Formando nuevos públicos

Teatros y fundaciones realizan programas para acercar a niños y jóvenes a la ópera, el ballet y la música docta.




Elocuente, apasionado y con un amor contagioso por la música, Leonard Bernstein revolucionó los fundamentos de la pedagogía musical. En los años 50, como director de la Filamónica de Nueva York, le abrió las puertas del Carnegie Hall a cientos de niños y jóvenes con la idea de enseñarles conceptos de música clásica a través de sus propios conciertos. Testigo privilegiado del experimento fue el director chileno Juan Pablo Izquierdo, quien en ese entonces había ganado el premio Dimitri Mitropoulos para ser asistente de Bernstein.

Hoy, tras más de 60 años, Izquierdo replica la experiencia de su maestro en los llamados conciertos educacionales que  realiza junto a la Orquesta de Cámara de Chile durante el año. "Los niños son iguales a los adultos. Todos muy concentrados, hacen preguntas con mucho interés. Les presentamos piezas claves de una composición, se las explico y después incluso suben al escenario", dice, quien conducirá desde abril hasta octubre, en el Teatro Municipal de Ñuñoa y en el GAM, algunos de los 20 conciertos gratuitos.

La idea de acercar la música clásica a los jóvenes fue un sueño compartido por el músico Fernando Rosas, quien en 1992 fundó en Chile el programa de Orquestas Juveniles, tras observar la iniciativa en Venezuela. Años más tarde, Rosas se interesaba no sólo en formar músicos sino también espectadores. Comenzó invitando, con cupos fijos, a estudiantes como público a sus conciertos. El director fallecido en 2007  dejó un fuerte legado como creador de la Fundación Beethoven, que hace cuatro años realiza un temporada exclusiva para escolares, gratis, y que comenzará una nueva edición el próximo 18 de mayo en el Teatro de Carabineros.

La iniciativa convoca a jóvenes de todas las edades y comunas de Santiago. "Dado el aporte que genera la música en los niños, como capacidades auditivas, sensoriales y perceptivas, intentamos abarcar la mayor cantidad de niños posibles", dice Sylvia Prieto, directora ejecutiva de la Fundación Beethoven.

PAPELUCHO EN LA ÓPERA

En paralelo al trabajo de audiencias que iniciaron directores como Rosas e Izquierdo, el Teatro Municipal lleva una década intentando conquistar a los niños como público de sus producciones de ballet y ópera. Pequeño Municipal se llama el programa que realiza versiones infantiles de obras clásicas como La flauta mágica o El lago de los cisnes. El proyecto, que convocó a más de 50.000 personas en 2014, comenzó con una programación sencilla y pequeñas orquestas que realizaban conciertos de Mazapán.

Hoy, el programa cuenta con una orquesta propia y directores especializados para estos espectáculos, que son especialmente adaptados para los niños: duran menos y tienen una escenografía y vestuario más colorido. Este año la programación comienza con Romeo y Julieta, el 14 y 15 de abril, a las 15.30. Las entradas, que varían de precio según la edad, se pueden comprar en boletería el mismo día o con anticipación en daleticket.cl.

"Suplimos una grave carencia que hay a nivel escolar en cuanto a formación musical y artística, ya que estas materias han sido muy reducidas en la malla curricular actual", dice Andrés Rodríguez, director general del Teatro Municipal. "Intentamos que los niños sean educados en la creatividad y en torno a las manifestaciones musicales artísticas".

El director Sebastián Errázuriz, creador de las óperas Viento blanco y Gloria, ha trabajado directamente con esta iniciativa y este año presentará Papelucho en la ópera en el Teatro Municipal. Para él, la forma idónea de acercar a los jóvenes es romper con los códigos que provienen de un formato tradicional  y rígido: "Me gustan los directores que rompen con ese rito tradicional y no temen dirigirse al público. Siento que tenemos un rol educativo donde nos bajamos del podio para tomar contacto directo con el público y explicarle qué van escuchar", resalta Errázuriz.

El director Pedro Pablo Prudencio, quien  lidera la orquesta del Pequeño Municipal y el año pasado condujo la ópera La flauta mágica para niños, pone énfasis en motivar a los niños  a seguir asistiendo a estos espectáculos: "Hay muchos jóvenes a los que no les gusta ir a la ópera, le tienen miedo y prejuicio. Pero cuando van, por lo general, les encanta. Si con ese entusiasmo uno logra contagiar al público, quizás más de alguno quiera ser músico", dice.

Según Javier Ibacache, director de programación y audiencias del GAM, la formación y difusión es algo clave para apreciar de manera efectiva un concierto de música clásica. Siguiendo una línea enfocada en   trabajar con aquella población que no accede habitualmente a la oferta artística, el centro cultural realiza todos los años conciertos educativos de carácter gratuito, que en 2015 serán interpretados por músicos de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI) y la Orquesta de Cámara de Chile. A diferencia de los espectáculos pagados,  en este caso el centro cultural apuesta a la gratuidad como estrategia para llegar a más personas.  "Sin duda no basta, es sólo el acceso y una estrategia válida en sí misma, pero que no tiene necesariamente un impacto sostenible en el tiempo. Necesita ir acompañada de acciones que le permitan al público dimensionar desde otro lugar la música", dice Ibacache.

El director José Luis Domínguez inaugurará este 7 de abril la programación educativa del GAM con la Orquesta Nacional Juvenil. "Si el mundo tiene acceso a estas disciplinas, la calidad de vida mejora", dice. "No es el tema que nadie conozca a Beethoven, el problema está en las decisiones que tomamos como país. Hay que tomárselo muy en serio porque esto es muy importante".

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