Expreso a ritmo de thriller

Es el policial del momento: La chica del tren de Paula Hawkins llega a Chile tras vender siete millones de copias en EE.UU. y el Reino Unido.




Rachel sube al tren de las 08.04 de la mañana. Va de Ashbury hacia Londres.  Viaja sola. Hace este recorrido todos los días y lo conoce de memoria: el tren cruza por un paisaje de almacenes, casas y puentes. “Con la cabeza apoyada en la ventanilla del vagón, veo pasar estas casas como si se tratara del travelling de una película. Nadie más las ve así; seguramente, ni siquiera sus propietarios las ven desde esta perspectiva. Dos veces al día, por un momento, tengo la posibilidad de echar un vistazo a otras vidas. Hay algo reconfortante en el hecho de ver a personas desconocidas en la seguridad de sus casas”, escribe en su diario.

Como una observadora indiscreta, a la manera de Hitchcock, Rachel se asoma cada día a esos hogares, siempre idénticos, desde su asiento en el tren. Pero nunca un día es igual a otro y, en uno de esos viajes, Rachel será testigo -o creerá serlo- de algo grave en una de esas apacibles casas.

Rachel es la protagonista de La chica del tren, de Paula Hawkins, el último fenómeno del thriller  en lengua inglesa. Publicado el año pasado en el Reino Unido y Estados Unidos, el libro llega a Chile tras vender siete millones de ejemplares.

Ex periodista de economía en The Times, Paula Hawkins (Zimbabue, 1972) escribió cuatro novelas románticas con el seudónimo Amy Silvers antes de probar con el thriller. Fue un acierto: el libro se ha convertido en un éxito de lectores con respaldo de la crítica. “Un impresionante debut en el mundo del thriller”, anotó The Guardian. “Una gran novela de suspense... me mantuvo despierto casi toda la noche”, comentó Stephen King.

Lo han llamado la nueva Perdida, en referencia a la novela policial de Gillian Flynn. Su título en inglés se parece (Gone girl y The girl on the train, respectivamente) y ambas vendieron sus derechos al cine: si Perdida tuvo a Ben Afleck de protagonista, para La chica del tren se menciona a Emily Blunt.

Más allá de los puntos de encuentro, La chica del tren narra una historia tensionada por las dudas y con una protagonista emocionalmente fracturada. Rachel es una treintañera separada. Cada día pasa en tren por la casa donde vivía con su ex y donde él ahora vive con su nueva familia. Se siente sola y deprimida: la maternidad es una posibilidad cada vez más remota en su vida, y aunque se fue a vivir con una amiga,  esta ya no soporta que ahogue su crisis en alcohol. Rachel, además, está cesante, pero viaja todos los días a Londres para simular que aún tiene trabajo.

Rachel creerá tener la pista para resolver la desaparición de una vecina a la que siempre veía desde el tren. Pero su estado emocional la convierte en una testigo no confiable para la policía. El relato se transforma, así, en un laberinto de versiones y paranoia de una mente alterada y una sensibilidad herida.

“La idea original nació en mis idas y venidas diarias al trabajo en Londres: siempre me ha gustado observar las casas que se dejan atrás, preguntarme qué clase de vida lleva la gente que las habita. Empecé a plantearme qué haría si viese algo chocante o sorprendente”, cuenta Paula Hawkins.

“La soledad y el aislamiento pueden formar parte de la vida urbana tanto como los desplazamientos diarios, como sin duda es el caso para Rachel, la protagonista de La chica del tren”, dice. “Su caída en desgracia ha sido repentina, ha pasado sorprendentemente deprisa de la felicidad a la desesperanza. En su desesperación por llenar el espacio que ha dejado la vida que tuvo un día, siente que está forjando una relación con una pareja a la que ve a diario desde el tren. Esos desconocidos ahora le resultan tan familiares que es como si los conociera, los comprendiera; construye toda una historia a su alrededor, se hace amiga de ellos por su cuenta. Lo cierto es que no sabe nada de su vida real, de manera que no sabe en qué se mete cuando, tras ver algo fuera de lo común, algo chocante, toma la fatídica decisión de cruzar una línea, de pasar de ser voyeur a ser un participante activo en su historia. Pero cuando se cruza esa línea, descubre que ya no hay vuelta atrás”, agrega.

¿Cómo describiría su novela?

Un thriller psicológico que analiza la delgada línea que separa la normalidad de la pérdida de control que causa la adicción.

¿Esperaba que el libro fuese a tener este éxito?

¡Nadie se espera un éxito así! Pero sí hubo buenas señales previas, primero por parte de los editores, y después de críticos y blogueros. Así que confiaba en que al libro le fuera bien. La respuesta que he tenido de los lectores ha sido estupenda: es una experiencia de lo más gratificante.

¿Qué clase lectores cree que disfrutarán con su libro?

Cualquiera al que le guste pasar páginas, lectores que sientan debilidad por narradores poco fiables, personas a las que les interesen las historias que narran mujeres sobre ellas mismas y sobre otros.

¿Con qué otro libro se podría comparar?

Todo el mundo lo compara con Perdida, lo cual es halagador, aunque creo que el ambiente del libro tiene más que ver con Hitchcock.

¿Qué está escribiendo ahora?

Se trata de un thriller sicológico oscuro, bastante gótico que gira en torno a la relación entre hermanas.

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