Ennio Vivaldi: "El número de estudiantes matriculados en el sistema público de Chile es cero"

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El presidente del Consorcio de Universidades del Estado analiza el escenario de la votación que se efectuará esta semana, respecto de la idea de legislar en torno al proyecto de universidades estatales.




Al fondo de una amplia oficina, flanqueado por las banderas de Chile y de la universidad, aparece el escritorio de Ennio Vivaldi. Si no fuese por un Mac, ubicado al centro del mueble, uno creería que el tiempo se ha encargado de esquivar a esta habitación. La tradición aparece por todos lados. En especial cuando se gira la mirada al costado izquierdo de la silla del rector de la Universidad de Chile. Allí, a poco más de un metro y en un atril, se alza el retrato original de Andrés Bello, obra del francés Raymond Monvoisin. Sin embargo, es un poco más allá donde se oculta el mayor secreto de Vivaldi. "Para mí también fue una sorpresa", explica, mientras se acerca hacia lo que parece una pared cubierta de madera, pero que después de una leve presión con la mano se convierte en una puerta que lleva a una pequeña sala. "Está pensado en un espacio privado, quizás para descansar un rato", señala.

Lo cierto es que, por estos días, esa puerta se ha mantenido cerrada. La discusión de la Ley de Universidades Estatales, dice Vilvaldi, lo ha tenido con la agenda copada, en reuniones y negociaciones con el Ministerio de Educación y con los otros 17 rectores de planteles estatales que ven en esta iniciativa una verdadera tabla de salvación. En ese contexto, este martes la propuesta estatal enfrentará su primera prueba en el Congreso, cuando la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados someta a votación la idea de legislar.

¿Por qué es necesaria esta ley?

Hoy el concepto de universidad estatal es prácticamente desconocido, y por eso es que hemos intentado que se instaure un sistema de universidades estatales. Por el tipo de programa de este gobierno, entendíamos que se reinstalaría la educación pública, con énfasis en estos planteles, que actualmente son empujados a funcionar en un sistema con las mismas reglas de las universidades privadas. Queremos que se produzca un cambio.

¿Cómo debe ser ese cambio?

El dato más simple para entender esta necesidad es que hoy un 15% de la matrícula en Chile corresponde a universidades del Estado. Ese es un dato brutal. En el resto del mundo, en la OCDE, en EE.UU., es sobre el 70%. A eso se suma que hoy las universidades estatales son empujadas a funcionar en un sistema con la mismas reglas de las universidades privadas y todas las desventajas que implica la burocracia y administración de lo estatal.

¿Qué tienen hoy, entonces, de estatales las universidades estatales en Chile?

Tiene que ver con el rol social que están cumpliendo, porque aparentemente alguien podría decir, con total validez, que son instituciones que están compitiendo en el mercado, como cualquier otra institución privada. Entonces, como que tienen el apellido de estatales, pero poca naturaleza estatal. Tanto es así que en muchas encuestas mundiales se dice que el número de estudiantes matriculados en el sistema público de Chile es 0, y no es mentira. Que acá todos tengan que pagar arancel, que no sea gratuita y que (la institución) no reciba financiamiento estatal son características que las hacen incompatibles con la idea de universidad estatal. Entonces, estoy absolutamente de acuerdo.

¿El Estado ha sido un mal padre?

Si se pone en esos términos, la conocida expresión de padre ausente no podría ser más certera. Se habla cuando los niños tienen un amigo imaginario, entonces nosotros acuñamos que las universidades hemos tenido un Estado imaginario.

Es fuerte esa analogía...

Pero es así. Nos imaginamos que hay un Estado allá afuera al cual le interesamos y le importa lo que hacemos, pero la realidad es que nos ha ignorado.

Si se llega a aprobar la Ley de Universidades Estatales, ¿se resentirá el Cruch?

No tendría por qué sacarle recursos a una para darle a otras. Lo que nosotros pedimos es que haya de verdad el trato que hay en todo el mundo entre un Estado y sus universidades. Eso no tiene por qué significar que otras serán perjudicadas. Hoy no hay un trato correspondiente a las universidades del Estado. No estoy por excluir a nadie.

Los matices del Cuech

Dentro del Consorcio de Universidades Estatales (Cuech), del cual usted es presidente, han aflorado algunas diferencias entre lo que plantea su universidad y el resto de los planteles. ¿Lo ha complicado esta dualidad?

Casi un requisito para que haya una buena Ley de Universidades Estatales es mantener unida a la comunidad entera de la Universidad de Chile: académicos, funcionarios y estudiantes. Y mantener unida a la Universidad de Chile con el conjunto de las universidades estatales. Si conseguimos eso, las probabilidades de tener un buen proyecto de ley son mucho mejores.

¿Pero hay rectores que están más dispuestos a sacar adelante esta ley?

