otra gente me trata de convencer de que asuma el riesgo. De nuevo, será después de que termine mis deberes gubernamentales hasta el último día que tomaré una decisión.

Pensando en el próximo gobierno de Piñera, usted twitteó el fin de semana una nota del diario La Razón en la que se menciona la continuidad que se le daría a la estrategia frente al caso con Bolivia. ¿Piñera le ha entregado señales en esa línea?

La continuidad respecto a los casos con Bolivia en La Haya le corresponderá al presidente electo a partir del 11 de marzo. Claro, en los temas de política exterior, soberanía y seguridad siempre ha predominado la postura de Estado.

¿Se debieran mantener los equipos? Me refiero a los dos juicios: Silala y la demanda boliviana.

Esa es una materia que le competerá exclusivamente al presidente Piñera cuando asuma.

¿El gobierno invitará a Sebastián Piñera, como presidente electo, a la cumbre Celac-UE en El Salvador?

No habrá una cumbre presidencial en El Salvador Celac-UE, habrá una reunión ministerial en Bruselas a fines de enero. No hubo acuerdo para una presidencial.

¿Y será invitado a la cumbre Celac-China en Santiago?

Esta es una reunión ministerial. Viene el canciller Wang Yi de China, viceministros de Comercio e Industria y otras autoridades chinas, y han confirmado más de 24 cancilleres de América Latina y el Caribe. Si hay canciller designado del gobierno entrante, mi intención sería invitarlo a asistir.

¿Cuál es la importancia de esos dos encuentros?

Se reúne en Chile casi la totalidad de los cancilleres latinoamericanos y caribeños y el liderazgo internacional de la principal potencia global emergente. Tiene la mayor importancia y hemos trabajado intensamente para hacerla un éxito y que Chile sea percibido como un socio estratégico de China, y un país puente con nuestra región. Incluso en el momento de desaceleración económica global de los últimos tres años nuestras exportaciones a China subieron, y ahora es el desafío de las inversiones que ya se concretan, como Huawei en parte de la construcción de la fibra óptica de Puerto Montt a Puerto Williams. Y la idea es que la relación con China sea integral.