Expedición revive histórico accidente áereo de rugbistas uruguayos en los Andes




Desde 1972, la historia de los rugbistas uruguayos que se estrellaron en los Andes y sobrevivieron 72 días aislados en la nieve ha dado la vuelta al mundo a través de libros, películas y documentales. A 37 años de esa histórica travesía, un grupo de 16 turistas podrá revivir la experiencia en el mismo terreno y en compañía de algunos de los mismos hombres que protagonizaron la historia.

"Nos pareció que una vivencia de ese tipo, con una carga histórica, de cultura popular y emocional tan fuerte, tenía que ser puesta a disposición de personas interesadas en este tipo de actividades, que se hacen probablemente una sola vez en la vida", dice José Luis Pastor, director de comunicaciones de Global Encounters, la empresa de capitales estadounidenses, holandeses y peruanos que organiza el tour.

La llaman The Alive Expedition, tiene un costo de casi ocho mil dólares, dura nueve días y se efectuará en marzo de 2010 desde la ciudad de Mendoza. Allí, los turistas se hospedarán en uno de los más exclusivos hoteles y se reunirán a cenar con dos de los sobrevivientes: Gustavo Zerbino y Eduardo Strauch. "Les voy a compartir la experiencia vivida en ese lugar extraordinario, donde el hombre que va subiendo por las montañas gigantescas ve cómo los problemas se achican. Es un lugar majestuoso", señala el primero.

LA TRAGEDIA
Gustavo Zerbino ha regresado varias veces al Valle de las Lágrimas, el lugar en medio de los Andes, en el lado argentino, donde se convirtió en uno de los 16 sobrevivientes de la caída del avión de la Fuerza Aérea uruguaya que trasladaba a los estudiantes del equipo de rugby Old Christians desde Montevideo a Santiago.

El 13 de octubre de 1972 la aeronave se estrelló en la montaña a más de 3.600 metros de altura. De los 45 que viajaban -incluyendo los cinco tripulantes-, 16 murieron en las primeras horas. Los sobrevivientes, cuyo número se fue reduciendo día tras día por el hambre, el frío, las heridas y una avalancha -que mató a ocho-, se refugiaron al interior de los restos del avión para sortear las temperaturas de hasta -30 grados C. Convirtieron la nieve en agua y cuando se acabó toda provisión, se alimentaron de los restos de sus compañeros. 

Esa experiencia los marcó a todos. "Allí aprendimos que nada es imposible. Con fe y esperanza aprendimos que se podían hacer cosas extraordinarias, nos organizamos y gracias a eso hoy estoy hablando de ello", explica Zerbino, quien es médico y como muchos de sus compañeros se dedica a hacer conferencias.

Eduardo Strauch, el otro sobreviviente que participa, es el encargado de acompañar a los excursionistas hasta la localidad de San Rafael, desde donde iniciarán la marcha a pie o a caballo durante un día y medio, cruzando ríos e internándose en la cordillera, hasta el lugar de la caída, donde vivirán condiciones muy similares y llevarán elementos básicos, como cantimplora, saco de dormir y ropa de montaña.

Allí el grupo original soportó 72 días, hasta que Roberto Canessa y Fernando Parrado, dos de los estudiantes, consiguieron llegar a la zona precordillerana de San Fernando y contactar al arriero chileno Sergio Catalán, que sería clave para el rescate.

"Me parece que guardando el debido respeto que merece el sito, es una experiencia espiritual impresionante, porque allí te das cuenta de lo difícil que fue todo", dice Canessa, quien  aunque no participa, respalda que esa experiencia ahora sea vivida por turistas.

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