Aquí ha habido una intención de subrayar los antagonismos, porque decir que yo he dado un giro es algo muy intencionado. Ha habido un intento de enfatizar, de agrandar las diferencias. Lamentablemente, el gobierno ayuda a eso, en la medida en que no entrega oportunamente información precisa respecto de lo que va a hacer o sobre lo que quiere hacer. Además de eso, no siempre ha sido responsable en entender la importancia de la unidad. Y, por lo tanto, donde podría haber tomado medidas para destrabar las discrepancias entre los estamentos o universidades, a veces las conductas apuntan a exacerbar esto, como si fuera bueno que existan diferencias, y lo normal es que todos estuviéramos unidos. El gran problema hoy es la desconfianza. Acá el sentido indica que hay que recobrar confianzas.

¿Qué tan quebrada está esa confianza?

Cuando se hizo por primera vez el proyecto fue una tremenda sorpresa para todos, porque no era nada de lo que se esperaba. Lo que existe hoy, con las manifestaciones de los estudiantes (protestas), es el fruto de una desconfianza, producto de que hay un discurso en un sentido, pero cuando se entregan las mociones concretas es tremendamente frustrante, porque son contradictorias a lo que se había dicho. Y eso muchas veces queda plasmado de forma patética.

¿Qué necesitan para recuperar esa confianza?

Dado el clima que ha existido por tanto tiempo, de negar el rol propiamente de una universidad estatal y pública y asimilarlo con la de una universidad privada, lo más importante para nosotros es que cualquier ley que haya reinstaure la idea de universidad estatal pública y la distinga del concepto de universidad privada. En muchos aspectos, cuando se ve el articulado del proyecto que presentó el gobierno, se encuentra una invitación a todo lo contrario. La forma en que se plantea el gobierno universitario niega o desconfía del rol de las comunidades y es un sistema que se parece mucho al de una empresa privada. Incluso el argumento de que el Estado pone la plata, por lo que puede tomar las decisiones más importantes, se da como una burla dolorosa.

Eso lo dice porque el proyecto establece que de los nueve integrantes del Consejo Superior, cinco los nombra el gobierno de turno...

Es decir, que venga una mayoría de señores externos a decirnos lo que las universidades tienen que hacer, no lo puede entender nadie. Parece un esfuerzo por aplicar la idea de empresa privada.

Pero el miércoles el Mineduc les hizo una propuesta de cambios y usted, como presidente del Cuech, llamó a aprobar la idea de legislar...

El tema de gobierno universitario no puede ignorar a las comunidades. Se dice que las universidades que tengan estatuto pos 90 lo conserven y no se modifique, porque fueron hechos en democracia y por sus comunidades, de manera participativa. Ha habido la expresión de parte del gobierno de cambiar su propuesta original, pero la propuesta original es muy mala y eso creó una situación de desconfianza. Hoy lo que hay en juego es el mayor o menor grado de confianza en lo que el gobierno hará. Si el gobierno hoy día hiciera una declaración pública escrita, diciendo proponemos esto, eso dejaría un montón de incertidumbres. Todos estamos por una Ley de Universidades Estatales, pero precisamente por lo que está en el Congreso es que se pidió postergar la votación de la idea de legislar, esperando que el gobierno hiciera una propuesta. Y hubiera ayudado mucho que ésta llegase el martes pasado. Si tuviéramos esa propuesta, hoy podríamos pronunciarnos diciendo sí, nos parece, o no. El punto fundamental hoy es cuánto se cree que el gobierno va a tomar de la propuesta. La percepción que tenemos en la Universidad de Chile, y en el resto, es que es una ley que nos privatizaría. Y eso es muy grave.

En materia de financiamiento, ¿también hay diferencias?

Este proyecto de ley no dice nada. Habla de un fondo que es igual a un buen proyecto de investigación financiado por Fondart. Se nos ha dicho que es un tema político dar menos (plata) al principio, para ir negociando, pero, al margen de la cantidad, es importante tomar los temas cualitativos: es ridículo que hablemos de un sistema mixto cuando la matrícula de universidades estatales es del 15%. Por lo tanto, hay que hacer un esfuerzo, proyectos para las universidades con fondos continuos.

¿Cómo se puede lograr aumentar la matrícula estatal?

Se puede demostrar por encuestas y datos objetivos que en las primeras preferencias los jóvenes chilenos prefieren universidades estatales. Claramente, se está haciendo un modelo Stalin al revés: él decía yo lo obligo que sea estatal. Acá se dice: yo le prohibo que sea estatal y lo obligo a que sea privado.

¿Cómo se puede cambiar esto?

Si se tiene una política de aumento de matrícula en Ues. estatales, se llegará a un punto de equilibrio. Por supuesto que no habrá un aumento de alumnos en el sistema, pero sí una redistribución, lo que permite que las universidades estatales crezcan y puedan cumplir su misión.

¿Hay que restringir el crecimiento de otras universidades?

No, todo lo contrario. Si uno abre la matrícula se llenarán las universidades estatales.

¿Habrá un equilibrio natural?

Por supuesto, es cuestión que permitan que esto suceda.

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